septiembre 2020

LIMA, 01 Oct. 20 (ACI Prensa).- Este 1 de octubre la Iglesia inicia la celebración del mes del Santo Rosario, una oración querida por muchos santos a lo largo de la historia y que fue difundida por Santo Domingo de Guzmán por petición de la Santísima Virgen María.

Según cuenta la historia, en la antigüedad romanos y griegos solían coronar con rosas a las estatuas que representaban a sus dioses, como símbolo del ofrecimiento de sus corazones. La palabra “rosario” significa "corona de rosas".

Siguiendo esta tradición, las mujeres cristianas que marchaban al coliseo romano para ser martirizadas, llevaban sobre sus cabezas coronas de rosas como símbolo de alegría y de la entrega de sus corazones para ir al encuentro de Dios. Estas rosas eran recogidas en las noches por los cristianos, quienes recitaban una oración o un salmo por el eterno descanso de las mártires.

La Iglesia recomendó rezar este rosario recitando los 150 salmos de David, sin embargo, esto solo la seguían las personas cultas, pero no la mayoría de los fieles. Ante esto, se sugirió que quienes no supieran leer, reemplazaran los salmos por 150 Avemarías divididas en quince decenas. A este “rosario corto” se le llamó “el salterio de la Virgen”.

Siglos después, específicamente en 1208, se cuenta que la misma Virgen María enseñó a Santo Domingo de Guzmán, fundador de la Orden de Predicadores (dominicos), el rezo del Rosario.

El santo español se encontraba entonces en el sur de Francia luchando contra la herejía albigense. Un día, en la capilla que estaba en Prouille, le suplicó a Nuestra Señora que lo ayudara, pues sentía que no estaba logrando casi nada.

La Virgen se le apareció sosteniendo un rosario y le enseñó a recitarlo. Luego le pidió que lo predicara por todo el mundo, prometiéndole que muchos pecadores se convertirían y obtendrían abundantes gracias.

Santo Domingo de Guzmán salió de allí lleno de celo, con el rosario en la mano. Efectivamente, lo predicó, y con gran éxito porque muchos albigenses volvieron a la fe católica.

Años después, el 7 de octubre de 1571, tuvo lugar la batalla naval de Lepanto, cuando la cristiandad era amenazada por los turcos. Ante el inminente peligro, el Papa San Pío V pidió días antes a los fieles que rezaran el rosario pidiendo por las fuerzas cristianas.

Cuenta la historia que el Pontífice estaba en Roma despachando asuntos cuando de pronto se levantó y anunció que sabía que la flota cristiana había triunfado. Ordenó el toque de campanas y una procesión. Días más tarde llegaron los mensajeros con la noticia de la victoria. Posteriormente, instituyó la fiesta de Nuestra Señora de las Victorias el 7 de octubre.

Un año más tarde, Gregorio XIII cambió el nombre de la fiesta por el de Nuestra Señora del Rosario y determinó que se celebrase el primer domingo de octubre (día en que se había ganado la batalla). Actualmente se celebra la fiesta del Rosario el 7 de Octubre y algunos dominicos siguen celebrándola el primer domingo del mes.

Durante siglos los fieles rezaron el rosario dividido en quince misterios: gozosos, dolorosos y gloriosos. Sin embargo, en octubre de 2002 fue presentada la Carta Apostólica Rosarium Virginis Mariae, en la que San Juan Pablo II añadió el rezo de cinco “misterios luminosos”, centrados en la vida pública de Jesús.

El Santo Rosario ha sido la oración preferida de muchos santos y pontífices. Así, en octubre de 2016 el Papa Francisco afirmó que “el Rosario es la oración que acompaña siempre mi vida; también es la oración de los sencillos y de los santos… es la oración de mi corazón”.

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Meditaciones

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Este 1 de octubre la Iglesia inicia la celebración del mes del Santo Rosario, una oración querida por muchos santos a lo largo de la historia y que fue difundida por Santo Domingo de Guzmán por petición de la Santísima Virgen María.

Según cuenta la historia, en la antigüedad romanos y griegos solían coronar con rosas a las estatuas que representaban a sus dioses, como símbolo del ofrecimiento de sus corazones. La palabra “rosario” significa "corona de rosas".

Siguiendo esta tradición, las mujeres cristianas que marchaban al coliseo romano para ser martirizadas, llevaban sobre sus cabezas coronas de rosas como símbolo de alegría y de la entrega de sus corazones para ir al encuentro de Dios. Estas rosas eran recogidas en las noches por los cristianos, quienes recitaban una oración o un salmo por el eterno descanso de las mártires.

La Iglesia recomendó rezar este rosario recitando los 150 salmos de David, sin embargo, esto solo la seguían las personas cultas, pero no la mayoría de los fieles. Ante esto, se sugirió que quienes no supieran leer, reemplazaran los salmos por 150 Avemarías divididas en quince decenas. A este “rosario corto” se le llamó “el salterio de la Virgen”.

Siglos después, específicamente en 1208, se cuenta que la misma Virgen María enseñó a Santo Domingo de Guzmán, fundador de la Orden de Predicadores (dominicos), el rezo del Rosario.

El santo español se encontraba entonces en el sur de Francia luchando contra la herejía albigense. Un día, en la capilla que estaba en Prouille, le suplicó a Nuestra Señora que lo ayudara, pues sentía que no estaba logrando casi nada.

La Virgen se le apareció sosteniendo un rosario y le enseñó a recitarlo. Luego le pidió que lo predicara por todo el mundo, prometiéndole que muchos pecadores se convertirían y obtendrían abundantes gracias.

Santo Domingo de Guzmán salió de allí lleno de celo, con el rosario en la mano. Efectivamente, lo predicó, y con gran éxito porque muchos albigenses volvieron a la fe católica.

Años después, el 7 de octubre de 1571, tuvo lugar la batalla naval de Lepanto, cuando la cristiandad era amenazada por los turcos. Ante el inminente peligro, el Papa San Pío V pidió días antes a los fieles que rezaran el rosario pidiendo por las fuerzas cristianas.

Cuenta la historia que el Pontífice estaba en Roma despachando asuntos cuando de pronto se levantó y anunció que sabía que la flota cristiana había triunfado. Ordenó el toque de campanas y una procesión. Días más tarde llegaron los mensajeros con la noticia de la victoria. Posteriormente, instituyó la fiesta de Nuestra Señora de las Victorias el 7 de octubre.

Un año más tarde, Gregorio XIII cambió el nombre de la fiesta por el de Nuestra Señora del Rosario y determinó que se celebrase el primer domingo de octubre (día en que se había ganado la batalla). Actualmente se celebra la fiesta del Rosario el 7 de Octubre y algunos dominicos siguen celebrándola el primer domingo del mes.

Durante siglos los fieles rezaron el rosario dividido en quince misterios: gozosos, dolorosos y gloriosos. Sin embargo, en octubre de 2002 fue presentada la Carta Apostólica Rosarium Virginis Mariae, en la que San Juan Pablo II añadió el rezo de cinco “misterios luminosos”, centrados en la vida pública de Jesús.

El Santo Rosario ha sido la oración preferida de muchos santos y pontífices. Así, en octubre de 2016 el Papa Francisco afirmó que “el Rosario es la oración que acompaña siempre mi vida; también es la oración de los sencillos y de los santos… es la oración de mi corazón”.

Meditaciones

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REDACCIÓN CENTRAL, 01 Oct. 20 (ACI Prensa).- "Quiero pasar mi cielo haciendo el bien en la tierra". Esta es quizás la frase más conocida de Santa Teresa del Niño Jesús, cuya fiesta se celebra cada 1 de octubre. Son palabras sencillas, pero que encierran una profundidad inusitada. Retratan perfectamente la visión de la vida de esta religiosa carmelita descalza, sostenida en una fe inmensa y anclada en un corazón lleno de ternura. Santa Teresita - a pesar de haber sido monja de clausura- es considerada patrona de las misiones y tiene el título de Doctora de la Iglesia.

Santa Teresita del Niño Jesús -también conocida como Santa Teresita de Lisieux- vivió solo 24 años: nació el 2 de enero de 1873 (Normandía, Francia) y murió el 30 de septiembre de 1897. No fueron más de 30 personas las que asistieron a su funeral en el antiguo cementerio de Lisieux. Sin embargo, esta jovencita extraordinaria dejaría uno de los legados de amor más excepcionales para la Iglesia y el mundo.

Una de las formas más sencillas de acercarse y conocer este “legado” es a través de “Historia de un alma”, libro que reúne los escritos personales de la Santa y que fue publicado un año después de su muerte. Se trata, sin duda, de un texto que refleja muy bien lo que sucede en un alma completamente enamorada de Jesús.

Santa Teresa del Niño Jesús, fue proclamada Doctora de la Iglesia por San Juan Pablo II el 19 de octubre de 1997. El Papa dijo aquella vez: “Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz es la más joven de los ‘Doctores de la Iglesia’, pero su ardiente itinerario espiritual manifiesta tal madurez, y las intuiciones de fe expresadas en sus escritos son tan vastas y profundas, que le merecen un lugar entre los grandes maestros del espíritu… El deseo que Teresa expresó de pasar su cielo haciendo el bien en la tierra sigue cumpliéndose de modo admirable. ¡Gracias, Padre, porque hoy nos la haces cercana de una manera nueva, para alabanza y gloria de tu nombre por los siglos!”, concluyó San Juan Pablo II.

Más información en: 

Biografía Alençon (1873 - 1877) Lisieux (1877 - 1888) En el Carmelo. Un camino de soledad (1888 - 1897) Camino espiritual Santidad Doctora de la Iglesia Oración de Santa Teresita del Niño Jesús por los sacerdotes Oración de Santa Teresita a la Virgen Novena de Santa Teresita del Niño Jesús Especial de Santa Teresita del Niño Jesús

"Quiero pasar mi cielo haciendo el bien en la tierra". Esta es quizás la frase más conocida de Santa Teresa del Niño Jesús, cuya fiesta se celebra cada 1 de octubre. Son palabras sencillas, pero que encierran una profundidad inusitada. Retratan perfectamente la visión de la vida de esta religiosa carmelita descalza, sostenida en una fe inmensa y anclada en un corazón lleno de ternura. Santa Teresita - a pesar de haber sido monja de clausura- es considerada patrona de las misiones y tiene el título de Doctora de la Iglesia.

Santa Teresita del Niño Jesús -también conocida como Santa Teresita de Lisieux- vivió solo 24 años: nació el 2 de enero de 1873 (Normandía, Francia) y murió el 30 de septiembre de 1897. No fueron más de 30 personas las que asistieron a su funeral en el antiguo cementerio de Lisieux. Sin embargo, esta jovencita extraordinaria dejaría uno de los legados de amor más excepcionales para la Iglesia y el mundo.

Una de las formas más sencillas de acercarse y conocer este “legado” es a través de “Historia de un alma”, libro que reúne los escritos personales de la Santa y que fue publicado un año después de su muerte. Se trata, sin duda, de un texto que refleja muy bien lo que sucede en un alma completamente enamorada de Jesús.

Santa Teresa del Niño Jesús, fue proclamada Doctora de la Iglesia por San Juan Pablo II el 19 de octubre de 1997. El Papa dijo aquella vez: “Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz es la más joven de los ‘Doctores de la Iglesia’, pero su ardiente itinerario espiritual manifiesta tal madurez, y las intuiciones de fe expresadas en sus escritos son tan vastas y profundas, que le merecen un lugar entre los grandes maestros del espíritu… El deseo que Teresa expresó de pasar su cielo haciendo el bien en la tierra sigue cumpliéndose de modo admirable. ¡Gracias, Padre, porque hoy nos la haces cercana de una manera nueva, para alabanza y gloria de tu nombre por los siglos!”, concluyó San Juan Pablo II.

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Las críticas contra Amy Coney Barrett son parte de un “virus” de “intolerancia” anticatólica, afirmó el Arzobispo Emérito de Filadelfia, Mons. Charles Chaput. El Prelado advirtió que los ataques contra la jueza nominada a la Corte Suprema de Estados Unidos deben considerarse como una amenaza a la libertad religiosa.

En un artículo publicado el 28 de septiembre en la revista First Things, titulado “Cuando el dogma vive fuertemente”, el Prelado se refirió a las críticas contra la jueza Barrett, nominada por el presidente Donald Trump para ser parte de los nueve magistrados que componen la Corte Suprema de Estados Unidos.

“Los que valoran el derecho a la libertad religiosa en nuestra Primera Enmienda deben darse cuenta de que las pruebas a las creencias son ataques a nuestra libertad religiosa”, escribió el Prelado que renunció al cargo de Arzobispo de Filadelfia en enero de este año y que desde entonces había evitado pronunciarse públicamente.

La Primera Enmienda a la Constitución de Estados Unidos, vigente desde 1791, prohíbe la creación de leyes que establezcan oficialmente una religión, que impidan la práctica libre de la misma, que reduzca la libertad de expresión, que vulnere la libertad de prensa y que interfiera con el derecho de reunión pacífica, entre otros.

Las críticas contra Barrett, una madre católica de siete hijos, se han centrado en su fe y en su vida familiar.

Varios medios se han centrado en su pertenencia al grupo carismático ecuménico People of Praise (Pueblo de Alabanza), fundado en South Bend, estado de Indiana, en 1971.

Esta línea crítica, dijo Mons. Chaput, es un “presagio de futuros ataques contra la misma Iglesia y contra cualquier católico que sostiene [con la Iglesia] un testimonio moral”.

Barrett estuvo al centro de la atención nacional durante sus audiencias en 2017 ante el Senado, cuando fue nominada por Trump para una de las cortes de apelaciones de Estados Unidos. En ese proceso la senadora demócrata Dianne Feinstein dijo que “el doga vive fuertemente” en Barrett y “eso es una preocupación”.

El Arzobispo indicó que la “preocupación” de Feinstein es una “vulgaridad del estilo del que no sabe nada” y precisó que la senadora “está difícilmente sola en su intolerancia”.

“El desdén por convicciones religiosas vigorosas, especialmente las católicas, es un virus que está dando vueltas”, dijo Mons. Chaput.

“Parece infectar a un número de senadores demócratas, incluyendo a la senadora Kamala Harris, colega de Feinstein en California y candidata a la vicepresidencia”, continuó. Los comentarios de Feinstein “nos ayudan a ver claramente cómo algunos de nuestra clase política ahora ven a los católicos que son más que católicos ‘de nombre’ en su fe”, agregó.

Cualquier católico bautizado es, técnicamente, católico sin importar sus acciones, precisó el Prelado y advirtió que esto “a los ojos del partido Demócrata” parece no ser un problema.

“Si te fotografían con las cuentas del rosario en oración es incluso mejor”, continuó y destacó que se admite la afiliación religiosa siempre y cuando no haya una adhesión doctrinal.

“Pero si eres el tipo de católico que busca disciplina en la vida considerando las creencias católicas sobre el matrimonio y la familia, la libertad religiosa, el sexo y el aborto. Bueno, ese es un tema distinto", continuó y lamentó que el católico republicano Dan Lipinski perdió su escaño en elecciones primarias a principios de este año, debido principalmente a su postura provida.

“Los católicos en este país han pasado más de medio siglo luchando por un lugar en el espacio público estadounidense. El costo ha sido alto”, subrayó Mons. Chaput.

Joe Biden, exvicepresidente de Estados Unidos y candidato demócrata a la presidencia, es católico pero ha asumido varias posturas que son contrarias a la enseñanza de la Iglesia pero que están en línea con su plataforma partidaria, como el aborto hasta antes de nacer y el matrimonio de personas del mismo sexo. Biden ha expresado su apoyo a convertir el fallo Roe vs. Wade en una ley federal.

El Arzobispo cuestionó a quienes “posicionan a católicos que disienten como ‘estadounidenses populares’ y a los católicos que sí creen como ‘extremistas’”, ya que esto es ahora “una técnica común y deshonesta en la guerra cultural” así como “una afrenta particular al libre ejercicio de la religión”.

Mons. Chaput indicó que la actual “hostilidad hacia los que apoyan la enseñanza católica” no debe ser solo una preocupación para los católicos en Estados Unidos sino también “para cualquiera que valore la Primera Enmienda”.

“Si los ataques a las creencias son un estándar para impugnar a nominados a jueces hoy, mañana serán usados en el resto de nosotros que defendemos las enseñanzas de nuestra fe”, destacó el Arzobispo.

“Esto pone en riesgo los derechos de muchos más estadounidenses que nunca serán nominados a corte alguna”.

Traducido y adaptado por Walter Sánchez Silva. Publicado originalmente en CNA

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, 30 Sep. 20 (ACI Prensa).- Con la consagración del monje cisterciense y escritor espiritual, P. Erik Varden, la Iglesia Católica en el centro de Noruega volverá a tener un obispo después de 11 años.

Este sábado 3 de octubre, el P. Varden, de 46 años, será consagrado obispo en la Catedral de San Olav en Trondheim, con lo que se convertirá en el primer obispo de la prelatura luego de 11 años, y el primero nacido en Noruega. Sus cinco predecesores fueron alemanes.

In extremely rare move, Pope Francis has appointed a Trappist monk Fr. Erik Varden (46), Abbot of Mount St. Bernard Abbey in Leicestershire as Bishop of Trondheim, Norway. pic.twitter.com/9lKKpjQvsx

— Rich Raho (@RichRaho) October 1, 2019

El obispo electo señaló a CNA – agencia en inglés del Grupo ACI - que fue “recibido con amabilidad y calidez” y que espera poder conocer pronto a todos los fieles de la Prelatura de Trondheim.

La prelatura se extiende por más de 35 mil kilómetros y sirve a unos 15 mil católicos. Los medios locales han resaltado el sorprendente crecimiento de la Iglesia en Noruega.

“Hablar de un ‘boom’ es quizás algo tendencioso, pero ciertamente se encuentra en un estado de crecimiento numérico, principalmente por la inmigración”, dijo el P. Varden.

El sacerdote indicó que el catolicismo noruego “es extraordinariamente internacional e intercultural” y resaltó que es una “hermosa paradoja” que tal nivel de catolicidad se encuentre en una prelatura tan grande.

“Es un desafío para todos hacer que este crecimiento dé fruto en la unidad, la caridad y la santidad”, agregó.

El P. Varden fue abad de Mount St. Bernard en Leicestershire (Inglaterra) de 2015 a 2019, donde supervisó la primera incursión de la abadía en la elaboración de cerveza en 2018.

El sacerdote nació en una familia luterana en el sur de Noruega, pero se convirtió al catolicismo a la edad de 19 años. Se unió a la comunidad monástica cisterciense de la Estricta Observancia en la abadía inglesa en 2002, y fue ordenado sacerdote en 2011.

Después de convertirse en trapense, estudió en Cambridge y Roma. También fue profesor de lengua siríaca, historia monástica y antropología cristiana en el Pontificio Ateneo de San Anselmo en Roma de 2011 a 2013.

Su consagración como obispo se retrasó por problemas de salud a inicios de 2020 y se llevará a cabo un año después de ser nombrado por el Papa Francisco en 2019.

El P. Varden señaló que “es raro que los cistercienses se conviertan en obispos, pero ha sucedido en varios momentos de la historia de la Iglesia; incluso aquí en Trondheim, hay varios monjes en el linaje de los obispos medievales”.

Siendo uno de los prelados más jóvenes del mundo, el nuevo obispo indicó que es “¡una condición relativa! El tiempo se ocupa de ello inexorablemente”.

El P. Varden, que es músico con experiencia en el canto gregoriano y ha publicado libros y artículos sobre espiritualidad y vida monástica, indicó que está “profundamente convencido de que la tradición contemplativa tiene mucho que ofrecer a la Iglesia en su conjunto”.

“Ser contemplativo es esforzarse con valentía por pasar de lo parcial a lo total. San Benito habla del ensanchamiento del corazón que se logra si realmente nos esforzamos por seguir los mandamientos de Cristo”, indicó.

El sacerdote agregó que San Benito, “hacia el final de su vida vio, según nos dice Gregorio el Grande, el mundo entero en un solo rayo de luz. Este alto objetivo indica una aspiración vital para todos nosotros”.

El P. Varden señaló que está “impresionado, inspirado y desafiado por la insistencia del Santo Padre en la alegría del Evangelio”.

“Esta alegría no es un sentimiento superficial, sino una respuesta existencial a un regalo inmenso, inmerecido y siempre sorprendente”, explicó. “Ser capaz de tal alegría es ser consciente de la pobreza y la necesidad de uno; es tener un corazón vulnerable y abierto, que anhela la comunión, que la alegría llama a ser compartida” añadió.

“¡Qué maravillosa vocación y tarea es esta! ¡Y qué desafío vivificante tratar de edificar la Iglesia como el Cuerpo de Cristo de tal manera que, según el deseo de Jesús, nuestro gozo ‘sea pleno’!”, concluyó.

Traducido y adaptado por Harumi Suzuki. Publicado originalmente en CNA.

Con la consagración del monje cisterciense y escritor espiritual, P. Erik Varden, la Iglesia Católica en el centro de Noruega volverá a tener un obispo después de 11 años.

Este sábado 3 de octubre, el P. Varden, de 46 años, será consagrado obispo en la Catedral de San Olav en Trondheim, con lo que se convertirá en el primer obispo de la prelatura luego de 11 años, y el primero nacido en Noruega. Sus cinco predecesores fueron alemanes.

El obispo electo señaló a CNA – agencia en inglés del Grupo ACI - que fue “recibido con amabilidad y calidez” y que espera poder conocer pronto a todos los fieles de la Prelatura de Trondheim.

La prelatura se extiende por más de 35 mil kilómetros y sirve a unos 15 mil católicos. Los medios locales han resaltado el sorprendente crecimiento de la Iglesia en Noruega.

“Hablar de un ‘boom’ es quizás algo tendencioso, pero ciertamente se encuentra en un estado de crecimiento numérico, principalmente por la inmigración”, dijo el P. Varden.

El sacerdote indicó que el catolicismo noruego “es extraordinariamente internacional e intercultural” y resaltó que es una “hermosa paradoja” que tal nivel de catolicidad se encuentre en una prelatura tan grande.

“Es un desafío para todos hacer que este crecimiento dé fruto en la unidad, la caridad y la santidad”, agregó.

El P. Varden fue abad de Mount St. Bernard en Leicestershire (Inglaterra) de 2015 a 2019, donde supervisó la primera incursión de la abadía en la elaboración de cerveza en 2018.

El sacerdote nació en una familia luterana en el sur de Noruega, pero se convirtió al catolicismo a la edad de 19 años. Se unió a la comunidad monástica cisterciense de la Estricta Observancia en la abadía inglesa en 2002, y fue ordenado sacerdote en 2011.

Después de convertirse en trapense, estudió en Cambridge y Roma. También fue profesor de lengua siríaca, historia monástica y antropología cristiana en el Pontificio Ateneo de San Anselmo en Roma de 2011 a 2013.

Su consagración como obispo se retrasó por problemas de salud a inicios de 2020 y se llevará a cabo un año después de ser nombrado por el Papa Francisco en 2019.

El P. Varden señaló que “es raro que los cistercienses se conviertan en obispos, pero ha sucedido en varios momentos de la historia de la Iglesia; incluso aquí en Trondheim, hay varios monjes en el linaje de los obispos medievales”.

Siendo uno de los prelados más jóvenes del mundo, el nuevo obispo indicó que es “¡una condición relativa! El tiempo se ocupa de ello inexorablemente”.

El P. Varden, que es músico con experiencia en el canto gregoriano y ha publicado libros y artículos sobre espiritualidad y vida monástica, indicó que está “profundamente convencido de que la tradición contemplativa tiene mucho que ofrecer a la Iglesia en su conjunto”.

“Ser contemplativo es esforzarse con valentía por pasar de lo parcial a lo total. San Benito habla del ensanchamiento del corazón que se logra si realmente nos esforzamos por seguir los mandamientos de Cristo”, indicó.

El sacerdote agregó que San Benito, “hacia el final de su vida vio, según nos dice Gregorio el Grande, el mundo entero en un solo rayo de luz. Este alto objetivo indica una aspiración vital para todos nosotros”.

El P. Varden señaló que está “impresionado, inspirado y desafiado por la insistencia del Santo Padre en la alegría del Evangelio”.

“Esta alegría no es un sentimiento superficial, sino una respuesta existencial a un regalo inmenso, inmerecido y siempre sorprendente”, explicó. “Ser capaz de tal alegría es ser consciente de la pobreza y la necesidad de uno; es tener un corazón vulnerable y abierto, que anhela la comunión, que la alegría llama a ser compartida” añadió.

“¡Qué maravillosa vocación y tarea es esta! ¡Y qué desafío vivificante tratar de edificar la Iglesia como el Cuerpo de Cristo de tal manera que, según el deseo de Jesús, nuestro gozo ‘sea pleno’!”, concluyó.

Traducido y adaptado por Harumi Suzuki. Publicado originalmente en CNA.

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El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, insistió este 30 de septiembre en exigir al Papa Francisco y a la Iglesia Católica que se disculpen con los “pueblos originarios” por la conquista de América.

En conferencia de prensa este 30 de septiembre, López Obrador dijo que “no descartamos que haya, de parte del gobierno español, de la monarquía, un cambio de actitud, y que con humildad se ofrezca una disculpa, un perdón, pensando en dejar atrás esa confrontación y hermanarnos, ver hacia adelante, pensar en la reconciliación”.

“Lo mismo en el caso de la solicitud que hemos hecho al Papa Francisco” dijo, y señaló que “consideramos que el año próximo puede ser el momento, el tiempo oportuno”.

El pedido del presidente de México se enmarca en la próxima celebración de los 528 años del descubrimiento de América, el 12 de octubre. Además, el 13 de octubre de 2021 se cumplirán 500 años de la caída de la capital del imperio mexica (azteca) Tenochtitlán, la actual Ciudad de México, en manos de los españoles aliados con grupos indígenas rivales, como los tlaxcaltecas.

El presidente de México presentó por primera vez la exigencia de perdón a la corona española y al Vaticano en 2019. En esa ocasión, el entonces director interino de la Oficina de Prensa del Vaticano, Alessandro Gisotti, dijo a la agencia Efe que “por el momento” no tendrían un pronunciamiento adicional, pues “como es sabido, el Santo Padre ya se ha expresado con claridad sobre esta cuestión”.

Efectivamente, durante su viaje a Bolivia en 2015, el Papa Francisco pidió perdón por los “muchos y graves pecados contra los pueblos originarios de América”.

“Un verdadero despropósito”

En diálogo con ACI Prensa este 30 de septiembre, el P. Hugo Valdemar, canónigo penitenciario de la Arquidiócesis Primada de México, dijo que la petición de López Obrador “carece de cualquier fundamento histórico y racional. No podemos juzgar con criterios del presente hechos del pasado, hacerlo no solo es anacrónico sino también injusto”.

“La historia está llena de contradicciones e injusticias, pero hacer una revisión cargada de una ideología tóxica como la que tiene el presidente es un verdadero despropósito”, señaló.

El P. Valdemar, que durante 15 años fue director de Comunicación de la Arquidiócesis de México durante el gobierno pastoral del Cardenal Norberto Rivera, advirtió que lo propuesto por el presidente de México “es parte de ideologías que tienen su raíz en el marxismo. Se trata de una verdadera deconstrucción social por lo que todo lo que hicieron nuestros antepasados es negativo, es preciso destruirlo todo: género, familia, historia, instituciones, porque nada sirve, es opresor, y entonces tenemos que partir de cero, de la creación de una nueva antropología que dé como resultado una nueva sociedad”.

“Pero eso es algo esquizofrénico y destructivo”, subrayó.

El P. Valdemar recordó que “a mediados del siglo XIX, el estado liberal que tanto admira el presidente, robó y malbarató todos los bienes de la Iglesia, expulsó a las religiosas y monjas de sus conventos, terminó con los centros educativos y de salud y asistencia de la Iglesia que eran prácticamente los únicos en el país, y hasta la fecha los templos son de su propiedad y no hacen nada por su conservación y mantenimiento, dejando esta carga a los fieles”.

“Y jamás han hecho una indemnización. De hacerlo, deberían a la Iglesia miles de millones de dólares de lo que robaron impunemente y jamás hemos recibido no digamos una justa indemnización, vaya, ni siquiera una disculpa”.

“Y ya no hablemos de los miles de cristeros inocentes que fueron asesinados en la persecución religiosa por la intolerancia de los masones y liberales que tanto alaba este gobierno”, indicó.

El canónigo penitenciario de la Arquidiócesis de México señaló que “sin dejar de reconocer los graves abusos de los conquistadores, la llegada de los españoles a nuestras tierras fue una verdadera bendición de la Providencia divina”.

Los españoles, dijo, “arrancaron a los indígenas de la diabólica idolatría. No olvidemos los miles de sacrificios humanos que hacían los aztecas, y de la opresión en la que tenían a los demás pueblos indígenas. Además que nos trajeron el tesoro más grande que es la fe católica por la que fue posible la aparición de la Virgen de Guadalupe, nuestro tesoro más preciado”.

“Y también nos trajeron la cultura occidental, mucho más avanzada que la originaria. Y el mestizaje que ha hecho posible el México de hoy. Sin ese mestizaje no existiría el presidente Andrés Manuel López Obrador”, destacó.

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El Movimiento Máter Fátima anunció el primer “Sitio de Jericó” que se realizará a nivel mundial del 7 al 13 de octubre de este año, buscando derribar “las murallas que someten al mundo” y en defensa de la vida, la familia y la Iglesia.

El nombre del Sitio de Jericó se toma del relato bíblico de cómo Josué, que guiaba a los israelitas tras la muerte de Moisés, encabezó la milagrosa toma de la ciudad de Jericó, tras derribar los muros que rodeaban la ciudad tras rodearlos por siete días.

En diálogo con ACI Prensa, el P. Héctor Ramírez Sanz Cerrada, director general y fundador de Mater Fátima, explicó que la idea de un Sitio de Jericó a nivel mundial surgió tras conocer esta oración en México, durante un viaje de misión.

“Me tocó practicarla también en mi propia vida. Empecé a rezarla, todos los días trato de rezar el Sitio de Jericó por ser una oración tan potente y que puede dar tantos resultados a tantas personas”, destacó.

“Me di cuenta que esto podía ser un buen instrumento para paliar, para tratar de evitar todos los dramas que están viviendo los hombres en el mundo hoy en día. Es muy doloroso, los ataques contra la familia, los abusos de justicia, de poder, las tiranías en muchos países, las persecuciones por tener un credo, una fe, son terribles”, añadió.

El sacerdote explicó que la oración del Sitio de Jericó “consiste en tres momentos, el ideal: el primero, exposición del Santísimo, adoración eucarística. Segundo, se reza el Santo Rosario pero por partes, decena a decena, no de corrido. Y entre decena y decena, vendría la tercera parte, que es oraciones de renovación de promesas bautismales, rechazo a Satanás, y lógicamente el profesar nuestro amor a Dios”.

Lo ideal sería que una parroquia abriera siete días durante 24 horas al día, con el Santísimo expuesto, y que la gente pudiera ir por turnos para ir haciendo su sitio Jericó”, señaló.

El P. Ramírez Sanz Cerrada señaló que Máter Fátima tiene cinco intenciones para el Sitio de Jericó mundial, “porque son las que nos parece que engloban un poco todas las necesidades que tiene el mundo”.

La primera intención, dijo, es “pedir como dijo la Virgen en Fátima: por la conversión de los pecadores y reparar nuestros pecados, nuestras ofensas, al Sagrado Corazón de Jesús y al Inmaculado Corazón de María”.

“La segunda es pedir por la paz y la libertad de los pueblos. Hay mucha muerte todavía, mucha injusticia, narcotráfico, guerras civiles, etc. en el mundo. Y Dios quiera que no entremos en una guerra mundial”, señaló. Además, piden por la libertad de los pueblos porque el marxismo cultural “está subyugando a muchos países”.

Como tercera intención, dijo, “queremos pedir también por la Iglesia Católica y los sacerdotes”, pues “escuchando algunas homilías, algunos comentarios de obispos, de cardenales, queda clarísimo que hay una crisis de fe dentro también de los eclesiásticos”.

La cuarta intención, señaló, es “pedir por la familia y la vida”, al tiempo que lamentó que algunos promueven el aborto “por egoísmos, por miedos, por intereses”.

“Por último, también queremos pedir por el fin de la pandemia. Es un flagelo que sabemos que es una consecuencia del hombre, del mal uso del corazón, de las cosas que el hombre hace”, indicó.

“Pedimos al Señor que tenga piedad, misericordia de nosotros y nos permita que esta pandemia sea lo menos gravosa posible o que ya pueda terminar”, añadió.

El director de Mater Fátima invitó a los creyentes en todo el mundo a unirse “a este gran acontecimiento mundial. Esperemos que muchos corazones escuchen la llamada de la Santísima Virgen y que verdaderamente con esta humildad, con esta plegaria, podamos recibir tantas gracias que el mundo necesita”.

Para mayor información, puede ingresar a www.materfatima.org.

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, 30 Sep. 20 (ACI Prensa).- El Movimiento Máter Fátima anunció el primer “Sitio de Jericó” que se realizará a nivel mundial del 7 al 13 de octubre de este año, buscando derribar “las murallas que someten al mundo” y en defensa de la vida, la familia y la Iglesia.

El nombre del Sitio de Jericó se toma del relato bíblico de cómo Josué, que guiaba a los israelitas tras la muerte de Moisés, encabezó la milagrosa toma de la ciudad de Jericó, tras derribar los muros que rodeaban la ciudad tras rodearlos por siete días.

En diálogo con ACI Prensa, el P. Héctor Ramírez Sanz Cerrada, director general y fundador de Mater Fátima, explicó que la idea de un Sitio de Jericó a nivel mundial surgió tras conocer esta oración en México, durante un viaje de misión.

“Me tocó practicarla también en mi propia vida. Empecé a rezarla, todos los días trato de rezar el Sitio de Jericó por ser una oración tan potente y que puede dar tantos resultados a tantas personas”, destacó.

“Me di cuenta que esto podía ser un buen instrumento para paliar, para tratar de evitar todos los dramas que están viviendo los hombres en el mundo hoy en día. Es muy doloroso, los ataques contra la familia, los abusos de justicia, de poder, las tiranías en muchos países, las persecuciones por tener un credo, una fe, son terribles”, añadió.

El sacerdote explicó que la oración del Sitio de Jericó “consiste en tres momentos, el ideal: el primero, exposición del Santísimo, adoración eucarística. Segundo, se reza el Santo Rosario pero por partes, decena a decena, no de corrido. Y entre decena y decena, vendría la tercera parte, que es oraciones de renovación de promesas bautismales, rechazo a Satanás, y lógicamente el profesar nuestro amor a Dios”.

“Lo ideal sería que una parroquia abriera siete días durante 24 horas al día, con el Santísimo expuesto, y que la gente pudiera ir por turnos para ir haciendo su sitio Jericó”, señaló.

El P. Ramírez Sanz Cerrada señaló que Máter Fátima tiene cinco intenciones para el Sitio de Jericó mundial, “porque son las que nos parece que engloban un poco todas las necesidades que tiene el mundo”.

La primera intención, dijo, es “pedir como dijo la Virgen en Fátima: por la conversión de los pecadores y reparar nuestros pecados, nuestras ofensas, al Sagrado Corazón de Jesús y al Inmaculado Corazón de María”.

“La segunda es pedir por la paz y la libertad de los pueblos. Hay mucha muerte todavía, mucha injusticia, narcotráfico, guerras civiles, etc. en el mundo. Y Dios quiera que no entremos en una guerra mundial”, señaló. Además, piden por la libertad de los pueblos porque el marxismo cultural “está subyugando a muchos países”.

Como tercera intención, dijo, “queremos pedir también por la Iglesia Católica y los sacerdotes”, pues “escuchando algunas homilías, algunos comentarios de obispos, de cardenales, queda clarísimo que hay una crisis de fe dentro también de los eclesiásticos”.

La cuarta intención, señaló, es “pedir por la familia y la vida”, al tiempo que lamentó que algunos promueven el aborto “por egoísmos, por miedos, por intereses”.

“Por último, también queremos pedir por el fin de la pandemia. Es un flagelo que sabemos que es una consecuencia del hombre, del mal uso del corazón, de las cosas que el hombre hace”, indicó.

“Pedimos al Señor que tenga piedad, misericordia de nosotros y nos permita que esta pandemia sea lo menos gravosa posible o que ya pueda terminar”, añadió.

El director de Mater Fátima invitó a los creyentes en todo el mundo a unirse “a este gran acontecimiento mundial. Esperemos que muchos corazones escuchen la llamada de la Santísima Virgen y que verdaderamente con esta humildad, con esta plegaria, podamos recibir tantas gracias que el mundo necesita”.

Para mayor información, puede ingresar a www.materfatima.org.

Los ángeles son seres espirituales creados por Dios para alabarlo y colaborar con Él. En esta nota te contamos algunos datos importantes sobre estos seres que no son míticos sino reales.

En una nota publicada en el blog de la comunidad brasileña Cançao Nova titulada “Aprendiendo más sobre los ángeles”, Daniel Gesualdo explica que desde el origen de la vida de cada hijo de Dios, este tiene un ángel, el ángel de la guarda o ángel custodio.

“Este ángel, que nos ha sido dado, tiene una misión de suma importancia que es llevarnos a la eternidad con Dios. Sabemos que cada uno de nosotros nace para la eternidad pero nuestra vida puede ser la eternidad con Él o sin Él. De cualquier manera a nuestro lado está nuestro ángel de la guarda”, indica Gesualdo.

Ellos "vieron cómo Satanás fue expulsado del cielo cuando este se rebeló contra Dios. Ellos han sido testigos oculares de eso”, prosiguió.

Además, “pasaron por la prueba de escoger o no a Dios. Eso es algo bueno para ser meditado”, agregó.

A la pregunta sobre si el ángel de la guarda fue creado por Dios cuando uno nace, Danilo Gesualdo dice que “la respuesta es no. Todos los ángeles que hacían falta, por voluntad de Dios, fueron creados cuando Dios los pensó. Es como si, en un único acto, Dios creó a los miles de ángeles que existen hasta hoy. Dios no los creó después, en otro momento, y tampoco los crea hoy en día”.

“Cuando un hijo de Dios nace, esos ángeles son destinados a ser un ángel de la guarda. Así sucedió conmigo y contigo”.

Danilo Gesualdo también hace un breve recuento sobre lo que dicen algunos santos sobre los ángeles.

San Juan de la Cruz enseña que “los ángeles son nuestros pastores, ellos no solo llevan a Dios nuestros mensajes, como nos traen también los de Dios. Ellos alimentan nuestras almas con suaves inspiraciones y comunicaciones divinas. Dios se vale de ellos para comunicarse con nosotros. Como buenos pastores, nos protegen y nos defienden contra los lobos, es decir contra los demonios”.

San Hilario decía que “los ángeles nos ayudan en nuestra lucha para mantenernos fuertes contra los poderes del mal (…) Los espíritus puros fueron enviados para el rescate de la raza humana. Si los ángeles no viniesen en nuestra ayuda, no podríamos resistir a los ataques de los espíritus malignos”.

San Juan María Vianney decía que “si estás imposibilitado para orar, cobíjate detrás de tu buen ángel y encárgale rezar en tu lugar”.

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Crimsonbridge Foundation, junto con el apoyo de la Oficina de Escuelas Católicas de la Arquidiócesis de Washington (Estados Unidos), dará 40 becas parciales para el año 2020-2021 a estudiantes hispanos para ayudarlos a acceder a una educación de calidad en escuelas católicas.

Por un comunicado, Crimsonbridge Foundation indicó que como organización buscan “innovar, invertir y crear soluciones transformadoras en educación, desarrollo de liderazgo y de capacidades para ayudar a los jóvenes, familias y organizaciones sin fines de lucro”.

La directora ejecutiva de la fundación, Danielle Reyes, afirmó que hay una “disparidad significativa en el número de inscripciones” y el interés de las familias hispanas por el entorno académico de las escuelas católicas.

Crimsonbridge Foundation señaló que en Estados Unidos “aproximadamente el 60% de los católicos menores de dieciocho años se identifican como hispanos, pero solo el 17% de los estudiantes que asisten a escuelas católicas son hispanos”.

Con el apoyo del Obispo Auxiliar de Washington, Mons. Mario Dorsonville, el equipo de la fundación se asoció con la Oficina de Escuelas Católicas para desarrollar una variedad de estrategias que logren mejorar la educación de los estudiantes latinos.

En 2016 se lanzó el fondo Hispanic Education Imperative, que ha invertido 1.2 millones de dólares en estrategias innovadoras de desarrollo lingüístico, cultural y profesional, además de becas parciales para que los nuevos estudiantes hispanos asistan a las escuelas católicas de su elección.

El Fondo para Estudiantes Latinos, una organización regional sin fines de lucro que administra la fundación, acompaña a las familias a través del proceso de solicitud y ofrece a los estudiantes un sólido apoyo académico y programas de preparación universitaria.

Desde su fundación, el fondo ha brindado más de 550 mil dólares en becas parciales, que han apoyado a 85 estudiantes de la Arquidiócesis de Washington, que abarca 91 escuelas, desde el jardín de niños hasta la escuela secundaria, y que atiende a 26 mil estudiantes en el sistema escolar no público más grande de la región.

Caitlin Mayo, miembro de la Oficina del Programa de la Fundación Crimsonbridge, indicó que el fondo “es una pieza de una iniciativa más grande que va más allá de la asistencia de becas”, que contempla “el desarrollo de capacidades lingüísticas y culturales y la colaboración con directores, maestros, pastores, familias y estudiantes”.

La fundación señaló que, con la colaboración de socios educativos a través del fondo, 40 estudiantes hispanos podrán recibir becas parciales en el año escolar 2020 – 2021 para acceder a una educación de calidad en seis escuelas secundarias y una escuela primaria en la Arquidiócesis de Washington.

Además, indicó que solo en este año académico el fondo ha otorgado 120 mil dólares en becas parciales para el desarrollo de la educación.

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, 30 Sep. 20 (ACI Prensa).- Santa Teresita del Niño Jesús relató en sus escritos que cuando era niña sufría de una enfermedad que, por los síntomas, se asemeja a lo que hoy se conoce como depresión, un mal que aqueja a millones de personas en todo el mundo y que la santa habría superado gracias a la “Virgen de la Sonrisa”.

“13 de mayo de 1883, fiesta de Pentecostés. Sobre la cama, puse mi mirada hacia la imagen de Nuestra Señora y…de pronto la Santísima Virgen me ha parecido bella, tan bella que nunca vi algo semejante, su rostro exhalaba una bondad y una ternura inefables, pero lo que caló hondo en mi alma fue la ‘sonrisa encantadora de la Santísima Virgen’”, escribió la santa carmelita.

“En ese momento se fueron todas mis penas, dos gruesas lágrimas rodaron por mis mejillas y cayeron por mi rostro, eran lágrimas de pura alegría… ¡Ah! pensé, la Santísima Virgen me sonrió, estoy feliz… (…). Fuera por causa de ella, por sus intensas oraciones, que tuve la gracia de la sonrisa de la Reina de los Cielos…”, agregó.

Santa Teresita del Niño Jesús llamó a esta imagen “La Virgen de la Sonrisa” y compartió esta advocación primero en su familia. Luego la llevó al Carmelo de Lisieux hasta que la imagen fue difundida en todas las órdenes carmelitas del mundo.

El sitio web IlTimone.org consignó que muchas personas en el mundo aseguran que se curaron de la depresión y de otras enfermedades del alma gracias a esta devoción.

Qué es la depresión

La Organización Mundial de la Salud (OMS), define la depresión como “un trastorno mental frecuente, que se caracteriza por la presencia de tristeza, pérdida de interés o placer, sentimientos de culpa o falta de autoestima, trastornos del sueño o del apetito, sensación de cansancio y falta de concentración”.

La OMS advierte que “la depresión puede llegar a hacerse crónica o recurrente, y dificultar sensiblemente el desempeño en el trabajo o la escuela y la capacidad para afrontar la vida diaria. En su forma más grave, puede conducir al suicidio. Si es leve, se puede tratar sin necesidad de medicamentos, pero cuando tiene carácter moderado o grave se pueden necesitar medicamentos y psicoterapia profesional”.

La oración a la Virgen de la Sonrisa

Oh María, Madre de Jesús y nuestra,
que con una clara sonrisa te dignaste consolar
y curar a tu hija Santa Teresita del Niño Jesús de la depresión,
devolviéndole la alegría de vivir
y el sentido de su existencia en Cristo Resucitado.
Mira con maternal afecto a tantos
Hijos e hijas que sufren con la depresión,
trastornos y síndromes psiquiátricos y males psicosomáticos.
Que Jesús Cristo cuide y de sentido a la vida de tantas personas,
cuya existencia a veces está deteriorada.
María, que su hermosa sonrisa no deje que
las dificultades de la vida oscurecen nuestra alma.
Sabemos que sólo tu hijo Jesús puede satisfacer
los anhelos más profundos de nuestro corazón.
María, mediante la luz que brota de tu rostro,
transparenta la misericordia de Dios.
Que tu mirada nos acaricie, y nos convenza de que
Dios nos ama y nunca nos abandona,
y tu ternura renueve en nosotros la autoestima,
la confianza en las propias capacidades,
el interés por el futuro y el deseo de vivir feliz.
Que los familiares de los que sufren con la depresión
Ayuden en el proceso de curación, nunca considerándolos
farsantes que usan la enfermedad con intereses de comodidad,
sino que los demás los valores, escuchen, comprendan y animen.
Virgen de la Sonrisa, alcánzanos de Jesús la verdadera curación
y líbranos de alivios temporales e ilusorios.
Curados, nos comprometemos a servir con alegría,
Disposición y entusiasmo a Jesús como discípulos misioneros,
con nuestro testimonio de vida renovada.
Amén.

Además se recomienda rezar dos Avemarías en honor de las dos lágrimas de alegría que surcaron las mejillas de la santa cuando experimentó la sonrisa de Nuestra Señora.

El futuro del aborto en Estados Unidos y la nominación de la jueza Amy Coney Barrett para la Corte Suprema fueron puntos de enfrentamiento en el debate presidencial del martes por la noche entre el presidente Donald Trump y el ex vicepresidente Joe Biden. 

Si bien el debate de 90 minutos, celebrado en Cleveland, Ohio, estuvo marcado por intensos intercambios de ambos candidatos presidenciales, con frecuentes interrupciones durante las respuestas, ambos hicieron algunos comentarios sobre el aborto y la Corte Suprema.

El moderador Chris Wallace les preguntó sobre la reciente nominación de Barrett a la Corte Suprema por parte de Trump, y sus pensamientos sobre cómo la jueza católica podría cambiar el equilibrio de la corte. 

Trump, quien respondió primero, dijo que Barrett era una “nominada fenomenal” que contaba con el apoyo de “gente muy liberal de Notre Dame y otros lugares”. Barrett, dijo Trump, “va a ser fantástica”. 

“Va a ser tan buena como cualquiera que haya servido en ese campo”, dijo Trump. 

El presidente defendió la nominación realizada durante un año electoral, lo que ha sido criticado por los legisladores demócratas. Estos contrastan la nominación con la negativa del Senado en 2016 a tener una audiencia sobre la nominación del juez Merrick Garland para la Corte Suprema. 

No obstante, Trump dijo que el Partido Republicano controla tanto el Senado como la presidencia y por lo tanto tiene los votos para confirmar a su nominada. En 2016, bajo la presidencia de Barack Obama, el Partido Demócrata no tenía los votos en el Senado para seguir adelante con el proceso de confirmación. 

“Tenían a Merrick Garland, pero el problema es que no tuvieron las elecciones, así que los detuvieron. Y probablemente eso también sucedería al revés. Definitivamente sucedería al revés”, dijo Trump. 

El actual presidente agregó que fue elegido para servir durante cuatro años, no tres años, y tenía derecho a llenar las vacantes en la Corte Suprema en cualquier momento que surgieran durante su mandato. 

Biden, por su lado, dijo que el Senado debería “esperar” cuando se trata de confirmar a Barrett en la Corte Suprema, ya que “el pueblo estadounidense tiene derecho a opinar sobre quién es el nominado a la Corte Suprema y esa decisión ocurre cuando votan por los senadores y el presidente de Estados Unidos”.

“No van a tener esa oportunidad ahora porque ya estamos en medio de una elección”, dijo Biden, y señaló que muchas personas ya han emitido sus votos. 

También se le preguntó a Biden si, en caso de ser elegido, apoyaría los esfuerzos para agregar jueces a la Corte Suprema más allá de los nueve ahora prescritos por la ley. Biden se negó repetidamente a responder la pregunta.

Biden dijo que la Ley de Cuidado de Salud a Bajo Precio, legislación que se aprobó mientras se desempeñaba como vicepresidente, estaba en juego debido a la posible presencia de Barrett en la Corte. 

“Y la justicia, no me opongo a la justicia, parece una persona muy buena. Pero ella escribió, antes de llegar a la corte, lo cual es su derecho, que piensa que la Ley de Protección al Paciente y Cuidado de Salud Asequible [NdR: Obamacare] no es constitucional. La otra cosa que está en la corte, y si es derribada, ¿qué pasa? Los derechos de las mujeres han cambiado fundamentalmente”, dijo Biden. 

El exvicepresidente, católico y firme partidario del acceso al aborto, también sugirió que los supuestos derechos contra la vida del no nacido podrían estar en riesgo si se confirma a Barrett ante la Corte Suprema. 

“El caso es que el presidente también se opone a Roe v. Wade. Eso también está en la votación y en la corte, en la corte, y eso también está en juego en este momento”, dijo Biden.

Trump rechazó la opinión aparente de que revocar el caso el fallo Roe v. Wade estaba en la votación de noviembre.

“No está en la votación. No sucederá allí”, dijo Trump, refiriéndose aparentemente al tema del aborto en la Corte Suprema. El presidente no dio más detalles.

Wallace dijo que la conversación eventualmente volvería a Roe v. Wade, pero el tema no se volvió a plantear durante el debate. 

Traducido y adaptado por Diego López Marina. Publicado originalmente en CNA.

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Santa Teresita del Niño Jesús relató en sus escritos que cuando era niña sufría de una enfermedad que, por los síntomas, se asemeja a lo que hoy se conoce como depresión, un mal que aqueja a millones de personas en todo el mundo y que la santa habría superado gracias a la “Virgen de la Sonrisa”.

“13 de mayo de 1883, fiesta de Pentecostés. Sobre la cama, puse mi mirada hacia la imagen de Nuestra Señora y…de pronto la Santísima Virgen me ha parecido bella, tan bella que nunca vi algo semejante, su rostro exhalaba una bondad y una ternura inefables, pero lo que caló hondo en mi alma fue la ‘sonrisa encantadora de la Santísima Virgen’”, escribió la santa carmelita.

“En ese momento se fueron todas mis penas, dos gruesas lágrimas rodaron por mis mejillas y cayeron por mi rostro, eran lágrimas de pura alegría… ¡Ah! pensé, la Santísima Virgen me sonrió, estoy feliz… (…). Fuera por causa de ella, por sus intensas oraciones, que tuve la gracia de la sonrisa de la Reina de los Cielos…”, agregó.

Santa Teresita del Niño Jesús llamó a esta imagen “La Virgen de la Sonrisa” y compartió esta advocación primero en su familia. Luego la llevó al Carmelo de Lisieux hasta que la imagen fue difundida en todas las órdenes carmelitas del mundo.

El sitio web IlTimone.org consignó que muchas personas en el mundo aseguran que se curaron de la depresión y de otras enfermedades del alma gracias a esta devoción.

Qué es la depresión

La Organización Mundial de la Salud (OMS), define la depresión como “un trastorno mental frecuente, que se caracteriza por la presencia de tristeza, pérdida de interés o placer, sentimientos de culpa o falta de autoestima, trastornos del sueño o del apetito, sensación de cansancio y falta de concentración”.

La OMS advierte que “la depresión puede llegar a hacerse crónica o recurrente, y dificultar sensiblemente el desempeño en el trabajo o la escuela y la capacidad para afrontar la vida diaria. En su forma más grave, puede conducir al suicidio. Si es leve, se puede tratar sin necesidad de medicamentos, pero cuando tiene carácter moderado o grave se pueden necesitar medicamentos y psicoterapia profesional”.

La oración a la Virgen de la Sonrisa

Oh María, Madre de Jesús y nuestra,
que con una clara sonrisa te dignaste consolar
y curar a tu hija Santa Teresita del Niño Jesús de la depresión,
devolviéndole la alegría de vivir
y el sentido de su existencia en Cristo Resucitado.
Mira con maternal afecto a tantos
Hijos e hijas que sufren con la depresión,
trastornos y síndromes psiquiátricos y males psicosomáticos.
Que Jesús Cristo cuide y de sentido a la vida de tantas personas,
cuya existencia a veces está deteriorada.
María, que su hermosa sonrisa no deje que
las dificultades de la vida oscurecen nuestra alma.
Sabemos que sólo tu hijo Jesús puede satisfacer
los anhelos más profundos de nuestro corazón.
María, mediante la luz que brota de tu rostro,
transparenta la misericordia de Dios.
Que tu mirada nos acaricie, y nos convenza de que
Dios nos ama y nunca nos abandona,
y tu ternura renueve en nosotros la autoestima,
la confianza en las propias capacidades,
el interés por el futuro y el deseo de vivir feliz.
Que los familiares de los que sufren con la depresión
Ayuden en el proceso de curación, nunca considerándolos
farsantes que usan la enfermedad con intereses de comodidad,
sino que los demás los valores, escuchen, comprendan y animen.
Virgen de la Sonrisa, alcánzanos de Jesús la verdadera curación
y líbranos de alivios temporales e ilusorios.
Curados, nos comprometemos a servir con alegría,
Disposición y entusiasmo a Jesús como discípulos misioneros,
con nuestro testimonio de vida renovada.
Amén.

Además se recomienda rezar dos Avemarías en honor de las dos lágrimas de alegría que surcaron las mejillas de la santa cuando experimentó la sonrisa de Nuestra Señora.

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El grupo de música católica Alfareros lanzó la canción “Guerrera”, que busca ser un “homenaje” que lleve esperanza y ánimo a todas las mujeres que luchan en medio de las pruebas de nuestro tiempo, y las invite a “confiar siempre en el corazón misericordioso de Dios”.

Alfareros nació en 1995 en República Dominicana con un grupo de músicos durante una Eucaristía en el marco de la celebración de la fiesta del Corpus Christi. Sus canciones tienen una fusión entre ritmos tropicales y caribeños, donde destaca el álbum “70 veces 7” por otorgarles el “Grammy Latino 2018” en la categoría “Álbum Cristiano en Español”.

Su más reciente producción se titula “Guerrera” y fue compuesta el 7 de junio por Junior Cabrera, director del grupo, en medio de la pandemia del COVID-19, para quien el sencillo es “un himno de esperanza” que busca “reconocer a todas las mujeres luchadoras, que sin miedo han enfrentado o aún enfrentan enfermedades, abandono, discriminación o violencia”.

“Queremos reconocer el ejemplo de lucha de esas hermosas, que, en todos los terrenos de sus vidas, son guerreras que entregan todo por sus familias, siempre sujetadas de la mano de Dios”, dijo la agrupación.

“Esta hermosa canción fue compuesta el 7 de junio de este año, en medio de este tiempo de pruebas y crecimiento; con estas letras y melodías queremos hacer un llamado de esperanza y de alegría, y animándoles a confiar siempre en el corazón misericordioso de Dios”, añadió.

La canción fue interpretada por la dominicana Felina Tejada, que recientemente se ha integrado al grupo, y acompañada en los coros por el resto de los miembros de Alfareros: Katia, Mafer, Fermir Vargas y Oscar. “Esta canción es un llamado de alegría y de fe, en este tiempo de pruebas en el que el mundo se encuentra por la pandemia del COVID-19”, dijo Tejada. 

El sencillo está acompañado de un videoclip filmado el 8 de agosto en el Monumento a los Héroes de la Restauración de la ciudad de Santiago de los Caballeros en República Dominicana, donde participan 20 mujeres “guerreras”, cuyos testimonios fueron de inspiración y “bendición para nosotros y sabemos que lo serán para ustedes”, indicó.

En declaraciones a EWTN noticias, el grupo señaló que para las tomas del video, dirigido por Kelvin j Bido, se grabó a cada participante por separado para cuidar el distanciamiento social y así evitar posibles contagios de COVID-19. Asimismo, indicaron que algunos integrantes grabaron sus clips desde los países donde se encontraban en ese momento.

El grupo señaló que ante las limitaciones que impone la pandemia del COVID-19 a los músicos, tuvieron que adaptarse “a la nueva realidad y producir un material desde la casa, desde los medios electrónicos. El Señor nos ha regalado nuevos medios como son los podcasts” y la circulación de su álbum instrumental “Música para orar”, lanzado a inicios de la pandemia.

Además destacaron la contribución de la plataforma Patreon, a través de la que difundieron el audio del concierto “A Chavón por ti” lanzado en 2005 y dijeron que durante este tiempo “han aportado un granito de arena y se han hecho parte misma de la evangelización”.

Los interesados en escuchar la canción y ver el videoclip pueden hacer clic AQUÍ, escucharlo en Spotify, Apple Music, y en todas las redes sociales de Alfareros. Los interesados en escuchar el resto de sus producciones musicales, pueden descargarlas de forma gratuita en su sitio web.

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La plataforma Concertados ha anunciado movilizaciones sociales y numerosas acciones ante “la hostilidad reiterada de la coalición PSOE-Unidas Podemos,” actualmente en el Gobierno de España, que se manifestaron en las enmiendas presentadas a la LOMLOE.

Las organizaciones de la educación concertada, que se agrupan bajo la Plataforma Concertados, han manifestado a través de un fuerte comunicado “su hartazgo e indignación” ante el “último golpe” dirigido por los partidos que forman la coalición de Gobierno, PSOE y Unidas Podemos, y plasmado en las enmiendas a la LOMLOE presentadas el pasado miércoles, 23 de septiembre.

La LOMLOE es la Ley Orgánica de Mejora de la Ley Orgánica de Educación, también conocida como Ley Celaá en referencia a la Ministra de Educación del actual gobierno socialista de España. Ésta pretende derogar la LOMCE (Ley Orgánica de Mejora de la Calidad Educativa aprobada por el Gobierno de Mariano Rajoy (2016- 2018), una ley educativa que está actualmente en vigor pero que desde el PSOE quieren modificar alegando que ésa fue aprobada sin consenso.

Según explican, las enmiendas que se presentaron a la LOMLOE “refuerzan de manera inequívoca el objetivo del Gobierno de incrementar la enseñanza pública a costa de reducir progresivamente la enseñanza concertada hasta su eliminación”.

De hecho, apuntan que “el representante de Unidas Podemos explicó en su comparecencia ante los medios que la enseñanza concertada es una “anomalía” que hay que superar y el instrumento elegido será la futura LOMLOE”.

Esta manifestación contradice las llamadas a la serenidad de la propia Ministra de Educación, pero es coherente con las últimas acciones del Gobierno y de los Grupos Parlamentarios Socialista y de Unidas Podemos”, aseguran.

Por eso denuncian que “ante la hostilidad reiterada de la coalición PSOE-Unidas Podemos, la concertada dice: ¡BASTA!”

En ese sentido desde la Plataforma Concertados recuerdan la intención del Gobierno “de excluir de las ayudas por la COVID-19 a los alumnos y familias de la enseñanza concertada, plasmada en los Acuerdos de Reconstrucción que se votaron a finales de julio

El sectarismo fue tan evidente que la Propuesta de Acuerdo en Políticas Sociales fue rechazada por la mayoría del Congreso”, aseguran.

PSOE y Podemos presentaron de manera conjunta 117 enmiendas a la LOMLOE, de hecho más de 54 de las enmiendas fueron de Podemos en solitario.

Esto “confirma su voluntad” de incrementar el número de plazas exclusivamente públicas en todos los niveles educativos, y especialmente en Educación Infantil (0-3 años); acabar con la complementariedad de redes pública y concertada; suprimir la libertad de elección de las familias como criterio para mantener o reducir aulas”.

Además de “incrementar el control por la Administración del proceso de admisión de alumnos (centralización en una “caja única”); implantar la distribución forzosa del alumnado sin respetar la voluntad de las familias; reforzar el criterio de zonificación; eliminar progresivamente los centros de Educación Especial; establecer actividades complementarias gratuitas y obligatorias con un posible contenido ideológico al margen del proyecto educativo del centro; suprimir el concierto de los centros de educación diferenciada”.

O “imponer valores no consensuados mediante una asignatura específica que parece una reedición de Educación para la Ciudadanía e introducir determinadas líneas transversales, como perspectiva e ideología de género, memoria democrática, entre otros”.

Desde la Plataforma Concertados aseguran que esta reforma educativa “se olvida completamente del profesorado y de los trabajadores del sector” ya que “no plantea ni una sola medida que mejore la situación de los docentes, más bien al contrario, acrecienta aún más las abultadas desigualdades existentes con sus homólogos de la red pública”.

De esta manera, desde la Plataforma Concertados aseguran que “esta LOMLOE menoscaba la seguridad jurídica y laboral en el sector y tendrá graves consecuencias sobre el mantenimiento y la calidad del empleo”.

“A pesar de que el Gobierno repite que el Proyecto de Ley recoge las aportaciones y propuestas de todos los sectores educativos, la realidad muestra una actitud totalitaria y una absoluta falta de consenso”, aseguran.

Entre todos los grupos parlamentarios, incluido el Grupo Socialista y el Grupo de Unidas Podemos, se han presentado 1.165 enmiendas por lo que hasta ahora el Gobierno argumentaba la falta de consenso en la aprobación de la ley de educación anterior (LOMCE) y queda en evidencia que por el enorme número de enmiendas presentadas a la ley Celaá se trata de un “proyecto que no ha sido mínimamente acordado con el resto de fuerzas políticas”.

Por eso desde la Plataforma Concertados aseguran que “en realidad, la Ley Celaá plantea la derogación de la LOMCE como excusa para reeditar los viejos planteamientos pedagógicos de la LOE, que tan bajos resultados académicos produjo, e imponer la enseñanza pública como único eje vertebrador del sistema educativo en detrimento de otras opciones elegidas por las familias”.

También declaran que “aprovecha el presente contexto de emergencia sanitaria, social y económica para evitar la respuesta crítica y contundente de numerosos sectores (familias, alumnos, sindicatos, centros…)”.

Por eso insisten en que “el Proyecto cuya aprobación desea impulsar el Gobierno, lejos de generar ilusión en el seno de la comunidad educativa, provoca apatía al demostrar la incapacidad política para llegar a un Pacto Educativo de Estado que siente las bases de una nueva ley, moderna y con espíritu de permanencia, que otorgue estabilidad a nuestro sistema educativo desde el consenso que supuso el artículo 27 de la Constitución”

Todos deseamos una ley que solucione los verdaderos problemas del aprendizaje de nuestros niños y jóvenes, que apueste por la autonomía de los centros, por la innovación y por el respeto a los derechos de padres, alumnos y educadores y que aporte la financiación necesaria”, pero según subrayan “esa ley no es la LOMLOE”.

De esta manera, desde el conjunto de organizaciones que representan a la enseñanza concertada han anunciado que se prepara “una batería de acciones dirigidas a informar verazmente a la comunidad educativa del contenido de la Ley, visibilizar la oposición en los medios de comunicación y promover movilizaciones sociales ante la vulneración de los derechos y libertades ciudadanas reconocidos en nuestra Constitución. Estas acciones se concretarán y desarrollarán en las próximas semanas”.

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El Papa Francisco sugirió acudir frecuentemente a los Ángeles de la Guarda para que “nos ayuden a mantener la mirada fija en Jesús”.

Así lo indicó el Santo Padre durante la Audiencia General de este miércoles 30 de septiembre en el patio de San Dámaso del Vaticano.

Al recordar la próxima fiesta de los Ángeles Custodios, o Ángeles de la Guarda, que la Iglesia universal celebra cada año el 2 de octubre, el Papa sugirió acudir a ellos “en todas las situaciones de nuestra vida”.

“Acudamos a ellos frecuentemente en la oración, para que nos socorran en todas las situaciones de nuestra vida y nos ayuden a mantener la mirada fija en Jesús, nuestra única salvación”, dijo el Papa en su saludo a los fieles de lengua alemana.

En 2015, el Papa Francisco dedicó la homilía de la Misa en la Casa Santa a los Ángeles de la Guarda o Ángeles Custodios.

En aquella ocasión, el Santo Padre señaló que “cada uno de nosotros tiene” un ángel de la guarda que “está siempre con nosotros” y lo calificó como “un embajador de Dios con nosotros”.

Por ello, el Papa invitó a “escuchar su voz porque él nos aconseja” por lo que pidió tener “respeto y escucha a este compañero de camino”.

“Pidamos hoy al Señor la gracia de esta docilidad, de escuchar la voz de este compañero, de este embajador de Dios que está junto a nosotros en Su nombre, que nos sostiene con su ayuda”, dijo entonces el Papa.

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El Papa Francisco firmó la Carta Apostólica “Scripturae Sacrae affectus” este 30 de septiembre en el 16º centenario de la muerte de San Jerónimo.

“Una estima por la Sagrada Escritura, un amor vivo y suave por la Palabra de Dios escrita es la herencia que san Jerónimo ha dejado a la Iglesia a través de su vida y sus obras. Las expresiones, tomadas de la memoria litúrgica del santo, nos ofrecen una clave de lectura indispensable para conocer, en el XVI centenario de su muerte, su admirable figura en la historia de la Iglesia y su gran amor por Cristo”, destacó el Papa.

A continuación, el texto completo de la Carta:

Una estima por la Sagrada Escritura, un amor vivo y suave por la Palabra de Dios escrita es la herencia que san Jerónimo ha dejado a la Iglesia a través de su vida y sus obras. Las expresiones, tomadas de la memoria litúrgica del santo [1], nos ofrecen una clave de lectura indispensable para conocer, en el XVI centenario de su muerte, su admirable figura en la historia de la Iglesia y su gran amor por Cristo. Este amor se extiende, como un río en muchos cauces, a través de su obra de incansable estudioso, traductor, exegeta, profundo conocedor y apasionado divulgador de la Sagrada Escritura; fino intérprete de los textos bíblicos; ardiente y en ocasiones impetuoso defensor de la verdad cristiana; ascético y eremita intransigente, además de experto guía espiritual, en su generosidad y ternura. Hoy, mil seiscientos años después, su figura sigue siendo de gran actualidad para nosotros, cristianos del siglo XXI.

Introducción

El 30 de septiembre del año 420, Jerónimo concluía su vida terrena en Belén, en la comunidad que fundó junto a la gruta de la Natividad. De este modo se confiaba a ese Señor que siempre había buscado y conocido en la Escritura, el mismo que como Juez ya había encontrado en una visión, cuando padecía fiebre, quizá en la Cuaresma del año 375. En ese acontecimiento, que marcó un viraje decisivo en su vida, un momento de conversión y cambio de perspectiva, se sintió arrastrado a la presencia del Juez: «Interrogado acerca de mi condición, respondí que era cristiano. Pero el que estaba sentado me dijo: “Mientes; tú eres ciceroniano, tú no eres cristiano”»[2]. San Jerónimo, en efecto, había amado desde joven la belleza límpida de los textos clásicos latinos y, en comparación, los escritos de la Biblia le parecían, inicialmente, toscos e imprecisos, demasiado ásperos para su refinado gusto literario.

Ese episodio de su vida favoreció la decisión de consagrarse totalmente a Cristo y a su Palabra, dedicando su existencia a hacer que las palabras divinas, a través de su infatigable trabajo de traductor y comentarista, fueran cada vez más accesibles a los demás. Ese acontecimiento dio a su vida una orientación nueva y más decidida: convertirse en servidor de la Palabra de Dios, como enamorado de la “carne de la Escritura”. Así, en la búsqueda continua que caracterizó su vida, revalorizó sus estudios juveniles y la formación recibida en Roma, reordenando su saber en un servicio más maduro a Dios y a la comunidad eclesial.

Por eso, san Jerónimo entra con pleno derecho entre las grandes figuras de la Iglesia de la época antigua, en el periodo llamado el siglo de oro de la patrística, verdadero puente entre Oriente y Occidente: fue amigo de juventud de Rufino de Aquilea, visitó a Ambrosio y mantuvo una intensa correspondencia con Agustín. En Oriente conoció a Gregorio Nacianceno, Dídimo el Ciego, Epifanio de Salamina. La tradición iconográfica cristiana lo consagró representándolo, junto con Agustín, Ambrosio y Gregorio Magno, entre los cuatro grandes doctores de la Iglesia de Occidente.

Mis predecesores también quisieron recordar su figura en diversas circunstancias. Hace un siglo, con ocasión del decimoquinto centenario de su muerte, Benedicto XV le dedicó la Carta encíclica Spiritus Paraclitus (15 septiembre 1920), presentándolo al mundo como «doctor maximus explanandis Scripturis»[3]. En tiempos más recientes, Benedicto XVI expuso su personalidad y sus obras en dos catequesis sucesivas[4]. Ahora, en el decimosexto centenario de su muerte, también yo deseo recordar a san Jerónimo y volver a proponer la actualidad de su mensaje y de sus enseñanzas, a partir de su gran estima por las Escrituras.

En este sentido, puede conectarse perfectamente, como guía segura y testigo privilegiado, con la XII Asamblea del Sínodo de los Obispos, dedicada a la Palabra de Dios[5], y con la Exhortación apostólica Verbum Domini (VD) de mi predecesor Benedicto XVI, publicada precisamente en la fiesta del santo, el 30 de septiembre de 2010[6].

De Roma a Belén

La vida y el itinerario personal de san Jerónimo se consumaron por las vías del imperio romano, entre Europa y Oriente. Nació alrededor del año 345 en Estridón, frontera entre Dalmacia y Panonia, en el territorio de la actual Croacia y Eslovenia, y recibió una sólida educación en una familia cristiana. Según el uso de la época, fue bautizado en edad adulta, en los años en que estudió retórica en Roma, entre el 358 y el 364. Precisamente en este periodo romano se convirtió en un lector insaciable de los clásicos latinos, que estudiaba bajo la guía de los maestros de retórica más ilustres de su tiempo.

Al finalizar los estudios emprendió un largo viaje a la Galia, que lo llevó a la ciudad imperial de Tréveris, hoy Alemania. Allí entró en contacto, por primera vez, con la experiencia monástica oriental difundida por san Atanasio. De este modo maduró un deseo profundo que lo acompañó a Aquilea donde inició con algunos de sus amigos «un coro de bienaventurados»[7], un periodo de vida en común.

Hacia el año 374, pasando por Antioquía, decidió retirarse al desierto de Calcis, para realizar, de forma cada vez más radical, una vida ascética, en la que estaba reservado un amplio espacio al estudio de las lenguas bíblicas, primero del griego y después del hebreo. Se confió a un hermano judío, convertido al cristianismo, que lo introdujo en el conocimiento de la nueva lengua hebrea y de los sonidos, que definió «palabras fricativas y aspiradas»[8].

Jerónimo eligió y vivió el desierto, con la consiguiente vida eremítica, en su significado más profundo: como lugar de las elecciones existenciales fundamentales, de intimidad y encuentro con Dios, donde a través de la contemplación, las pruebas interiores y el combate espiritual llegó al conocimiento de la fragilidad, con una mayor conciencia de los límites propios y ajenos, reconociendo la importancia de las lágrimas[9]. Así, en el desierto, experimentó concretamente la presencia de Dios, la necesaria relación del ser humano con Él, su consolación misericordiosa. A este respecto, me gusta recordar una anécdota, de tradición apócrifa. Jerónimo le dijo al Señor: “¿Qué quieres de mí?” Y Él le respondió: “Todavía no me has dado todo”. “Pero, Señor, yo te di esto, esto y esto…” —“Falta una cosa” —“¿Qué cosa?” —“Dame tus pecados, para que pueda tener la alegría de perdonarlos otra vez”[10].

Volvemos a encontrarlo en Antioquía, donde fue ordenado sacerdote por el obispo Paulino, después en Constantinopla, hacia el año 379, donde conoció a Gregorio Nacianceno y prosiguió sus estudios; se dedicó a traducir del griego al latín importantes obras (las homilías de Orígenes y la crónica de Eusebio), respiró el clima del Concilio celebrado en esa ciudad en el año 381. En esos años, su pasión y su generosidad se revelaron en el estudio. Una bendita inquietud lo guiaba y lo volvía incansable y apasionado en la búsqueda: «Cuántas veces me desanimé, cuántas desistí para empezar de nuevo en mi empeño de aprender», conducido por la “amarga semilla” de semejantes estudios para poder recoger “dulces frutos”[11].

En el año 382 Jerónimo volvió a Roma y se puso a disposición del papa Dámaso quien, valorando sus grandes cualidades, lo nombró su estrecho colaborador. Aquí Jerónimo se dedicó a una actividad incesante, sin olvidar la dimensión espiritual. En el Aventino, gracias al apoyo de mujeres aristocráticas romanas, deseosas de elecciones evangélicas radicales, como Marcela, Paula y su hija Eustoquio, creó un cenáculo fundado en la lectura y el estudio riguroso de la Escritura. Jerónimo fue exegeta, docente, guía espiritual. En ese tiempo comenzó una revisión de las anteriores traducciones latinas de los Evangelios, y quizá también de otras partes del Nuevo Testamento; continuó su trabajo como traductor de homilías y comentarios escriturísticos de Orígenes, desplegó una intensa actividad epistolar, se confrontó públicamente con autores heréticos, a veces con excesos e intransigencias, pero siempre movido sinceramente por el deseo de defender la verdadera fe y el depósito de las Escrituras.

Este periodo intenso y prolífico se interrumpió con la muerte del papa Dámaso. Se vio obligado a dejar Roma y, seguido por algunos amigos y mujeres deseosas de continuar la experiencia espiritual y el estudio bíblico que habían comenzado, partió hacia Egipto —donde conoció al gran teólogo Dídimo el Ciego— y Palestina, para establecerse definitivamente en Belén en el año 386. Retomó sus estudios filológicos, arraigados en los lugares físicos que habían sido escenario de esas narraciones.

La importancia que daba a los lugares santos se evidencia no sólo por la elección de vivir en Palestina, desde el año 386 hasta su muerte, sino también por el servicio a las peregrinaciones. Precisamente en Belén, lugar privilegiado para él, cerca de la gruta de la Natividad fundó dos monasterios “gemelos”, masculino y femenino, con albergues para acoger a los peregrinos venidos ad loca sancta, manifestando así su generosidad para alojar a cuantos llegaban a aquella tierra para ver y tocar los lugares de la historia de la salvación, uniendo de este modo la búsqueda cultural a la espiritual[12].

Poniéndose a la escucha, Jerónimo se encontró a sí mismo en la Sagrada Escritura, como también el rostro de Dios y de los hermanos, y afinó su predilección por la vida comunitaria. De ahí su deseo de vivir con los amigos, como en los tiempos de Aquilea, y de fundar comunidades monásticas, persiguiendo el ideal cenobítico de vida religiosa que ve al monasterio como “lugar de entrenamiento” donde formar personas «que se hayan hecho los más insignificantes de todos para merecer ser los primeros», felices en la pobreza y capaces de enseñar con el propio estilo de vida. De hecho, consideraba formativo vivir «bajo la disciplina de un solo padre y en compañía de muchos hermanos» para aprender la humildad, la paciencia, el silencio y la mansedumbre, consciente de que «a la verdad no le gustan los rincones ni le hacen falta los chismosos»[13]. Además, confiesa que comenzó a «sentir […] nostalgia de las celdas del monasterio y a echar de menos la similitud de aquellas hormigas con los monjes, entre los cuales se trabaja en común y, aunque nada sea propiedad de cada cual, todos lo tienen todo»[14].

Jerónimo no encontró en el estudio un deleite efímero centrado en sí mismo, sino un ejercicio de vida espiritual, un medio para llegar a Dios y, de este modo, su formación clásica se reordenó también en un servicio más maduro a la comunidad eclesial. Pensemos en la ayuda que dio al papa Dámaso, en la enseñanza que dedicó a las mujeres, especialmente para el hebreo, desde el primer cenáculo en el Aventino, hasta hacer entrar a Paula y Eustoquio en «las discrepancias de los traductores»[15] y, algo inaudito para ese tiempo, permitirles que pudieran leer y cantar los Salmos en la lengua original[16].

Una cultura, la suya, puesta al servicio y confirmada como necesaria para todo evangelizador. Así le recordaba al amigo Nepociano: «La palabra del presbítero está inspirada por la lectura de las Escrituras. No te quiero ni declamador, ni deslenguado, ni charlatán, sino conocedor del misterio e instruido en los designios de tu Dios. Hablar con engolamiento o precipitadamente para suscitar admiración ante el vulgo ignorante es propio de hombres incultos. El hombre de frente altanera se lanza con frecuencia a interpretar lo que ignora, y si logra convencer a los demás, se arroga para sí mismo el saber»[17].

Hasta su muerte en el año 420, Jerónimo transcurrió en Belén el periodo más fecundo e intenso de su vida, completamente dedicado al estudio de la Escritura, comprometido en la monumental obra de traducción de todo el Antiguo Testamento a partir del original hebreo. Al mismo tiempo, comentaba los libros proféticos, los salmos, las obras paulinas, escribía subsidios para el estudio de la Biblia. El trabajo valioso que se encuentra en sus obras es fruto del diálogo y la colaboración, desde la copia y el análisis de los manuscritos hasta su reflexión y discusión: Para estudiar «los libros divinos yo nunca he confiado en mis propias fuerzas ni he tenido como maestra mi propia opinión, sino que he solido preguntar incluso sobre aquellas cosas que yo creía saber, ¡cuánto más sobre aquellas de las que yo estaba dudoso!»[18]. Por eso, consciente de sus propios límites, pedía auxilio continuamente en la oración de intercesión, para que la traducción de los textos sagrados estuviera hecha «con el mismo espíritu con que fueron escritos los libros»[19], sin olvidar traducir también otras obras de autores como Orígenes, indispensables para el trabajo exegético, para «procurar materiales a quienes quieran adelantar en el conocimiento de las cosas»[20].

El estudio de Jerónimo se reveló como un esfuerzo realizado en la comunidad y al servicio de la comunidad, modelo de sinodalidad también para nosotros, para nuestro tiempo y para las diversas instituciones culturales de la Iglesia, con vistas a que sean siempre «lugar donde el saber se vuelve servicio, porque sin el saber nacido de la colaboración y que se traduce en la cooperación no hay desarrollo humano genuino e integral»[21]. El fundamento de esa comunión es la Escritura, que no podemos leer por nuestra cuenta: «La Biblia ha sido escrita por el Pueblo de Dios y para el Pueblo de Dios, bajo la inspiración del Espíritu Santo. Sólo en esta comunión con el Pueblo de Dios podemos entrar realmente, con el “nosotros”, en el núcleo de la verdad que Dios mismo quiere comunicarnos»[22].

La vigorosa experiencia de vida de Jerónimo, alimentada por la Palabra de Dios, hizo que se convirtiera en guía espiritual, a través de una intensa correspondencia epistolar. Se hizo compañero de viaje, convencido de que «ningún arte se aprende sin maestro», como escribe a Rústico: «Todo lo que pretendo insinuarte, tomándote de la mano, todo lo que pretendo inculcarte, como el experto marino que ha pasado por muchos naufragios lo haría con un remero bisoño»[23]. Desde aquel rincón tranquilo del mundo acompañaba a la humanidad en una época de grandes cambios, marcada por acontecimientos como el saqueo de Roma del año 410, que lo afectó profundamente.

Confiaba en sus cartas las polémicas doctrinales, siempre en defensa de la recta fe, revelándose como hombre de relaciones vividas con fuerza y con dulzura, involucrado totalmente, sin formas edulcoradas, experimentando que «el amor no tiene precio»[24]. Así vivía sus afectos, con ímpetu y sinceridad. Esta implicación en las situaciones en las que vivía y actuaba se constata también con el hecho de que ofrecía su trabajo de traducción y crítica como munus amicitiae. Era un don ante todo para los amigos, a quienes destinaba y dedicaba sus obras, y a quienes les pedía que las leyeran con ojos amigables más que críticos, y luego para los lectores, sus contemporáneos y los de todos los tiempos[25].

Dedicó los últimos años de su vida a la lectura orante personal y comunitaria de la Escritura, a la contemplación, al servicio a los hermanos a través de sus obras. Todo esto en Belén, junto a la gruta donde la Virgen dio a luz al Verbo, consciente de que es «dichoso aquel que porta en su pecho la cruz, la resurrección y el lugar del nacimiento de Cristo y el de la ascensión. Dichoso aquel que tiene a Belén en su corazón, y en cuyo corazón Cristo nace a diario»[26].

La clave sapiencial de su retrato

Para una plena comprensión de la personalidad de san Jerónimo es necesario conjugar dos dimensiones características de su existencia como creyente. Por un lado, su absoluta y rigurosa consagración a Dios, con la renuncia a cualquier satisfacción humana, por amor a Cristo crucificado (cf. 1 Co 2,2; Flp 3,8.10); por otro lado, el esfuerzo de estudio asiduo, dirigido exclusivamente a una comprensión del misterio del Señor cada vez más profunda. Es precisamente este doble testimonio ofrecido de modo admirable por san Jerónimo, el que se propone como modelo, sobre todo, para los monjes, quienes viven de ascesis y oración, con vistas a que se dediquen al trabajo asiduo de la investigación y del pensamiento; después, para los estudiosos, que deben recordar que el saber sólo es válido religiosamente si está fundado en el amor exclusivo a Dios, y expoliado de toda ambición humana y aspiración mundana.

Tales dimensiones fueron incorporadas en el campo de la historia del arte, donde la presencia de san Jerónimo es frecuente: grandes maestros de la pintura occidental nos han dejado sus representaciones. Podríamos organizar las diversas tipologías iconográficas en dos líneas distintas. Una lo define sobre todo como monje y penitente, con un cuerpo marcado por el ayuno, retirado en zonas desérticas, de rodillas o postrado en tierra, en muchos casos apretando una piedra en la mano derecha para golpearse el pecho, y con los ojos vueltos al Crucificado. En esta línea se sitúa la conmovedora obra maestra de Leonardo da Vinci conservada en la Pinacoteca Vaticana. Otro modo de representar a Jerónimo es el que lo muestra vestido como un estudioso, sentado en su escritorio, dedicado a la traducción y al comentario de la Sagrada Escritura, rodeado de libros y pergaminos, consagrado a la misión de defender la fe a través del pensamiento y la escritura. Albrecht Dürer, por citar otro ejemplo ilustre, lo representó más de una vez en esta actitud.

Los dos aspectos evocados anteriormente se encuentran unidos en el lienzo de Caravaggio, en la Galería Borghese de Roma. En una única escena se representa al anciano asceta, vestido ligeramente con un manto rojo, que tiene un cráneo sobre la mesa, símbolo de la vanidad de las realidades terrenas; pero al mismo tiempo también se manifiesta con vehemencia su cualidad de estudioso, que tiene los ojos fijos en el libro, mientras su mano mete la pluma en el tintero, como acto que caracteriza al escritor.

De manera análoga —que llamaría sapiencial— debemos comprender el doble perfil del itinerario biográfico de Jerónimo. Cuando, como un verdadero «León de Belén», exageraba en los tonos, lo hacía por la búsqueda de una verdad que estaba dispuesto a servir incondicionalmente. Y como él mismo explica en el primero de sus escritos, Vida de san Pablo, ermitaño de Tebas, los leones son capaces de «desaforados rugidos», pero también de lágrimas[27]. Por este motivo, las dos fisonomías contrapuestas que aparecen en su figura son, en realidad, elementos con los que el Espíritu Santo le permitió madurar su unidad interior.

Amor por la Sagrada Escritura

El rasgo peculiar de la figura espiritual de san Jerónimo sigue siendo, sin duda, su amor apasionado por la Palabra de Dios, transmitida a la Iglesia en la Sagrada Escritura. Si todos los Doctores de la Iglesia —y en particular los de la época cristiana primitiva— obtuvieron explícitamente de la Biblia el contenido de sus enseñanzas, Jerónimo lo hizo de una manera más sistemática y en algunos aspectos única.

En los últimos tiempos los exegetas han descubierto el genio narrativo y poético de la Biblia, exaltado precisamente por su calidad expresiva. Jerónimo, en cambio, lo que enfatizaba de las Escrituras era más bien el carácter humilde con el que Dios se reveló, expresándose en la naturaleza áspera y casi primitiva de la lengua hebrea, comparada con el refinamiento del latín ciceroniano. Por tanto, no se dedicaba a la Sagrada Escritura por un gusto estético, sino —como es bien conocido— sólo porque lo llevaba a conocer a Cristo, porque ignorar las Escrituras es ignorar a Cristo[28].

Jerónimo nos enseña que no sólo se deben estudiar los Evangelios, y que no es solamente la tradición apostólica, presente en los Hechos de los Apóstoles y en las Cartas, la que hay que comentar, sino que todo el Antiguo Testamento es indispensable para penetrar en la verdad y la riqueza de Cristo[29]. Las mismas páginas del Evangelio lo atestiguan: nos hablan de Jesús como Maestro que, para explicar su misterio, recurre a Moisés, a los profetas y a los Salmos (cf. Lc 4,16-21; 24,27.44-47). Incluso la predicación de Pedro y Pablo, en los Hechos, se fundamenta emblemáticamente en las antiguas Escrituras; sin ellas, no puede entenderse plenamente la figura del Hijo de Dios, el Mesías Salvador. El Antiguo Testamento no debe considerarse como un vasto repertorio de citas que demuestran el cumplimiento de las profecías en la persona de Jesús de Nazaret. En cambio, más radicalmente, sólo a la luz de las “figuras” veterotestamentarias es posible comprender plenamente el significado del acontecimiento de Cristo, cumplido en su muerte y resurrección. De ahí la necesidad de redescubrir, en la práctica catequética y en la predicación, así como en las discusiones teológicas, el aporte indispensable del Antiguo Testamento, que debe ser leído y asimilado como alimento precioso (cf. Ez 3,1-11; Ap 10,8-11)[30].

La dedicación total de Jerónimo a las Escrituras se manifestó en una forma de expresión apasionada, semejante a la de los antiguos profetas. De ellos sacaba nuestro Doctor su fuego interior, que se convertía en palabra impetuosa y explosiva (cf. Jr 5,14; 20,9; 23,29; Ml 3,2; Si 48,1; Mt 3,11; Lc 12,49), necesaria para expresar el celo ardiente del servidor de la causa de Dios. Siguiendo los pasos de Elías, Juan el Bautista e incluso el apóstol Pablo, el desdén ante la mentira, la hipocresía y las falsas doctrinas enciende el discurso de Jerónimo haciéndolo provocativo y aparentemente duro. La dimensión polémica de sus escritos se comprende mejor si se lee como una especie de calco y actualización de la tradición profética más auténtica. Jerónimo, por tanto, es un modelo de testimonio inflexible de la verdad, que asume la severidad del reproche para inducir a la conversión. En la intensidad de las locuciones e imágenes se manifiesta la valentía del siervo que no quiere agradar a los hombres sino sólo a su Señor (Ga 1,10), por quien ha consumido toda la energía espiritual.

El estudio de la Sagrada Escritura

El amor apasionado de san Jerónimo por las divinas Escrituras está impregnado de obediencia. En primer lugar respecto a Dios, que se ha comunicado con palabras que exigen una escucha reverente[31] y, en consecuencia, también la obediencia a quienes en la Iglesia representan la tradición interpretativa viva del mensaje revelado. Sin embargo, la «obediencia de la fe» (Rm 1,5; 16,26) no es una mera recepción pasiva de lo que es conocido; al contrario, requiere el compromiso activo de la investigación personal. Podemos considerar a san Jerónimo como un “servidor” de la Palabra, fiel y trabajador, completamente consagrado a favorecer en sus hermanos de fe una comprensión más adecuada del «depósito» sagrado que les ha sido confiado (cf. 1 Tm 6,20; 2 Tm 1,14). Si no se entiende lo escrito por los autores inspirados, la misma Palabra de Dios carece de eficacia (cf. Mt 13,19) y el amor a Dios no puede surgir.

Ahora bien, las páginas bíblicas no siempre son accesibles de inmediato. Como se dice en Isaías (29,11), incluso para aquellos que saben “leer” —es decir, que han tenido una formación intelectual suficiente— el libro sagrado aparece “sellado”, cerrado herméticamente a la interpretación. Por tanto, es necesario que intervenga un testigo competente para proporcionar la llave liberadora, la de Cristo Señor, único capaz de desatar los sellos y abrir el libro (cf. Ap 5,1-10), para revelar la prodigiosa efusión de la gracia (cf. Lc 4,17-21). Muchos entonces, incluso entre los cristianos practicantes, declaran abiertamente que no saben leer (cf. Is 29,12), no por analfabetismo, sino porque no están preparados para el lenguaje bíblico, sus modos expresivos y las tradiciones culturales antiguas, por lo que el texto bíblico resulta indescifrable, como si estuviera escrito en un alfabeto desconocido y en una lengua poco comprensible.

Se vuelve necesario, por tanto, la mediación del intérprete, ejerciendo su función “diaconal”, al ponerse al servicio de quienes no pueden comprender el sentido de lo escrito proféticamente. La imagen que se puede evocar, a este respecto, es la del diácono Felipe, impulsado por el Señor para ir en ayuda del eunuco que está leyendo un pasaje de Isaías en su carroza (53,7-8), pero sin poder comprender su significado: «¿Crees entender lo que estás leyendo?», pregunta Felipe; y el eunuco responde: «¿Cómo voy a entender si nadie me lo explica?» (Hch 8,30-31)[32].

Jerónimo es nuestro guía sea porque, como lo hizo Felipe (cf. Hch 8,35), lleva a quien lee al misterio de Jesús, sea también porque asume responsable y sistemáticamente las mediaciones exegéticas y culturales necesarias para una lectura correcta y fecunda de la Sagrada Escritura[33]. La competencia en las lenguas en las que se transmitió la Palabra de Dios, el cuidadoso análisis y evaluación de los manuscritos, la investigación arqueológica precisa, además del conocimiento de la historia de la interpretación, en definitiva, todos los recursos metodológicos que estaban disponibles en su época histórica los supo utilizar armónica y sabiamente, para orientar hacia una comprensión correcta de la Escritura inspirada.

Una dimensión tan ejemplar de la actividad de san Jerónimo es muy importante incluso en la Iglesia de hoy. Como nos enseña la Dei Verbum, si la Biblia es «como el alma de la sagrada teología»[34] y la columna vertebral espiritual de la práctica religiosa cristiana[35], es indispensable que el acto interpretativo de la misma esté sostenido por competencias específicas.

A este propósito sirven ciertamente los centros especializados para la investigación bíblica —como el Pontificio Instituto Bíblico en Roma y L’École Biblique y el Studium Biblicum Franciscanum en Jerusalén— y patrística —como el Augustinianum en Roma—, pero también las Facultades de Teología deben esforzarse para que la enseñanza de la Sagrada Escritura esté programada de tal manera que se asegure a los estudiantes una capacidad interpretativa competente, tanto en la exégesis de los textos como en la síntesis de la teología bíblica. La riqueza de las Escrituras es desafortunadamente ignorada o minimizada por muchos, porque no se les han proporcionado las bases esenciales del conocimiento. Por tanto, junto a un incremento de los estudios eclesiásticos dirigidos a sacerdotes y catequistas, que valoricen de manera más adecuada la competencia en la Sagrada Escritura, se debe promover una formación extendida a todos los cristianos, para que cada uno sea capaz de abrir el libro sagrado y extraer los frutos inestimables de sabiduría, esperanza y vida[36].

Aquí quisiera recordar lo que expresó mi predecesor en la Exhortación apostólica Verbum Domini: «La sacramentalidad de la Palabra se puede entender en analogía con la presencia real de Cristo bajo las especies del pan y del vino consagrados. […] Sobre la actitud que se ha de tener con respecto a la Eucaristía y la Palabra de Dios, dice san Jerónimo: “Nosotros leemos las Sagradas Escrituras. Yo pienso que el Evangelio es el Cuerpo de Cristo; yo pienso que las Sagradas Escrituras son su enseñanza. Y cuando él dice: ‛Quien no come mi carne y bebe mi sangre’ (Jn 6,53), aunque estas palabras puedan entenderse como referidas también al Misterio [eucarístico], sin embargo, el cuerpo de Cristo y su sangre es realmente la palabra de la Escritura, es la enseñanza de Dios”»[37].

Lamentablemente, en muchas familias cristianas nadie se siente capaz —como en cambio está prescrito en la Torá (cf. Dt 6,6)— de dar a conocer a sus hijos la Palabra del Señor, con toda su belleza, con toda su fuerza espiritual. Por eso quise establecer el Domingo de la Palabra de Dios[38], animando a la lectura orante de la Biblia y a la familiaridad con la Palabra de Dios[39]. Todas las demás manifestaciones de la religiosidad se enriquecerán así de sentido, estarán orientadas por una jerarquía de valores y se dirigirán a lo que constituye la cumbre de la fe: la adhesión plena al misterio de Cristo.

La Vulgata

El “fruto más dulce de la ardua siembra”[40] del estudio del griego y el hebreo, realizado por Jerónimo, es la traducción del Antiguo Testamento del hebreo original al latín. Hasta ese momento, los cristianos del imperio romano sólo podían leer la Biblia en griego en su totalidad. Mientras que los libros del Nuevo Testamento se habían escrito en griego, para los del Antiguo existía una traducción completa, la llamada Septuaginta (es decir, la versión de los Setenta) realizada por la comunidad judía de Alejandría alrededor del siglo II a.C. Para los lectores de lengua latina, sin embargo, no había una versión completa de la Biblia en su propio idioma, sino sólo algunas traducciones, parciales e incompletas, que procedían del griego. Jerónimo, y después de él sus seguidores, tuvieron el mérito de haber emprendido una revisión y una nueva traducción de toda la Escritura. Con el estímulo del papa Dámaso, Jerónimo comenzó en Roma la revisión de los Evangelios y los Salmos, y luego, en su retiro en Belén, empezó la traducción de todos los libros veterotestamentarios, directamente del hebreo; una obra que duró años.

Para completar este trabajo de traducción, Jerónimo hizo un buen uso de sus conocimientos de griego y hebreo, así como de su sólida formación latina, y utilizó las herramientas filológicas que tenía a su disposición, en particular las Hexaplas de Orígenes. El texto final combinó la continuidad en las fórmulas, ahora de uso común, con una mayor adherencia al estilo hebreo, sin sacrificar la elegancia de la lengua latina. El resultado es un verdadero monumento que ha marcado la historia cultural de Occidente, dando forma al lenguaje teológico. Superados algunos rechazos iniciales, la traducción de Jerónimo se convirtió inmediatamente en patrimonio común tanto de los eruditos como del pueblo cristiano, de ahí el nombre de Vulgata[41]. La Europa medieval aprendió a leer, orar y razonar en las páginas de la Biblia traducidas por Jerónimo. «La Sagrada Escritura se ha convertido así en una especie de “inmenso vocabulario” (P. Claudel) y de “Atlas iconográfico” (M. Chagall) del que se han nutrido la cultura y el arte cristianos»[42]. La literatura, las artes e incluso el lenguaje popular se han inspirado constantemente en la versión jeronimiana de la Biblia, dejándonos tesoros de belleza y devoción.

En relación a este hecho indiscutible, el Concilio de Trento estableció el carácter «auténtico» de la Vulgata en el decreto Insuper, rindiendo homenaje al uso secular que la Iglesia había hecho de ella y certificando su valor como instrumento de estudio, predicación y discusión pública[43]. Sin embargo, no pretendía minimizar la importancia de las lenguas originales, como no dejaba de recordar Jerónimo, ni mucho menos prohibir nuevos trabajos de traducción integral en el futuro. San Pablo VI, asumiendo el mandato de los Padres del Concilio Vaticano II, quiso que la revisión de la traducción de la Vulgata se completara y se pusiera a disposición de toda la Iglesia. Así es como san Juan Pablo II, en la Constitución apostólica Scripturarum thesaurus[44], promulgó en 1979 la edición típica llamada Neovulgata.

La traducción como inculturación

Con su traducción, Jerónimo logró “inculturar” la Biblia en la lengua y la cultura latina, y esta obra se convirtió en un paradigma permanente para la acción misionera de la Iglesia. En efecto, «cuando una comunidad acoge el anuncio de la salvación, el Espíritu Santo fecunda su cultura con la fuerza transformadora del Evangelio»[45], y de este modo se establece una especie de circularidad: así como la traducción de Jerónimo está en deuda con la lengua y la cultura de los clásicos latinos, cuyas huellas son claramente visibles, así ella, con su lengua y su contenido simbólico y de imágenes, se ha convertido a su vez en un elemento creador de cultura.

El trabajo de traducción de Jerónimo nos enseña que los valores y las formas positivas de cada cultura representan un enriquecimiento para toda la Iglesia. Los diferentes modos en que la Palabra de Dios se anuncia, se comprende y se vive con cada nueva traducción enriquecen la Escritura misma, puesto que —según la conocida expresión de Gregorio Magno— crece con el lector[46], recibiendo a lo largo de los siglos nuevos acentos y nueva sonoridad. La inserción de la Biblia y del Evangelio en las diferentes culturas hace que la Iglesia se manifieste cada vez más como «sponsa ornata monilibus suis» (Is 61,10). Y atestigua, al mismo tiempo, que la Biblia necesita ser traducida constantemente a las categorías lingüísticas y mentales de cada cultura y de cada generación, incluso en la secularizada cultura global de nuestro tiempo[47].

Ha sido recordado, con razón, que es posible establecer una analogía entre la traducción, como acto de hospitalidad lingüística, y otras formas de hospitalidad[48]. Por eso, la traducción no es un trabajo que concierne únicamente al lenguaje, sino que corresponde, de hecho, a una decisión ética más amplia, que está relacionada con toda la visión de la vida. Sin traducción, las diferentes comunidades lingüísticas no podrían comunicarse entre sí; nosotros cerraríamos las puertas de la historia y negaríamos la posibilidad de construir una cultura del encuentro[49]. En efecto, sin traducción no hay hospitalidad y se fortalecen las acciones de hostilidad. El traductor es un constructor de puentes. ¡Cuántos juicios temerarios, cuántas condenas y conflictos surgen del hecho de ignorar el idioma de los demás y de no esforzarnos, con tenaz esperanza, en esta prueba infinita de amor que es la traducción!

Jerónimo también tuvo que oponerse al pensamiento dominante de su época. Si en los albores del imperio romano, el saber griego era relativamente común, en ese momento ya era una rareza. Sin embargo, llegó a ser uno de los mejores conocedores de la lengua y literatura griega cristiana y se embarcó solo en un viaje aún más arduo cuando se dedicó al estudio del hebreo. Como fue escrito, si «los límites de mi lenguaje son los límites de mi mundo»[50], podemos decir que le debemos al poliglotismo de san Jerónimo una comprensión más universal del cristianismo y, al mismo tiempo, más acorde con sus fuentes.

Con la celebración del centenario de la muerte de san Jerónimo, nuestra mirada se vuelve hacia la extraordinaria vitalidad misionera expresada por la traducción de la Palabra de Dios a más de tres mil idiomas. Muchos son los misioneros a quienes debemos la preciosa labor de publicar gramáticas, diccionarios y otras herramientas lingüísticas que ofrecen las bases de la comunicación humana y son un vehículo del «sueño misionero de llegar a todos»[51]. Es necesario valorar todo este trabajo e invertir en él, contribuyendo a superar las fronteras de la incomunicabilidad y de la falta de encuentro. Todavía queda mucho por hacer. Como ha sido afirmado, no existe comprensión sin traducción[52]; no nos comprenderemos a nosotros mismos, ni a los demás.

Jerónimo y la cátedra de Pedro

Jerónimo siempre tuvo una relación especial con la ciudad de Roma: Roma es el puerto espiritual al que regresó continuamente; en Roma se formó el humanista y se forjó el cristiano; él era homo romanus. Este vínculo se daba, de manera muy peculiar, en la lengua de la Urbe, el latín, del que fue maestro y conocedor, pero estuvo sobre todo vinculado a la Iglesia de Roma y, en especial, a la cátedra de Pedro. La tradición iconográfica, de manera anacrónica, lo representaba con la púrpura cardenalicia, para señalar su pertenencia al presbiterio de Roma junto al papa Dámaso. Fue en Roma donde comenzó la revisión de la traducción; e incluso cuando la envidia y la incomprensión lo obligaron a abandonar la ciudad, siempre permaneció fuertemente vinculado a la cátedra de Pedro.

Para Jerónimo, la Iglesia de Roma era el terreno fértil donde la semilla de Cristo da fruto abundante[53]. En una época agitada, en la que la túnica inconsútil de la Iglesia se veía a menudo desgarrada por las divisiones entre los cristianos, Jerónimo consideraba la cátedra de Pedro como un punto de referencia seguro: «Yo, que no sigo más primacía que la de Cristo, me uno por la comunión a tu beatitud, es decir, a la cátedra de Pedro. Sé que la Iglesia está edificada sobre esa roca». En medio de las disputas contra los arrianos, escribió a Dámaso: «Quien no recoge contigo, desparrama; es decir, el que no es de Cristo es del anticristo»[54]. Por eso podía afirmar también: «El que se adhiera a la cátedra de Pedro es mío»[55].

Jerónimo a menudo se vio involucrado en discusiones ásperas a causa de la fe. Su amor por la verdad y la ardiente defensa de Cristo quizá lo llevaron a exagerar la violencia verbal en sus cartas y escritos. Sin embargo, vivía orientado a la paz: «También nosotros queremos la paz, y no sólo la queremos, sino que la pedimos suplicantes. Pero la paz de Cristo, la paz verdadera, una paz sin enemistades, una paz que no lleve escondida la guerra, una paz que no esclavice a los adversarios, sino que los una como amigos»[56].

Nuestro mundo necesita más que nunca la medicina de la misericordia y la comunión. Permítanme repetir una vez más: Demos un testimonio de comunión fraterna que sea atractivo y luminoso[57]. «En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os amáis unos a otros» (Jn 13,35). Es lo que pidió intensamente Jesús con su oración al Padre: «Para que todos sean uno […] en nosotros, para que el mundo crea» (Jn 17,21).

Amar lo que Jerónimo amó

Como conclusión de esta Carta, quisiera hacer un nuevo llamamiento a todos. Entre los muchos elogios que la posteridad le rinde a san Jerónimo está el de no ser considerado solamente uno de los más grandes estudiosos de la “biblioteca” de la que el cristianismo se nutre a lo largo del tiempo, comenzando por el tesoro de las Sagradas Escrituras; sino que también se le puede aplicar lo que él mismo escribió sobre Nepociano: «Por la asidua lectura y la meditación prolongada, había hecho de su corazón una biblioteca de Cristo»[58]. Jerónimo no escatimó esfuerzos para enriquecer su biblioteca, en la que siempre vio un laboratorio indispensable para la comprensión de la fe y la vida espiritual; y en esto constituye un maravilloso ejemplo también para el presente. Pero, además, fue más lejos. Para él, el estudio no se limitaba a sus primeros años juveniles de formación, sino que era un compromiso constante, una prioridad de todos los días de su vida. En definitiva, podemos decir que asimiló toda una biblioteca y se convirtió en dispensador de conocimiento para muchos otros. Postumiano, que en el siglo IV viajó a Oriente para descubrir los movimientos monásticos, fue testigo ocular del estilo de vida de Jerónimo, con quien permaneció unos meses, y lo describió de la siguiente manera: «Él es todo en la lectura, todo en los libros; no descansa ni de día ni de noche; siempre lee o escribe algo»[59].

En este sentido, a menudo pienso en la experiencia que puede tener un joven hoy al entrar en una librería de su ciudad, o en una página de internet, y buscar el sector de libros religiosos. Es un espacio que, cuando existe, en la mayoría de los casos no sólo es marginal, sino carente de obras sustanciales. Al examinar esos estantes, o esas páginas en la red, es difícil para un joven comprender cómo la investigación religiosa pueda ser una aventura emocionante que une pensamiento y corazón; cómo la sed de Dios haya encendido grandes mentes a lo largo de los siglos hasta hoy; cómo la maduración de la vida espiritual haya contagiado a teólogos y filósofos, artistas y poetas, historiadores y científicos. Uno de los problemas actuales, no sólo de religión, es el analfabetismo: escasean las competencias hermenéuticas que nos hagan intérpretes y traductores creíbles de nuestra propia tradición cultural. Deseo lanzar un desafío, de modo particular, a los jóvenes: Vayan en busca de su herencia. El cristianismo los convierte en herederos de un patrimonio cultural insuperable del que deben tomar posesión. Apasiónense de esta historia, que es de ustedes. Atrévanse a fijar la mirada en Jerónimo, ese joven inquieto que, como el personaje de la parábola de Jesús, vendió todo lo que tenía para comprar «la perla de gran valor» (Mt 13,46).

Verdaderamente, Jerónimo es la «biblioteca de Cristo», una biblioteca perenne que dieciséis siglos después sigue enseñándonos lo que significa el amor de Cristo, un amor que no se puede separar del encuentro con su Palabra. Por esta razón, el centenario actual representa una llamada a amar lo que Jerónimo amó, redescubriendo sus escritos y dejándonos tocar por el impacto de una espiritualidad que puede describirse, en su núcleo más vital, como el deseo inquieto y apasionado de un conocimiento más profundo del Dios de la Revelación. ¿Cómo no escuchar, en nuestros días, lo que Jerónimo exhortaba incesantemente a sus contemporáneos: «Lee muy a menudo las Divinas Escrituras, o mejor, nunca el texto sagrado se te caiga de las manos»?[60].

Un ejemplo luminoso es la Virgen María, evocada por Jerónimo sobre todo como madre virginal, pero también en su actitud de lectora orante de la Escritura. María meditaba en su corazón (cf. Lc 2,19.51) porque «era santa y había leído las Sagradas Escrituras, conocía a los profetas y recordaba lo que el ángel Gabriel le había anunciado y lo que se le había augurado por boca de los profetas. […] Veía a Aquel recién nacido, que era su Hijo, su único Hijo, acostado y dando vagidos, en ese pesebre, pero a quien en realidad estaba viendo allí acostado era al Hijo de Dios; y lo que ella estaba viendo andaba comparándolo con cuanto había oído y leído»[61]. Encomendémonos a ella, que mejor que nadie puede enseñarnos a leer, meditar, rezar y contemplar a Dios, que se hace presente en nuestra vida sin cansarse jamás.

Roma, San Juan de Letrán, 30 de septiembre, memoria de san Jerónimo, del año 2020, octavo de mi pontificado.

Francisco

[1] «Deus qui beato Hieronymo presbitero suavem et vivum Scripturae Sacrae affectum tribuisti, da, ut populus tuus verbo tuo uberius alatur et in eo fontem vitae inveniet» (Collecta Missae Sancti Hieronymi, Missale Romanum, editio typica tertia, Civitas Vaticana 2002). Traducción en lengua española: «Oh, Dios, que concediste al presbítero san Jerónimo un amor suave y vivo a la Sagrada Escritura, haz que tu pueblo se alimente de tu palabra con mayor abundancia y encuentre en ella la fuente de la vida» (Oración colecta Memoria litúrgica de san Jerónimo, Misal Romano, Madrid 2017)

[2] Epistula (en adelante: Ep.) 22, 30: CSEL 54, 190.

[3] AAS 12 (1920), 385-423.

[4] Cf. Audiencias Generales 7 y 14 noviembre 2007: L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (9 noviembre 2007), p. 12; ibíd. (16 noviembre 2007), p. 16.

[5] Sínodo de los Obispos, Mensaje al Pueblo de Dios de la XII Asamblea general ordinaria (24 octubre 2008).

[6] Cf. AAS 102 (2010), 681-787.

[7] Chronicum 374: PL 27, 697-698.

[8] Ep. 125, 12: CSEL 56, 131.

[9] Cf. Ep. 122, 3: CSEL 56, 63.

[10] Cf. Homilía en la Santa Misa, Domus Sanctae Marthae (10 diciembre 2015): L’Osservatore Romano, ed. semanal en lengua española (18 diciembre 2015), p. 13. La anécdota se encuentra en A. Louf, Sotto la guida dello Spirito, Qiqaion, Magnano (BI) 1990, 154-155.

[11] Cf. Ep. 125, 12: CSEL 56, 131.

[12] Cf. VD, 89: AAS 102 (2010), 761-762.

[13] Cf. Ep. 125, 9.15.19: CSEL 56, 128.133-134.139.

[14] Vita Malchi monachi captivi 7, 3: PL 23, 59-60; S. Jerónimo, Vidas de tres monjes: Obras completas, edición bilingüe, vol. II, ed. BAC, Madrid 2002, 631.

[15] Praef. Esther 2: PL 28, 1505.

[16] Cf. Ep. 108, 26: CSEL 55, 344-345.

[17] Ep. 52, 8: CSEL 54, 428-429; cf. VD, 60: AAS 102 (2010), 739.

[18] Praef. Paralipomenon LXX 1.10-15: SCh 592, 340.

[19] Praef. in Pentateuchum: PL 28, 184.

[20] Ep. 80, 3: CSEL 55, 105.

[21] Mensaje con motivo de la XXIV solemne Sesión pública de las Academias Pontificias (4 diciembre 2019): L’Osservatore Romano (6 diciembre 2019), p. 8.

[22] VD, 30: AAS 102 (2010), 709.

[23] Ep. 125, 15.2: CSEL 56, 133.120.

[24] Ep. 3, 6: CSEL 54, 18.

[25] Cf. Praef. Josue 1, 9-12: SCh 592, 316.

[26] Homilia in Psalmum 95: PL 26, 1181; cf. S. Jerónimo, Obras homiléticas. Comentario a los Salmos: Obras completas, edición bilingüe, vol. I, ed. BAC, Madrid 1999, 359.

[27] Cf. Vita S. Pauli primi eremitae, 16, 2: PL 23, 28; S. Jerónimo, Vida de tres monjes: Obras completas, edición bilingüe, vol. II, ed. BAC, Madrid 2002, 615.

[28] Cf. In Isaiam Prol.: PL 24, 17. S. Jerónimo, Comentario a Isaías (Libros I-XII): Obras completas, edición bilingüe, vol. VIa, ed. BAC, Madrid 2007, 5.

[29] Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Dei Verbum, sobre la divina revelación, 14.

[30] Cf. ibíd.

[31] Cf. ibíd., 7.

[32] Cf. Ep. 53, 5: CSEL 54, 451; S. Jerónimo, Epistolario I (Cartas 1-85): Obras completas, edición bilingüe, vol. Xa, ed. BAC, Madrid 2013, 505.

[33] Cf. Conc. Ecum. Vat. II, Const. dogm. Dei Verbum, sobre la divina revelación, 12.

[34] Ibíd., 24.

[35] Cf. ibíd., 25.

[36] Cf. ibíd., 21.

[37] N. 56; cf. In Psalmum 147: CCL 78, 337-338; S. Jerónimo, Obras homiléticas. Comentario a los Salmos: Obras completas, edición bilingüe, vol. I, ed. BAC, Madrid 1999, 635-636.

[38] Cf. Carta. ap. en forma de Motu Proprio Aperuit illis (30 septiembre 2019).

[39] Cf. Exhort. ap. Evangelii gaudium, 152.175: AAS 105 (2013), 1083-1084.1093.

[40] Cf. Ep. 52,3: CSEL 54, 417.

[41] Cf. VD, 72: AAS 102 (2010), 746-747.

[42] S. Juan Pablo II, Carta a los artistas (4 abril 1999), 5: AAS 91 (1999), 1159-1160.

[43] Cf. Denzinger-Schönmetzer, Enchiridion Symbolorum, 1506.

[44] (25 abril 1979): AAS 71 (1979), 557-559.

[45] Exhort. ap. Evangelii gaudium, 116: AAS 105 (2013), 1068.

[46] Homilia in Ezech. I, 7: PL 76, 843D.

[47] Cf. Exhort. ap. Evangelii gaudium, 116: AAS 105 (2013), 1068.

[48] Cf. P. Ricœur, Sur la traduction, Bayard, París 2004.

[49] Cf. Exhort. ap. Evangelii gaudium, 24: AAS 105 (2013), 1029-1030.

[50] L. Wittgenstein, Tractatus logico-philosophicus, 5.6.

[51] Exhort. ap. Evangelii gaudium, 31: AAS 105 (2013), 1033.

[52] Cf. G. Steiner, After Babel. Aspects of language and translation, Oxford University Press, Nueva York 1975.

[53] Cf. Ep. 15, 1: CSEL 54, 63.

[54] Ibíd., 15, 2: CSEL 54, 62-64.

[55] Ibíd., 16, 2: CSEL 54, 69.

[56] Ibíd., 82, 2: CSEL 55, 109.

[57]Cf. Exhort. ap. Evangelii gaudium, 99: AAS 105 (2013), 1061.

[58] Ep. 60, 10: CSEL 54, 561.

[59] Sulpicius Severus, Dialogus I, 9, 5: SCh 510, 136-138.

[60] Ep. 52, 7: CSEL 54, 426.

[61] Homilia de nativitate Domini IV: PLSuppl. 2, 191; S. Jerónimo, Obras homiléticas. Comentario a los Salmos: Obras completas, edición bilingüe, vol. I, ed. BAC, Madrid 1999, 961.

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