Mons. Bernardito Auza, Nuncio del Vaticano en España, inició la novena a la Virgen de Covadonga en la basílica situada en Asturias (España) en donde recordó que “Dios nos ha puesto una madre que nos levanta con mano segura, mano que protege y defiende, que socorre, presencia que anima y nos da coraje y ánimo a no quitar el corazón a estar en paz”.
La novena se celebra siguiendo unas estrictas medidas de seguridad para evitar la propagación del COVID y bajo el lema “María, fuente de alegría y esperanza” hasta el 8 de septiembre, festividad de Nuestra Señora de Covadonga, que se clausurará con una Eucaristía presidida por el Arzobispo de Oviedo, Mons. Jesús Sanz Montes.
Mons. Auza envió “un afectuoso saludo” en nombre del Papa Francisco a todos los devotos que honran a la Santísima Virgen” y en particular “a cuantos sufren necesidades”.
Recordó que el Santuario de Covadonga es “un lugar privilegiado de España, punto señero en su camino en la fe y lugar de referencia de los asturianos y españoles en cuyo corazón reside el amor a “la Santina”, campeando la preciosa cruz de Cristo”.
Durante la homilía, Mons. Auza destacó que la Virgen María nos enseña la importancia de "tener un corazón puesto en el Señor”.
“María traspasada de dolor nos enseña cómo nuestra fe debe juntar lo que Pedro, hasta que lloró amargamente, no entendió del todo y es que confesar a Cristo como Hijo de Dios vivo no es una fórmula que se piensa o discute sino entrar en impagable deuda con Jesucristo que se compadece e introduce nuestra vida en la compasión”, aseguró el Nuncio en España.
De esta manera aseguró que aunque “las circunstancias presentes que repercuten en nuestra sociedad, con la pandemia por ejemplo, nos declara esta realidad de debilidad y la necesidad de suplirla con la mil formas que improvisa el amor de Dios en los corazones que quieren corresponderla”.
También explicó que el ejemplo de la Virgen mostró que “todo amor verdadero exige renuncia y sacrificio que se expresa auténtico en el don de sí mismo, en la entrega como ha hecho Jesús en la cruz para nosotros”.
“Nos cuesta entregarnos y particularmente cuando experimentamos la impotencia y debilidad y nos venimos abajo con facilidad, pero no dejemos de confiar. Dios nos ha puesto una madre que nos levanta con mano segura, mano que protege y defiende, que socorre, presencia que anima y nos da coraje y ánimo a no quitar el corazón a estar en paz.
Y subrayó que “la madre nos ayuda a comprender que la cruz no perturba ni inquieta y suscita la confianza en Jesús capacitándonos para decir sí al señor en toda circunstancia especialmente en momentos difíciles”.
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