El 27 de septiembre, en el Día de la Oración por Chile, a través de transmisiones por internet o eventos presenciales bien bajo estrictos resguardos sanitarios, las distintas diócesis del país elevaron sus plegarias a la Virgen del Carmen para que proteja a sus habitantes y les enseñe a amar.
Las tradicionales y masivas procesiones que se realizan el último domingo de septiembre en honor a la Virgen del Carmen en cada ciudad debieron suspenderse para evitar la propagación del coronavirus.
Sin embargo, las diócesis y grupos carmelitas organizaron distintas expresiones de fe para que, de forma presencial con un número restringido de fieles o en forma virtual, la población pudiera orar a quien es la patrona de Chile y Generala de las Fuerzas Armadas y de Orden.
En el Santuario de la Inmaculada Concepción en la Arquidiócesis de Santiago, Mons. Celestino Aós, presidió una Misa acompañado de devotos de la Virgen del Carmen y representantes de las Fuerzas Armadas y del Orden.
En su homilía, Mons. Aós expresó que los habitantes andan “doloridos por el duelo”, “desconcertados y asustados”, “estamos inquietos por encontrar caminos de convivencia nuevos”.
“Nosotros no tenemos las soluciones a todos los problemas, nosotros no hemos sido capaces de resolver los problemas y conflictos con el diálogo, sino que caímos en la tentación de la violencia que siempre degrada y destruye. No queremos volver a lo mismo, pero nos sentimos débiles e incoherentes”, aseguró.
Mons. Aós pidió “medicina y remedios, pero solo lo químico no basta. Necesitamos amor. Necesitamos documentos y leyes y protocolos nuevos, pero solo las leyes no bastan, necesitamos amor”, insistió.
“Necesitamos amarnos los unos a los otros. Y el amor es atención, respeto, escucha, cuidado, acogida, ayuda, alegría de compartir. Virgen María enséñanos a amar, a convivir como hermanos. Queremos compartir una gran nación de hermanos donde cada uno tenga pan, respeto y alegría”, enfatizó el Arzobispo de Santiago.
En tanto, desde la Arquidiócesis de Concepción, el P. Yuliano Viveros, expresó que en momentos de incertidumbre y dolor “estamos llamados a generar espacios de diálogo y de encuentro, de contención para que todos trabajemos a tiempo y destiempo por la unidad nacional”.
“Para que cada uno desde su particular realidad con los dones y talentos que Dios le ha regalado pueda contribuir al bien de toda esta gran nación”, agregó.
Por su parte, el Obispo de Chillán, Mons. Sergio Pérez de Arce, pidió preguntarse cuál es “la voluntad de Dios para nuestra patria, qué es lo que quiere el Señor para nosotros”.
Existen “dos caminos posibles: uno conduce a fortalecer lo común, la corresponsabilidad, una solidaridad fundamentada en la justicia y en la paz; el otro camino da preferencia a las actitudes de autosuficiencia, nacionalismo, individualismo y aislamiento, dejando afuera a los más pobres y vulnerables”.
En ese sentido, alentó a “elegir y responder, pero no quedándonos en la palabra, sino con nuestras acciones y decisiones. Es lo que pedimos para Chile, para sus habitantes y dirigentes, que sepan elegir el bien común”.
Asimismo, el Administrador Apostólico de Talca, Mons. Galo Fernández, invitó a “hacer realidad el evangelio de Jesucristo, tarea primordial del cristiano y camino misionero por excelencia”.
Si bien no se puede salir “por las calles, de casa en casa, para tomar el contacto con la realidad viva de los hermanos para hablarles de Jesús”, Mons. Fernández pidió “mover el corazón hacia la voluntad de Dios que siempre quiere compromiso y servicio a los hermanos más necesitados”.
Desde la Arquidiócesis de Antofagasta, Mons. Ignacio Ducasse, agradeció los “signos que nos ayudan a abrir horizontes de esperanza, signos de solidaridad que se han multiplicado a través de las organizaciones sociales, a través de las parroquias, especialmente para aquellos hermanos que están pasando más necesidades”.
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