febrero 2022

El Secretario de Estado del Vaticano, Cardenal Pietro Parolin, expresó este 28 de febrero su confianza en que el diálogo ponga fin al conflicto en Ucrania tras la invasión de Rusia, pues “nunca es muy tarde”.

En una entrevista publicada conjuntamente por los periódicos italianos Corriere della Sera, Il Messaggero, La Stampa y La Repubblica, el Cardenal Parolin dijo que “aún hay tiempo para la buena voluntad, aún hay espacio para negociaciones”.

“Estoy convencido de que aún hay y siempre habrá espacio para la negociación. Nunca es muy tarde”, insistió.

El Purpurado subrayó que “la única forma razonable y constructiva de arreglar las diferencias es el diálogo, como el Papa nunca se cansa de repetir”.

“La Santa Sede, que en años recientes ha seguido los eventos en Ucrania constantemente, discretamente y con gran atención, ofreciendo su voluntad de facilitar el diálogo con Rusia, siempre está lista para ayudar a las partes a reanudar ese camino”, dijo.

El Cardenal Parolin se refirió a la visita fuera de protocolo del Papa Francisco a la Embajada de Rusia ante la Santa Sede el viernes último, y renovó la invitación del Santo Padre a “detener la lucha y regresar a las negociaciones”.

“Antes que 

“En primer lugar, el ataque militar, cuyas trágicas consecuencias ya todos estamos presenciando, debe detenerse de inmediato,” dijo el Cardenal.

Desde el inicio de la invasión de Rusia a Ucrania, el 24 de febrero, el Papa Francisco se ha involucrado en esfuerzos tras bambalinas para ayudar a acabar el conflicto.

El 25 de febrero, visitó la Embajada de Rusia ante la Santa Sede, ubicada en la Via della Conciliazione, cerca del Vaticano.

El escritor católico George Weigel dijo al Catholic World Report que el Papa habló con Putin a través de una línea telefónica segura durante la visita. La Oficina de Prensa de la Santa Sede  dijo que el Papa fue a la embajada “para mostrar su preocupación por la guerra”, pero no mencionó ninguna llamada telefónica al Presidente de Rusia.

El mismo día, el Papa Francisco llamó a Mons. Sviatoslav Shevchuk, Arzobispo Mayor de Kiev y Primado de la Iglesia Griega Católica Ucraniana, que tiene su sede en la capital ucraniana. El Santo Padre le prometió hacer todo lo que pueda para ayudar a acabar con la guerra.

El 26 de febrero, el Papa Francisco expresó su dolor por la situación en Ucrania, en una llamada telefónica al presidente de ese país, Volodymyr Zelenskyy.

En la entrevista de este 28 de febrero, el Cardenal Parolin citó al Papa Pio XII, que dijo pocos días antes del estallido de la II Guerra Mundial en 1939: “Que el hombre vuelva al entendimiento. Que reanuden la negociación. Negociando con buena voluntad y con respeto por los derechos de los demás, se darán cuenta de que las negociaciones sinceras y activas nunca están excluidas del éxito honorable”.

El Purpurado dijo que la posibilidad de “una nueva guerra fría con dos bloques opuestos” era un “escenario muy perturbador”, que era “exactamente lo opuesto a la cultura de fraternidad que el Papa Francisco propone como el único camino para construir un mundo justo, solidario y pacífico”.

El Secretario de Estado del Vaticano también expresó temor ante la posibilidad de un conflicto europeo más amplio, pero no excluyó la posibilidad de que suceda.

“Ni siquiera me atrevo a pensar eso. Sería una catástrofe de proporciones gigantes, aunque, desafortunadamente, no es una eventualidad que pueda ser excluida completamente”, dijo.

El Cardenal Parolin destacó que las diferentes comuniones cristianas también pueden “tener un rol vital” para lograr la paz.

“Hoy vemos alentadoras señales en los mensajes de los líderes de las Iglesias Ortodoxas, que muestran voluntad de dejar de lado el recuerdo de las heridas mutuas y trabajar juntos por la paz”, expresó.

Traducido y adaptado por David Ramos. Publicado originalmente en CNA.

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El domingo 27 de febrero alrededor de medio millón de personas marcharon a lo largo y ancho de Colombia para defender la vida de los no nacidos y en rechazo al reciente fallo de la Corte Constitucional que despenalizó el aborto hasta los seis meses de embarazo.

La plataforma Unidos por la Vida aseguró el 27 de febrero que “fue contundente” el “rechazo a los cinco magistrados de la Corte que votaron a favor de la sentencia que permite el aborto hasta los 6 meses, sin ninguna limitante”.

“Se está exigiendo su renuncia inmediata y que se anule la sentencia pues va en contra del artículo 11 de la Constitución, de los acuerdos y tratados internacionales y de la propia jurisprudencia de la Corte”, precisó el grupo en un comunicado.

El 21 de febrero la Corte Constitucional de Colombia estableció, por 5 votos a 4, que el aborto “solo será punible cuando se realice después de la vigésimo cuarta (24) semana de gestación y, en todo caso, este límite temporal no será aplicable a los tres supuestos fijados en la sentencia C-355 de 2006”.

Esto quiere decir que hasta la semana 24 de gestación el aborto no será un delito punible, sin importar el motivo por el que sea realizado; y que luego de este plazo se puede practicar bajo las causales establecidas por el fallo de la Corte Constitucional de 2006.

Jesús Magaña, presidente de Unidos por la Vida, dijo a ACI Prensa que el domingo 27 marcharon alrededor de 500.000 personas en unas 70 ciudades del país. Solamente en la plaza de Bolívar de Bogotá, se congregaron entre 70.000 y 100.000 ciudadanos, comentó.

Las marchas, a la que asistieron todas las asociaciones provida del país y personas de todos los credos, se desarrollaron en un ambiente “de gran dolor e indignación pero al mismo tiempo de alegría y entusiasmo”, señala plataforma.

El 27 de febrero, durante la concentración, se hizo público un “Manifiesto por la defensa de la vida” en el que se asegura que el pueblo colombiano “está herido, con mucho dolor, porque no acepta que estas cinco personas le impongan al país una sentencia de muerte”.

En ese sentido, se aseguró que Colombia “no descansará hasta que se restablezca y se garantice el derecho a la vida desde el momento de la fecundación hasta la muerte natural”.

“El pueblo colombiano luchará para que esta nefasta sentencia sea anulada. Utilizaremos todos los medios legales, políticos, culturales y sociales que nos brinda el estado de derecho para restablecer precisamente el derecho a la vida, que ha sido vulnerado de manera sistemática por los fallos de la Corte Constitucional desde hace décadas”, precisa el manifiesto.

El texto también pide a los cinco magistrados que dictaron la sentencia, Antonio José Lizarazo Ocampo, José Fernando Reyes, Julio Andrés Ossa, Diana Fajardo y el saliente Alberto Rojas, que “renuncien a sus cargos y sean apartados de cualquier cargo público, y que además respondan judicialmente ante el pueblo por este abuso de poder”.

“Acogemos a las madres que pasan por embarazos inesperados o difíciles y exigimos se les de toda la información y el apoyo por parte del Estado a través de políticas públicas que les permita llevar a feliz término su gestación”, solicita el manifiesta de los grupo provida.

Finalmente, se invitó al país “a repensar el papel y la función de la Corte Constitucional que se ha convertido en un órgano que rompe el equilibrio de poderes, destruye el sistema democrático, deforma con sus reinterpretaciones de manera constante y sin límites la Constitución que juró proteger, traicionando así la razón para la que fue creada que es fundamentalmente salvaguardarla”.

“Colombia es un país que ama y respeta la vida, que no quiere nuevas violencias elaboradas desde los despachos de la Corte Constitucional, especialmente las que permiten y promueven la masacre de nuestros bebés por nacer. Seguiremos movilizados hasta parar esta masacre”, concluye el manifiesto.

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Este lunes 28 de febrero el Papa Francisco reiteró su llamado a rezar todos juntos por Ucrania, que está bajo el ataque de las fuerzas militares de Rusia desde el pasado jueves 24.

“#OremosJuntos #Ucrania”, escribió el Santo Padre en su cuenta de Twitter.

“Las razones de la paz son más fuertes que todo cálculo de intereses particulares y que toda confianza en el uso de las armas”, se lee en una imagen que acompaña al tuir, tomada de la encíclica Fratelli tutti, sobre la fraternidad y la amistad social.

El domingo 27 de febrero, luego del rezo del Ángelus en la Plaza de San Pedro en el Vaticano, el Santo Padre se solidarizó con los ucranianos y aseguró que “Dios está con quien hace la paz”.

El Papa lamentó que durante estos días “nos ha conmocionado algo trágico: La guerra. Muchas veces hemos rezado para que no se tome este camino”.

Pese a todo, dijo, es ahora cuando se debe “rogar a Dios más intensamente”.

“Por eso renuevo la invitación a todos para que el 2 de marzo sea un día de oración y ayuno por la paz en Ucrania, un día para estar cerca del sufrimiento del pueblo ucraniano y para decir que todos somos hermanos y para implorar a Dios el fin de la guerra”, alentó.

Vladimir Putin, presidente de Rusia, justificó la escalada militar en una supuesta preocupación de que Ucrania se sume a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), una alianza militar encabezada por Estados Unidos, cuyo origen se remonta a los años de la Guerra Fría.

El 21 de febrero, Vladimir Putin reconoció oficialmente a dos regiones de Ucrania, Donetsk y Lugansk, como estados independientes, y desplegó tropas rusas para asegurar su separación del país. Tres días después, Rusia comenzó a invadir Ucrania.

Tras la ofensiva rusa, Estados Unidos, Reino Unido, Alemania, Australia y Japón anunciaron sanciones económicas y comerciales contra Rusia.

Putin, exigió este lunes al presidente de Francia, Emmanuel Macron, el reconocimiento de Crimea como territorio ruso y la desmilitarización de Ucrania como condiciones para terminar la guerra.

El Santo Padre ha llamado reiteradamente a la paz en la región, y se ha ofrecido como intermediario de los diálogos hacia una solución del conflicto.

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El prefecto interino del Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral en el Vaticano, Cardenal Michael Czerny, alentó a erradicar la “pandemia” del egoísmo para luchar contras las enfermedades raras que afectan a unas 300 millones de personas en todo el mundo, en ocasión de la 15° Jornada de las Enfermedades Raras que se celebra este 28 de febrero.

“El impacto negativo de vivir con una enfermedad rara se siente durante toda la vida y en todos los aspectos de las personas con este tipo de enfermedad y sus familias”, afirma el Cardenal en su mensaje publicado este lunes por el Vaticano.

“La suya es una lucha constante para obtener un diagnóstico correcto, para acceder a la atención y los servicios de salud adecuados, así como a las terapias, a menudo muy costosas”.

El Cardenal Czerny lamenta en su mensaje que “los llamados medicamentos huérfanos”, es decir fármacos que no son desarrollados por la industria farmacéutica por razones económicas pero que responden a necesidades de salud públicas, “tienen un mercado limitado y algunas compañías farmacéuticas no invierten en la producción de muchos de estos porque no garantizan un adecuado retorno económico”.

El Purpurado advierte que en los países más pobres, el impacto negativo “es aún más fuerte porque los escasos recursos e inversiones en investigación, diagnóstico y terapias excluyen del acceso al tratamiento a muchos pacientes con enfermedades raras, pobres e indigentes”.

En ese sentido, “se necesita un replanteamiento radical y global de los sistemas políticos, económicos y de salud para garantizar la investigación y el desarrollo de nuevos medicamentos y tener tratamientos efectivos para todos, y este objetivo solo se puede lograr si primero se erradica la pandemia del egoísmo, individual y social, para promover una cultura de acogida, solidaridad y bien común”.

El prefecto interino señala asimismo que además de estos problemas, las personas con enfermedades raras afrontan “discriminación, estigma e incluso exclusión social. Es difícil incluir e integrarse en los sistemas educativos; los padres luchan por encontrar escuelas adecuadas dispuestas a acoger a sus hijos con una enfermedad rara”, ya que estas suelen darse en “edad pediátrica porque la mayoría de ellas son de origen genético”.

“A menudo, las familias de personas con una enfermedad rara viven situaciones de gran dificultad económica; los mayores costos asociados a la atención, la asistencia permanente, las terapias de rehabilitación las llevan a estar sujetas a un mayor riesgo de empobrecimiento y aislamiento y exclusión social y económica”, prosigue.

El Cardenal Czerny refiere luego los distintos problemas que afectan a estas personas en el mundo laboral, y recuerda que ellos también tienen derecho al trabajo.

“Deben buscarse soluciones que ayuden a construir un nuevo futuro del trabajo que se base en condiciones de trabajo dignas y decentes y que promueva el bien común”, subraya.

Bruno Dallapiccola, genetista, director científico del Hospital Infantil Bambino Gesù en Roma, explica en Vatican News que actualmente hay más de 10 mil enfermedades raras conocidas.

El 85% de estas enfermedades son muy raras, por lo que “es difícil encontrar un experto, un médico competente, un punto de referencia. Hay una profunda soledad de estos pacientes”.

“En este campo, la medicina puede realizar mejor el concepto de arte médico: el profesional que se dedica a estos pacientes no tiene puntos de referencia y se convierte realmente en un artista de la ciencia médica”.

El experto precisa que en estos casos, “la información es un punto fundamental. De acuerdo con este objetivo, llevamos veinte años desarrollando en Italia la interfaz de la mayor base de datos del mundo sobre enfermedades raras, Orphanet, que tiene su sede en el Hospital Bambino Gesù”.

“Esta base de datos ofrece información actualizada sobre las enfermedades raras y el estado de la investigación”, explica.

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Al recibir esta mañana a los líderes de las Iglesias cristianas en Irak, a un año de su “inolvidable” visita al país de Medio Oriente del 5 al 8 de marzo de 2021, el Papa Francisco propuso lo que considera “el mejor antídoto” para el peligro del extremismo.

“Ustedes saben bien que el diálogo interreligioso no es asunto de pura cortesía. No, va más allá. No es un tema de negociación o diplomacia, va más allá. Es un camino de fraternidad hacia la paz, un camino con frecuencia fatigoso pero que, especialmente en estos tiempos, Dios pide y bendice”, dijo el Santo Padre en la audiencia este lunes en el Vaticano.

El Papa Francisco resaltó que “ponerse en diálogo es también el mejor antídoto para el extremismo, que es un peligro para los adherentes de toda religión y una grave amenaza a la paz”.

“Hace falta además trabajar para erradicar las causas remotas de los fundamentalismos, de estos extremismos que se dan más fácilmente en contextos de pobreza material, cultural y educativa, y son alimentados por situaciones de injusticia y precariedad, como los que deja la guerra”.

“¡Y cuántas guerras, cuántos conflictos, cuántas nefastas interferencias han golpeado su país!”, exclamó el Santo Padre. “Su país tiene dignidad propia, la propia libertad, y no puede ser reducido a un campo de guerra”.

El Papa recordó luego que Irak es el inicio de “la antigua civilidad de Medio Oriente”, y también “tierra de exilios”, pese a lo cual las comunidades “han ofrecido valientes testimonios de coraje y fidelidad al Evangelio”.

“Por esto doy gracias a Dios y expreso a ustedes mi reconocimiento. Me inclino ante el sufrimiento y el martirio de quienes han custodiado la fe, también con el precio de la vida”.

El Papa Francisco hizo votos luego para que “la sangre de numerosos mártires de nuestro tiempo, pertenecientes a diversas tradiciones pero unidos en el mismo sacrificio, sea semilla de unidad entre los cristianos y signo de una nueva primavera de fe”.

“En medio de un pueblo que ha padecido tantas laceraciones y discordias, los cristianos resplandecen como signo profético de unidad en la diversidad”, aseguró el Pontífice.

Por todo ello, “no es posible imaginar a Irak sin cristianos. Esta convicción no se basa solo en el fundamento religioso, sino en las evidencias sociales y culturales”.

Irak ha sido muy golpeado por la guerra iniciada tras la ocupación de las tropas de Estados Unidos en 2003, para derrocar el régimen de Sadam Hussein, y luego por la brutal ofensiva de los terroristas del Estado Islámico, desde mediados de 2014.

La región de la llanura de Nínive, que acogía a muchos cristianos, fue la más castigada por los terroristas. Se trata de una región con una presencia cristiana histórica, que se remonta a los orígenes del cristianismo.

Tras la ocupación del territorio, muchos cristianos huyeron de Mosul, Qaraqosh y otros pueblos y aldeas de los alrededores, y se refugiaron en el Kurdistán iraquí, al norte de la llanura.

La capital del Kurdistán iraquí, Erbil, se convirtió entonces en un signo del exilio y la resistencia cristiana y de otras minorías religiosas, como los yazidíes, y los musulmanes contrarios al Estado Islámico.

El Santo Padre visitó las ciudades de Mosul, Qaraqosh y Erbil, como un símbolo de apoyo y cercanía a esas comunidades cristianas.

En su discurso esta mañana, el Papa Francisco animó a los líderes cristianos a no desalentarse y a seguir trabajando por la paz, invocando al Espíritu Santo también para lograr la unidad y “reforzar la comunión entre nosotros y nuestras iglesias”.

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El próximo 23 de marzo tendrá lugar la VI Noche de los Testigos en la Catedral de la Almudena, Madrid (España).

La Noche de los Testigos es una vigilia de oración que la Fundación Pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada organiza en España desde el año 2016 y que en esta edición contará con el testimonio de la hermana Gloria Cecilia Narváez, la religiosa secuestrada durante casi 5 años en Malí por terroristas yihadistas y que fue liberada el pasado mes de octubre.

También darán su testimonio un matrimonio de cristianos católicos de Pakistán que han tenido que abandonar el país por estar amenazados de muerte por extremistas musulmanes. 

La vigilia de oración podrá seguirse de manera presencial en la Catedral de la Almudena, Madrid (España) o a través del canal de Youtube de ACN

Según el último Informe Libertad Religiosa de ACN, en el mundo hay más de 646 millones de cristianos que viven sin libertad religiosa.

Desde Ayuda a la Iglesia Necesitada se invita siempre a rezar por ellos porque “miles de ellos son cada año asesinados, encarcelados, secuestrados o amenazados por seguir a Jesús”.

Por eso en esta vigilia se les quiere dar voz y rezar juntos durante la exposición del Santísimo por los que han sido asesinados en el último año. 

“Los cristianos perseguidos son los que han vivido en su propia carne los misterios de la vida de Jesús, han experimentado dolor, pero también gozo y resurrección”, aseguró el Cardenal Carlos Osoro durante la pasada edición de la Noche de los Testigos en el año 2021.

Esta iniciativa de oración tiene su origen en la oficina de ACN Francia. En Madrid se celebra desde el 2016, cuando tuvo lugar en la Iglesia de las Calatravas, considerada como la iglesia de los mártires del siglo XX en España. 

A partir de 2017, todos los años se celebra la Noche de los Testigos en la Catedral de la Almudena. En otras ediciones en España se ha contado con testimonios de países como Irak, China, República Centroafricana, Rusia, India, Nigeria, Ucrania, Marruecos o Venezuela

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Miles de católicos salieron a las calles de Madrid (España) la noche del sábado 26 de febrero, en una pacífica y ordenada jornada de “Rosario por la Juventud”.

La multitudinaria movilización comenzó en la Basílica de San Miguel, pasó por la Plaza Mayor y por la Puerta del Sol, para llegar finalmente a la Plaza de España.

Se estima que participaron entre tres y cuatro mil personas, entre sacerdotes, religiosos y laicos.

Días antes de la masiva jornada de oración, los organizadores destacaron que apuntan a mostrar “una manifestación pública de la fe, porque la fe sin obras es una fe muerta y todo joven católico tiene el deber de dar testimonio de su fe a través su ejemplo de vida y de su piedad”.

“Cuanto más secularizada está una sociedad, más importante es la presencia de símbolos religiosos en la vida pública que nos recuerden a todos el sentido trascendente de nuestras vidas, que estamos en este mundo con un objetivo concreto y con una meta: conquistar el Cielo”, expresaron

Un segundo motivo que reunió a los miles de católicos en las calles de Madrid fue “el apostolado”, pues “la fe no consiste en un sálvese quién pueda. La fe es un tesoro que no podemos reservar para nosotros mismos, sino que tenemos el deber de compartir y transmitir a todo aquel que nos rodea: id por el mundo y proclamad el Evangelio”.

El tercer motivo de la multitudinaria manifestación de fe fue “dar testimonio de que la fe católica está viva en nuestra sociedad y en Occidente. Que la llama sigue viva en nuestras almas y en la de millones de hermanos en la fe en todo el mundo”.

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Tras finalizar hoy la oración mariana del Ángelus, el Papa Francisco recordó a los mártires de la Guerra Civil beatificados el sábado 26 de febrero en la ciudad española de Granada, y animó a que su testimonio “suscite en todos el deseo de servir al Evangelio con fidelidad y valor”.

Estos nuevos beatos son el sacerdote Cayetano Giménez Martín y quince compañeros suyos, asesinados por odio a la fe. Estos mártires fueron asesinados entre junio y septiembre de 1936.

“Que el testimonio de estos heroicos discípulos de Cristo suscite en todos el deseo de servir al Evangelio con fidelidad y valor. Un aplauso a los nuevos bendecidos”, concluyó el Papa desde la ventana del Palacio Apostólico del Vaticano. 

De los 16 mártires, 14 eran sacerdotes, uno era seminarista y uno era laico de Acción Católica. El P. Cayetano Giménez pidió morir el último y lo hizo tras dar la absolución a cada uno de sus compañeros. Murió gritando: ¡Viva Cristo Rey! 

 

 

Etiquetas: Beatos, Guerra Civil Española, Mártires, Ángelus dominical, El Papa Francisco

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El Papa Francisco mostró su cercanía y expresó su aliento a quienes padecen enfermedades raras al concluir el rezo del Ángelus, este domingo 27 de febrero.

El mensaje del Santo Padre se dio en el marco de la conmemoración del Día de las Enfermedades Raras el 28 de febrero.

Tras finalizar el rezo del Ángelus, el Papa Francisco saludó a los fieles que desde la Plaza de San Pedro sujetaban una gran pancarta donde podía leerse “Jornada de las enfermedades raras”. 

“Un saludo especial a todos los que han acudido en ocasión del Día de las Enfermedades Raras: animo a las distintas Asociaciones de pacientes y familiares, así como a los investigadores que trabajan en este campo. Estoy cerca de vosotros”, dijo el Papa Francisco. 

La conmemoración del Día de las Enfermedades Raras tiene como objetivo concienciar sobre estos padecimientos, así como promover la investigación científica y el apoyo a todas las personas que los sufren.

En la pasada celebración de esta fecha, el 28 de febrero de 2021, el Santo Padre defendió “las iniciativas que apoyan la investigación y el cuidado” de estos enfermos y destacó la importancia de rezar especialmente por los niños que las sufren.

En la actualidad, 6.000 enfermedades son clasificadas como raras, de las cuales el 72% son de origen genético y el 70% se presentan desde la infancia.

 

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En la jornada final del encuentro “Mediterráneo, frontera de Paz”, este domingo 27 de febrero obispos y alcaldes de la zona del Mediterráneo firmaron la “Carta de Florencia”, expresando su compromiso de trabajar por la paz en la región.

A través de este documento, los obispos y los alcaldes “reconocen la diversidad del patrimonio y de las tradiciones del área mediterránea como un patrimonio compartido por toda la humanidad” que debe transmitirse “a las generaciones presentes y futuras”.

Además, resaltan “la necesidad de desarrollar más oportunidades de diálogo y de encuentros constructivos entre las diferentes tradiciones culturales y religiosas presentes en nuestras comunidades, con el fin de reforzar los lazos de fraternidad que existen en nuestra región”. 

Asimismo, destacaron “la importancia fundamental del reconocimiento de un derecho universal a la salud y a la protección social en el área mediterránea, en particular tras la pandemia, y el papel central que la cooperación a nivel de las ciudades podría desempeñar en la lucha contra la enfermedad”.

Destacaron luego que es necesario en la región “poner en práctica, lo antes posible, soluciones integradas para evitar un cambio climático catastrófico”. 

En la “Carta de Florencia”, los firmantes advierten que el “momento de actuar es ahora, para preservar la calidad de vida de las generaciones venideras y lograr un enfoque ecológico integral”.

También reconocen “la importancia de promover oportunidades de empleo de calidad para los grupos desfavorecidos, los jóvenes y las mujeres, y de fomentar el desarrollo económico y social de los países de origen de los migrantes, incluso a través de programas de cooperación destinados en particular a la protección de la infancia”.

“Las políticas migratorias en el Mediterráneo y en las fronteras deben respetar siempre los derechos humanos fundamentales”, añaden.

Asimismo, los obispos y alcaldes pidieron una mayor implicación de los gobiernos nacionales en sus respectivas funciones, así como la necesidad de “promover iniciativas compartidas para el fortalecimiento de la fraternidad y la libertad religiosa en las ciudades, para la defensa de la dignidad humana de los migrantes y para el progreso de la paz en todos los países mediterráneos”.

Por último, manifestaron la necesidad de tener “normas claras y compartidas para proteger el ecosistema mediterráneo con el fin de promover una cultura circular del Mediterráneo en armonía con la naturaleza y nuestra historia”. 

 

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Al finalizar el Ángelus este domingo 27 de febrero, el Papa Francisco lamentó la situación que están viviendo los ucranianos, quienes luchan por sobrevivir ante los ataques rusos, y aseguró que “Dios está con quien hace la paz”. 

En el marco del conflicto en Ucrania, que resiste la invasión de Rusia desde el 24 de febrero, el Santo Padre lamentó que durante estos días “nos ha conmocionado algo trágico: La guerra. Muchas veces hemos rezado para que no se tome este camino”.

El Papa señaló que a pesar de las circunstancias, es ahora cuando debemos “rogar a Dios más intensamente”. 

“Por eso renuevo la invitación a todos para que el 2 de marzo sea un día de oración y ayuno por la paz en Ucrania, un día para estar cerca del sufrimiento del pueblo ucraniano y para decir que todos somos hermanos y para implorar a Dios el fin de la guerra”, dijo.  

“La lógica diabólica y perversa de las armas” 

Después de la reflexión del Evangelio, el Santo Padre defendió que “quien hace la guerra, se olvida de la humanidad. No es parte del pueblo. No mira la vida concreta de las personas, sino que antepone los intereses partidistas y el poder a todo”.  

El Papa Franscisco advirtió que quien decide defender la guerra, “se apoya en la lógica diabólica y perversa de las armas, que es la más alejada de la voluntad de Dios y se aleja del pueblo que quiere la paz, y que es la primera víctima, que paga en su propia piel las locuras de la guerra”. 

El Santo Padre dirigió su mirada hacia “los ancianos que buscan refugio en estos momentos, en las madres que huyen con sus hijos. Son hermanos y hermanas, para los que es urgente abrir caminos humanitarios” y señaló que todas estas personas que huyen de la guerra “deben ser acogidos”. 

“Dios está con los que hacen la paz” 

El Papa Francisco se manifestó también “desconsolado” por lo que está ocurriendo en Ucrania, y pidió que no se olviden las "guerras en otras partes del mundo, como Yemen, Siria y Etiopía".

Además, reiteró: “Que no haya armas: Dios está con los que hacen la paz, no con los que usan la violencia, porque los que aman la paz, como dice la Constitución italiana, repudian la guerra como instrumento de ofensa a la libertad de los demás pueblos y como medio para resolver las controversias internacionales”.

 

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Durante el rezo del Ángelus dominical este 27 de febrero, el Papa Francisco explicó la importancia de tener “una mirada limpia” y reconocer las “miserias” y los errores de uno mismo sin juzgar a los demás, igual que lo hace Dios, que “siempre está dispuesto a perdonar los errores”. 

Desde la ventana del Palacio Apostólico del Vaticano, el Santo Padre reflexionó acerca del Evangelio de San Lucas, e invitó a los fieles a no juzgar a otras personas y a tener una mirada pura y cuidar las palabras, aquellas que “muestran lo que hay dentro del corazón”. 

“En el Evangelio de la Liturgia de hoy, Jesús nos invita a reflexionar sobre nuestra mirada y nuestras palabras”, dijo.

“En primer lugar, sobre nuestra mirada. El riesgo que corremos, dice el Señor, es concentrarnos en mirar la astilla en el ojo de nuestro hermano sin fijarnos en la viga de madera en el nuestro”, continuó.

Al actuar así, advirtió, estamos “muy atentos a las faltas de los demás, incluso a las más pequeñas, pasando por alto las nuestras, dándoles poco peso”. 

En este sentido, el Papa lamentó que “siempre encontramos razones para culpar a los demás y justificarnos”.

Y tantas veces nos quejamos de las cosas que están mal en la sociedad, en la Iglesia, en el mundo, sin cuestionarnos primero a nosotros mismos y sin comprometernos a cambiarnos primero. Cada cambio efectivo debe comenzar por nosotros mismos”, señaló. 

A continuación, destacó las palabras de Jesús y dijo que “un ciego no puede guiar a otro ciego” y que “el Señor nos invita a limpiar nuestra mirada, nos pide que miremos dentro de nosotros mismos para reconocer nuestras miserias”.

“Porque si no somos capaces de ver nuestros propios defectos, siempre estaremos inclinados a magnificar los de los demás”.

“Si por el contrario reconocemos nuestros errores y nuestras miserias, se nos abre la puerta de la misericordia. Y después de mirar dentro de nosotros mismos, Jesús nos invita a mirar a los demás como lo hace Él”, expresó.

El Papa Francisco indicó que “este es el secreto, mirar al otro como lo hace Dios, que no ve primero el mal, sino el bien. Así es como nos mira Dios: no ve en nosotros errores irremediables, sino hijos que se equivocan”, destacó.

“ Se cambia la óptica. No se concentra en los errores, sino en sus hijos que se equivoca”, explicó el Santo Padre.

Asimismo, aseguró que “Dios siempre distingue a la persona de sus errores. Siempre cree en la persona y siempre está dispuesto a perdonar los errores. Sabemos que Dios perdona siempre.Y nos invita a hacer lo mismo: no buscar el mal en los demás, sino el bien”.  

Las palabras muestran lo que hay en el corazón 

A continuación, el Papa dijo que Jesús también nos invita a reflexionar sobre nuestras palabras: “El Señor explica que la boca expresa lo que abunda en el corazón. Es cierto, por la forma en que uno habla se puede saber lo que hay en su corazón”.

“Las palabras que utilizamos dicen quiénes somos. Sin embargo, a veces prestamos poca atención a nuestras palabras y las utilizamos de forma superficial. Pero las palabras tienen peso: nos permiten expresar pensamientos y sentimientos, dar voz a los miedos que tenemos y a los planes que queremos hacer, bendecir a Dios y a los demás”. 

“Pero, desgraciadamente, con la lengua también podemos alimentar prejuicios, levantar barreras, atacar e incluso destruir a nuestros hermanos: las habladurías hieren y la calumnia puede ser más afilada que un cuchillo”, lamentó el Pontífice.  

El Papa explicó que hoy en día, sobre todo en el mundo digital, “las palabras viajan rápido; pero demasiadas de ellas transmiten ira y agresividad, alimentan noticias falsas y se aprovechan de los miedos colectivos para propagar ideas distorsionadas”.  

“Un diplomático, que fue Secretario General de la ONU y ganó el Premio Nobel de la Paz, dijo que ‘abusar de las palabras es despreciar al ser humano’, dijo el Papa, recordando al político sueco Dag Hammarskjöld.

Por último, el Santo Padre invitó a los fieles a preguntarse qué tipo de palabras suelen utilizar: “¿Utilizamos palabras que expresan atención, respeto, comprensión, cercanía, compasión, o palabras que tienen como objetivo principal quedar bien ante los demás?”.

“Y entonces, ¿hablamos con mansedumbre o contaminamos el mundo esparciendo veneno: criticando, quejándose, alimentando la agresividad generalizada?”, cuestionó.

“Que María, por cuya humildad ha velado Dios, la Virgen del silencio a la que ahora rezamos, nos ayude a purificar nuestra mirada y nuestra palabra”, concluyó el Santo Padre. 

A continuación, el Evangelio comentado por el Papa Francisco este domingo 27 de febrero: 

Del Evangelio según San Lucas 

Lc 6, 39-45 

Y les dijo una parábola: “¿Puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán ambos en un pozo? Ningún discípulo es superior al maestro; pero cuando esté completamente entrenado, cada discípulo será como su maestro. 

¿Por qué notas la astilla en el ojo de tu hermano, pero no percibes la viga de madera en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: 'Hermano, déjame quitarte esa astilla que tienes en el ojo', cuando ni siquiera te das cuenta de la viga de madera que tienes en tu propio ojo? ¡Hipócrita! Quita primero la viga de madera de tu ojo; entonces verás bien para sacar la paja que está en el ojo de tu hermano. 

“Un buen árbol no da frutos podridos, ni un árbol podrido da frutos buenos. Porque cada árbol se conoce por su propio fruto. Porque la gente no recoge higos de los espinos, ni recoge uvas de las zarzas. Una persona buena, del depósito de bondad en su corazón produce el bien, pero una persona mala, del depósito de maldad produce el mal; porque de la plenitud del corazón habla la boca. 

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Los católicos residentes en Roma se reunieron la tarde del viernes 25 de febrero para rezar por la paz en Ucrania.

La pequeña iglesia de los Santos Sergio y Baco se llenó de fieles para rezar las vísperas en la noche del 25 de febrero, el día después de que Rusia comenzara una invasión a gran escala en Ucrania. 

Esta iglesia es la parroquia de Roma de la Iglesia greco-católica ucraniana, de rito bizantino, desde 1970. En su interior alberga una copia de un icono ucraniano milagroso de Nuestra Señora de Zyrowice. Se trata de una de las tres parroquias católicas ucranianas en Roma, además de otras iglesias que celebran las liturgias dominicales en ucraniano.

El Cardenal Angelo De Donatis, Vicario de la Diócesis de Roma, comenzó la oración con un breve discurso. "Estamos aquí para pedir a Dios, con todas nuestras fuerzas, que nos de la paz", dijo el Purpurado.

Por su parte, Mons. Pierpaolo Felicolo, de la oficina de inmigración de la Diócesis de Roma, dijo que la comunidad ucraniana “es una comunidad muy trabajadora, activa en el acompañamiento de los ancianos, en el trabajo doméstico, y todos están aquí con la perspectiva de poder ayudar a los familiares que se han quedado en Ucrania”. 

“La preocupación es visible y palpable, porque todo el mundo tiene familiares y amigos que están luchando o refugiados en las estaciones de metro”, señaló Mons. Felicolo.

De acuerdo a la Diócesis de Roma, el P. Taras Ostafiiv, párroco de la iglesia de los Santos Sergio y Baco, dijo que el templo está abierto “desde las 6:30 de la mañana hasta bien entrada la noche y muchos vienen incluso en las pausas del trabajo para rezar una oración”.

“Todo el mundo está en contacto con sus familias que están viviendo esta terrible situación de guerra”, expresó. 

Olga, una madre con un hijo pequeño y que lleva en el vientre a uno más, dijo que “estamos rezando, porque ¿qué otra cosa podemos hacer?”. 

La mujer señaló que quería volver este año a Ucrania para estar más cerca de su familia. Aseguró que no había dormido en toda la noche y que estaba recibiendo muchos mensajes de familiares y amigos que intentaban escapar de Ucrania.

Parte de su familia está cerca de la frontera occidental con Polonia. Otros miembros de la familia en el centro del país están tratando de llegar al oeste de Ucrania, que se cree que es más seguro.

Procesión por la paz en las calles de Roma 

La noche del viernes 25 de febrero, las calles de Roma vieron pasar una nutrida procesión a favor de la paz en Ucrania.

Numerosas personas recorrieron las calles de la capital italiana con velas en las manos para pedir el cese de los ataques de soldados rusos en Ucrania. 

El recorrido de la procesión comenzó en el Campidoglio hasta llegar al famoso Coliseo, que fue iluminado días atrás con la bandera ucraniana.

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En un mensaje publicado a través de su cuenta oficial de Twitter, el Papa Francisco reiteró su rechazo a la guerra, advirtiendo que es “una derrota frente a las fuerzas del mal”. 

Junto a una imagen de Cristo Crucificado, el Santo Padre aseguró el 25 de febrero que “toda guerra deja al mundo peor que como lo había encontrado”.

“La guerra es un fracaso de la política y de la humanidad, una claudicación vergonzosa, una derrota frente a las fuerzas del mal”, expresó el Papa Francisco, en su mensaje publicado en diferentes idiomas, entre ellos el ucraniano. 

Han sido numerosas las ocasiones en las que el Santo Padre mostró su preocupación por la situación que se está viviendo en Ucrania desde que la pasada madrugada del 24 de febrero las fuerzas rusas invadieron el país.

Al finalizar la Audiencia General del miércoles 23 de febrero, el Papa invitó a todos a realizar una jornada extraordinaria de ayuno y oración por la paz el próximo Miércoles de Ceniza, 2 de marzo. A esta iniciativa se sumaron numerosas Conferencias Episcopales y fieles de todo el mundo. 

“Tengo un gran dolor en mi corazón por el empeoramiento de la situación en Ucrania. A pesar de los esfuerzos diplomáticos de las últimas semanas, se abren escenarios cada vez más alarmantes. Como yo, muchas personas de todo el mundo sienten angustia y preocupación”, dijo.

“Una vez más la paz de todos se ve amenazada por intereses partidistas”, señaló el Papa Francisco un día antes de que el presidente ruso Vladimir Putin decidiera oficialmente ocupar Ucrania. 

 Ese mismo día, instó a través de un mensaje publicado en la red social a los dirigentes políticos a que hicieran “un serio examen de conciencia ante Dios, que es Dios de la paz y no de la guerra”: 

El viernes 25 de febrero, el Santo Padre visitó al embajador de Rusia ante la Santa Sede para mostrar su preocupación por el conflicto, y esa misma tarde conversó telefónicamente con el Arzobispo de Kiev y Primado de la Iglesia Greco Católica en Ucrania, Mons. Sviatoslav Shevchuk.

En esa conversación, el Santo Padre le aseguró al Arzobispo ucraniano que haría “todo lo posible” por ayudar a terminar con el conflicto.

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El Papa Francisco se comprometió a hacer “todo lo que pueda” para ayudar a poner fin al conflicto y a la invasión de Rusia en Ucrania y lograr la paz, en una llamada telefónica con el Arzobispo de Kiev y Primado de la Iglesia Greco Católica Ucraniana, Mons. Sviatoslav Shevchuk.

Según informó la secretaría de la Iglesia en Ucrania en Roma, el Santo Padre y Mons. Sviatoslav Shevchuk mantuvieron una conversación telefónica en la tarde del viernes 25 de febrero, después de que esa misma mañana el Papa acudiera personalmente a la embajada de Rusia en el Vaticano.

“Durante la llamada telefónica, el Papa Francisco se interesó por la situación de la ciudad de Kiev y de Ucrania en general y aseguró que haría ‘todo lo que pueda’ para traer la paz, explicó la Iglesia en Ucrania en un comunicado.

Según informaron, el Papa Francisco también se interesó por la situación “de los obispos y sacerdotes en las zonas más afectadas por la operación militar rusa” y agradeció a la Iglesia en Ucrania su cercanía al pueblo ucraniano y la disponibilidad para todos los ucranianos de “los sótanos de la catedral greco-católica de la Resurrección de Kiev para dar cobijo”. 

Asimismo, el Santo Padre transmitió a Mons. Sviatoslav Shevchuk “su cercanía, apoyo y oraciones por la querida Ucrania” y envió “su bendición para el pueblo ucraniano”. 

Con esta llamada telefónica, el Papa Francisco reitera sus intenciones de paz y su deseo de que acabe la guerra en el país ucraniano, invadido por las fuerzas rusas desde la madrugada del 24 de febrero.

“Mantener abiertas las iglesias” 

Desde que comenzaron los ataques en el país ucraniano, el Arzobispo de Kiev pidió a todos los religiosos del país que mantuvieran sus iglesias abiertas para dar cobijo a todas aquellas personas que lo necesitaran.  “Nuestra Iglesia estará siempre con su pueblo”, aseguró Su Beatitud. 

“Tenemos la experiencia de la guerra en el este de Ucrania desde hace 8 años. Tratamos de organizar bien la red de ayuda humanitaria, pondremos a disposición de la gente, en caso de emergencia, nuestras iglesias y los edificios que tenemos disponibles para salvar cada vida”, añadió.

Mons. Shevchuk subrayó que “recordamos que nuestras iglesias ya se habían convertido en hospitales de campaña en los tiempos de la ‘Revolución de la Dignidad’” de 2013 y 2014, que acabó con el derrocamiento del entonces gobernante Viktor Yanukovych, que se negó a firmar acuerdos de libre comercio con la Unión Europea.

 

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La Archidiócesis de Granada (España) acogió la celebración de la beatificación de 16 mártires que murieron durante la persecución religiosa del siglo XX. 

En concreto estos mártires fueron asesinados entre junio y septiembre de 1936, durante la Guerra Civil Española (1936-1939).

El Cardenal Marcello Semeraro, prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, presidió la ceremonia en la Catedral de Granada, junto al Arzobispo Mons. Javier Martínez; el Nuncio de la Santa Sede, Mons. Bernardito Azua; el Obispo auxiliar de Madrid, Mons. Juan Antonio Martínez Camino, y el Arzobispo de Valencia, Mons. Antonio Cañizares, que fue anteriormente Arzobispo de Granada. Además de otros Obispos de la región de Andalucía, en donde se encuentra la Archidiócesis de Granada. 

De los 16 mártires, 14 eran sacerdotes, un seminarista y un laico de Acción Católica. El P. Cayetano Giménez preside esta causa de martirio, él pidió morir el último y lo hizo tras dar la absolución a cada uno de sus compañeros. Murió gritando: ¡Viva Cristo Rey! Ante su entereza, los asesinos volvían al pueblo diciendo: ¡Vaya con el viejo! ¡Qué valor ha tenido! 

Durante la homilía, el Cardenal Marcello Semeraro aseguró que “los santos son un don de Dios, especialmente los mártires”. 

“Los mártires que hoy honramos y veneramos, como tantos otros de esta maravillosa tierra, han dado su testimonio a Cristo soportando grandes penalidades y sufriendo la muerte misma, en el contexto, de carácter anticristiano, de aquellos trágicos y dolorosos acontecimientos”, aseguró el Prefecto de la Congregación de la Causas de los Santos.

El Cardenal Semeraro recordó que aunque “todo sucedió en 1936, pero ya en el 1939 sus nombres fueron esculpidos en dos pilastras de mármol en la capilla mayor de esta Catedral”, por lo que “los sacerdotes y fieles que hoy han sido beatificados fueron, desde el inicio, señalados como “mártires de Granada”. 

“Todos ellos, al sufrir la muerte violenta, en lo íntimo de su corazón gritaron a Dios: tu gracia vale más que la vida; tu misericordia vale más que la vida”, subrayó el Cardenal, ya que ése es el lema de la beatificación.

Y finalizó animando a honrar y venerar “a los nuevos beatos mártires, conscientes de que en ellos, aún frágiles y débiles como nosotros, Cristo está presente, aunque en modo misterioso”.

Al término de la ceremonia, Mons. Javier Martínez, Arzobispo de Granada, agradeció al Papa Francisco la beatificación y aseguró que contar con 16 nuevos beatos, mártires, es “además de un honor” una “gracia que el Señor nos hace y una fuente de poderosa intercesión”. 

Recordó que esa intercesión de los nuevos beatos es especialmente necesaria “cuando una nueva guerra, esa horrible derrota de nuestra humanidad, acaba de estallar en Europa”, por eso les pidió a los nuevos beatos que “intercedan ante el Señor y obtengan para los países implicados en esta guerra y para todo el mundo el don de la paz y de una convivencia basada no en intereses políticos o económicos, sino en nuestro común reconocimiento como hermanos”. 

Mons. Martínez también aseguró que los nuevos beatos son “un estímulo para nuestra vida”, “ellos nos muestran con la nitidez de un día claro de primavera, en la sencillez de sus vida y de sus muertes, cuál es el significado de la vida”. 

De los 16 mártires, 14 eran sacerdotes y un seminarista, por lo que el Arzobispo de Granada recordó que “su proclamación ha de estimular sobre todo una renovación de nuestro ministerio [sacerdotal], en la línea que la Iglesia hoy nos propone por medio del Papa Francisco, que es la de una conversión misionera”.

“Que ellos nos descubran que la evangelización no es una cuestión meramente de ideas, sino de testimonio”, de un “servicio a la esperanza de los hombres” siendo “en la vida un reflejo del amor y del afecto de Dios a cada persona, a su destino y a su vocación en Cristo”, aseguró el Arzobispo.

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Hoy, 26 de febrero, se recuerda a la Beata Piedad de la Cruz Ortiz Real, una religiosa española, fundadora de la Congregación de Salesianas del Sagrado Corazón de Jesús. Piedad nació el 12 de noviembre de 1842 en Valencia (España) y fue bautizada al día siguiente con el nombre de su madre, Tomasa.

La hermana Piedad se formó, humana y espiritualmente, en el Colegio de Loreto de las Religiosas de la Sagrada Familia de Burdeos, ubicada en Valencia. Allí se destacó por su espíritu de piedad, oración y la dedicación para acoger a los niños pobres, ancianos y enfermos. 

Aquella etapa de su vida la marcaría profundamente; sería el inicio de un largo itinerario espiritual y apostólico tras las huellas del Señor. Muchas puertas se cerraron en su vida, pero otras se abrieron, algunas con dificultad. Piedad pasó por largos tiempos de incertidumbre así como por etapas luminosas y menos aciagas. Al final, el Señor, que la acompañó siempre con su gracia, coronó todos sus esfuerzos. 

Inicio de la búsqueda: “Jesús, dime dónde…”

En 1874, cuando tenía 21 años, ingresó al convento de las Carmelitas de la Caridad de Vich, pero se vio obligada a abandonar el noviciado a causa de una epidemia de cólera que la enfermó gravemente. Mientras pudo, Tomasa ayudó a quienes habían contraído la enfermedad, pero una vez que se contagió no hubo quién se encargue de ella. Una vez recuperada, consiguió un empleo como obrera textil y vivió en una humilde pensión. Tiempo después, se acogió como huésped-empleada en el Colegio de las Madres Mercedarias de la Enseñanza, donde trabajó como maestra durante seis años y medio. 

Un nuevo proceso de acercamiento al Señor la condujo nuevamente a sus inquietudes vocacionales y al deseo de servir a Dios de todo corazón. Fue así que Tomasa descubrió que Él no la quería en el camino que estaba siguiendo. Con una sencilla oración, Tomasa le pedía constantemente a Jesús que la ayude a saber cuál era su voluntad: “Tuya, Jesús mío, tuya quiero ser, pero dime dónde”.

Con la venia del obispo, en 1881, Tomasa viajó a la ciudad de Murcia (España) junto a tres amigas, lugar donde el Señor respondió a su búsqueda personal y le hizo vivir una experiencia mística en la que el Corazón de Jesús, mostrándole el hombro izquierdo ensangrentado, le dijo que lo ayude a cargar su cruz, y que funde una congregación, “de la que siempre tendrá misericordia”.

Llamada a ser fundadora

En 1884, con el respaldo de su confesor y del obispo de Cartagena-Murcia, fundó la Comunidad de Terciarias de la Virgen del Carmen en Puebla de Soto (Murcia), dedicadas a atender enfermos, pobres y huérfanos.

Tiempo después abrió dos comunidades más en las ciudades de Alcantarilla y Caudete, gracias al número de jóvenes que se sentían atraídas por el estilo de la congregación.

Sin embargo, también surgieron algunas tensiones, por lo que seis años más tarde cambiaría el nombre de su fundación a “Salesianas del Sagrado Corazón de Jesús”, la cual quedó bajo el patrocinio de San Francisco de Sales. La congregación fue aprobada el 28 de noviembre de 1895 y declarada de derecho pontificio en 1935.

El carisma de esta nueva congregación se caracteriza por el deseo de hacer sensible ante los hombres, especialmente a los pobres, el amor del Padre Providente, manifestado en el Corazón misericordioso de Jesús, abierto de brazos en la Cruz.

“He peleado hasta el fin el buen combate” (II Tim 4,7)

En 1915, Tomasa hizo los votos solemnes tomando el nombre de Piedad de la Cruz. Tenía alrededor de 73 años. Un año después, el Señor la llamó definitivamente a su presencia. La Hermana Piedad falleció a los 74 años, el 26 de febrero, en Alcantarilla (Murcia), cuatro meses después de haber dejado el cargo de Superiora General de su congregación.

El día 6 de febrero de 1982 tuvo lugar, en la diócesis de Cartagena-Murcia, la apertura del proceso de canonización de la hermana Piedad. Fue declarada venerable el 1 de julio del año 2000 y beatificada en Roma el 21 de marzo de 2004.

Para saber más de esta Beata ingrese AQUÍ

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En la mañana del viernes 25 de febrero, el Papa Francisco visitó la embajada rusa en el Vaticano para encontrarse con el embajador Alexander Avdeev y tratar de mediar en el conflicto entre Ucrania y Rusia. 

Así lo ha confirmado la Sala de Prensa del Vaticano, desde donde informaron que este encuentro en la sede diplomática de Rusia -situada en Vía della Conciliazione número 10-, a pocos metros de la Plaza de San Pedro, duró alrededor de media hora.  

Desde la Santa Sede han subrayado que con esta visita el Santo Padre desea manifestar su preocupación por la guerra que estalló oficialmente en la madrugada del jueves 24 de febrero. 

El Vaticano no ha transmitido más información sobre este encuentro, en el que habría tenido lugar un coloquio privado entre el Santo Padre y el embajador ruso Aleksandr Avdeev. 

Esta visita se trata de un hecho único ya que normalmente son los embajadores los convocados oficialmente en el Vaticano para los encuentros con el Santo Padre. Esta iniciativa del Papa enfatiza su preocupación e implicación en el conflicto. 

Según informó Andrea Gagliarducci en ACI Stampa, publicación en italiano de ACI Prensa, el Papa Francisco tuvo su último contacto directo con el presidente ruso Vladimir Putin con motivo del cumpleaños del Pontífice. 

Según varias fuentes, fue el presidente ruso Vladimir Putin quien envió un telegrama y luego hizo una llamada telefónica al Papa. 

El Kremlin dio gran relevancia al contacto entre Putin y el Papa Francisco, donde Putin “había destacado la alta autoridad del Papa Francisco en el mundo, así como su gran contribución personal al desarrollo de las relaciones entre Rusia y el Vaticano", relaciones que -señalaba el servicio de prensa del Kremlin- “se caracterizan por un alto nivel de entendimiento mutuo y la similitud de posiciones en muchos problemas de nuestro tiempo”. En esa ocasión, se dijo que el Papa Francisco y Putin “acordaron continuar los esfuerzos conjuntos para defender los valores morales y humanitarios fundamentales”.

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"Debido a una gonalgia aguda –dolor de rodilla-, por la que el médico ha recomendado un periodo de mayor reposo de la pierna, el Papa Francisco no podrá viajar a Florencia el domingo 27 de febrero, ni presidir las celebraciones del Miércoles de Ceniza el 2 de marzo en la Basílica de Santa Sabina”. 

Con este mensaje comunicó la Oficina de Prensa de la Santa Sede la ausencia del Papa Francisco en Florencia este fin de semana para la clausura del evento de los obispos italianos "Mediterráneo, frontera de paz", que comenzó el miércoles 23 de febrero.  

La llamada gonalgia es una dolencia común entre los adultos y se asocia con mayor frecuencia a las tensiones de las actividades diarias como caminar, arrodillarse, estar de pie y levantar peso. Durante una Audiencia General hace unas semanas, el Papa informó a los fieles sobre su estado. 

El pasado 26 de enero, durante la Audiencia General, el Papa Francisco contó que sufría de un dolor de rodilla que le impidió llegar hasta los peregrinos que lo esperaban. 

Antes de impartir la bendición final, el Santo Padre explicó a los fieles reunidos en el Aula Pablo VI que no iba a poder recorrer los pasillos, como tradicionalmente lo hace, para saludar a las personas presentes por un problema de salud. 

“Permítanme explicarles que hoy no podré estar entre ustedes para saludarlos, porque tengo un problema en mi pierna derecha; un ligamento de mi rodilla está inflamado. Pero yo bajaré a saludaros allí y ustedes pasarán a saludarme”, dijo el Papa indicando una silla en la que después se sentó para bendecir a algunas personas. 

 

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La Conferencia Episcopal Española (CEE) manifestó su cercanía y solidaridad con Ucrania tras sufrir la invasión por parte de Rusia, que comenzó el pasado jueves 24 de febrero.

El Cardenal Juan José Omella, presidente de la Conferencia Episcopal Española y Arzobispo de Barcelona (España) envió cartas al presidente de la Conferencia de Obispos Católicos Romanos de Ucrania y del Comité para la Doctrina de la Fe, Mons. Mieczysław Mokrzycki; al presidente del Sínodo de los Obispos de la Iglesia Greco-Católica Ucraniana, Su Beatitud Sviatoslav Shevchuk; y a Su Beatitud el Metropolita Epifanio I de Kiev y de toda Ucrania.

El Cardenal Omella les transmitió la cercanía y solidaridad de todos los miembros de la Conferencia Episcopal Española “con todo el pueblo de Ucrania, que se ve golpeado por la situación de conflicto con Rusia”.

El presidente de los Obispos de España aseguró la “oración constante para que se llegue pronto a acuerdos de paz”.

Además, desde la Conferencia Episcopal Española se unen a la oración con la que el Papa Francisco suplica a Dios la paz:  “Dios, que es Dios de la paz y no de la guerra; que es Padre de todos, no solo de algunos, que nos quiere hermanos y no enemigos".

Pedimos “a todas las partes implicadas que se abstengan de toda acción que provoque aún más sufrimiento a las poblaciones, desestabilizando la convivencia entre las naciones y desacreditando el derecho internacional”.

Solidaridad y oración a través de las redes sociales 

Además, a través de las redes sociales, numerosos Obispos de España mostraron su consternación ante la invasión de Rusia a Ucrania que comenzó en la madrugada del 24 de febrero.

El Cardenal Carlos Osoro, Arzobispo de Madrid (España) aseguró a través de su cuenta de twitter que “una guerra es una tragedia para la humanidad; somos hermanos” y subrayó que reza “por la paz, como también lo hacen los fieles de la archidiócesis de Madrid y del ordinariato”.  [ordinariato católico de rito oriental de los fienes que viven en España y del que es ordinario el Cardenal Osoro]”.

Los fieles católicos de rito oriental tienen un ordinariato en España, del que es ordinario el Cardenal Carlos Osoro desde el año 2016.

De hecho, desde este ordinariato recordaron también a través de las redes que “la oración por la paz es ahora más necesaria que nunca”. 

Por su parte, el Cardenal Juan José Omella, Arzobispo de Barcelona y Presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE) aseguró unirse a la oración del Papa Francisco por la situación en Ucrania. 

Otros Obispos también han manifestado su cercanía a la población ucraniana. En este caso, el Obispo de Cartagena (España) Mons. José Manuel Lorca, recordó la importancia “de la oración y el ayuno del Miércoles de Ceniza. Que el Señor oiga nuestras plegarias y nos conceda la paz y nos cambie el corazón”. 

También el Obispo de Vitoria, Mons. Juan Carlos Elizalde aseguró que “la guerra es el fracaso del diálogo y la ruptura de la fraternidad. Y una humanidad sin diálogo y sin fraternidad está abocada a su autodestrucción. Paremos esta guerra sin sentido, nos sobre el tiempo para hablar. Santa María, Reina de la Paz, ruega por nosotros”. 

Mons. José María Gil Tamayo, Obispo de Ávila (España) también invitó a los fieles de la diócesis a unirse a la oración del próximo día 2 de marzo convocada por el Papa Francisco y además compartió una oración por la paz. 

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Cáritas Internationalis difundió una declaración sobre la crisis de Ucrania e instó a garantizar la protección y el acceso a la ayuda humanitaria. 

Tetiana Stawnychy, presidenta de Cáritas Ucrania, aseguró que los sucesos que comenzaron el pasado jueves 24 de febrero a primera hora “conducirán inevitablemente a una catástrofe humanitaria colosal. Es imposible creer que en pleno siglo XXI en el centro de Europa la gente tenga que despertarse a las 5 de la mañana por las explosiones y el sonido de las sirenas antiaéreas”. 

En ese sentido, desde Cáritas internationalis aseguraron estar “profundamente preocupados por el impacto de esta intervención en la población local, que ya vive en condiciones críticas ocho años después del inicio de la crisis que mató a 14.000 personas y desplazó a otros 1,5 millones”.

En un comunicado, aseguraron que la Confederación Cáritas está lanzando “un llamamiento de emergencia para apoyar el trabajo de Cáritas Ucrania” a través de un programa que “tiene como objetivo apoyar a las personas afectadas por el conflicto con alimentos, agua potable, alojamiento seguro y kits de higiene, así como garantizar un transporte seguro para que las personas vulnerables puedan reunirse con sus seres queridos y acceder a zonas seguras”. 

“Necesitamos vuestro apoyo para tener la oportunidad de responder a la crisis humanitaria y ayudar a las personas afectadas por la guerra”, aseguró Stawnychy.

Un trabajo que Cáritas realiza desde finales del verano de 2021, particularmente en el este de Ucrania, donde anticiparon una respuesta humanitaria ante la posible escalada del conflicto. 

Por eso, Cáritas capacitó al personal y los voluntarios para aumentar su capacidad de satisfacer las necesidades de las comunidades locales y fortalecer su red. También pusieron a punto centros temporales para acoger y garantizar la asistencia a los desplazados internos, cuyo número muy probablemente aumentará considerablemente con el inicio de esta reciente intervención militar.

Las cifras de las necesidades de emergencia ya eran dramáticas: “Antes del ataque, ya había 2,9 millones de habitantes locales a ambos lados de la línea de contacto que necesitaban asistencia humanitaria. Hoy, ese número está aumentando exponencialmente”, agrega Stawnychy.

Según destacan en el comunicado, Caritas Ucrania cuenta con el apoyo de 36 organizaciones de la Confederación Caritas para ayudar a la población necesitada. 

“No podemos ignorar las trágicas implicaciones humanitarias de esta guerra”, señaló el secretario general de Caritas Internationalis, Aloysius John y subrayó que “es deber de la comunidad internacional proteger al pueblo ucraniano y garantizar su acceso a asistencia vital”.

Además, Caritas Internationalis subraya la urgencia de que todas las personas puedan acceder a la asistencia humanitaria, en particular los más vulnerables, y que se garantice la libertad de movimiento para quienes huyen del conflicto. 

“Todos estamos llamados a actuar. Lo que está ocurriendo en Ucrania está poniendo en peligro la estabilidad y la paz internacionales y, como subrayó el Santo Padre, está 'desacreditando el derecho internacional'”.

Respuesta de Cáritas Española

Cáritas Española trabaja en Ucrania desde 2010, donde apoya diversos proyectos de acción social y de emergencia. 

Actualmente, la cooperación con Cáritas Ucrania se centra en varios centros de atención a personas con diversidad funcional y de atención a familias vulnerables, así como la financiación de proyectos de emergencia en el Donbass, con suministro de agua potable y prevención anti-Covid con una partida de 150.000 euros aportados por la AECID (Agencia Española de Cooperación Internacional) que mantiene su actividad.

Ante el estallido de la actual crisis, Cáritas Española ha expresado su solidaridad y cercanía con Cáritas Ucrania, y ha movilizado una partida inicial de 25.000 euros para apoyar el plan de respuesta de emergencia de Cáritas Ucrania. 

Además, abre la campaña de emergencia “Cáritas con Ucrania” para canalizar la solidaridad de los donantes españoles hacia los proyectos de ayuda humanitaria puestos en marcha por Cáritas Ucrania para ayudar a las víctimas de esta grave crisis.

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Cada 25 de febrero se celebra la fiesta de los santos Luis Versiglia y Calixto Caravario, mártires salesianos asesinados en China en la primera mitad del s. XX. Ellos murieron en defensa del honor y la dignidad de tres jóvenes cristianas que habían sido amenazadas con ser ultrajadas y esclavizadas. 

“El misionero que ora mucho logra mucho”, solía decir el obispo San Luis Versiglia. Mientras que el presbítero San Calixto Caravario, días antes de morir, escribió estas líneas en una carta a su madre: “Pasará la vida y se acabarán los dolores: en el Paraíso seremos felices. Nada te turbe, mi buena mamá; si llevas tu cruz en compañía de Jesús, será mucho más ligera y agradable…”.

Luis Versiglia

San Luis Versiglia nació en Italia en 1873. A los 12 años quedó fascinado con la figura de Don Bosco al punto que, poco después de la muerte del santo fundador de los salesianos, decidió convertirse en un miembro más de la Orden y ser misionero. En 1895, Luis es ordenado sacerdote y años después, nombrado director de novicios en Roma por el Beato Miguel Rúa. Posteriormente lideró el grupo de salesianos que fue enviado a China en 1906. Estos se establecieron en Macao y abrieron un frente misionero en Hangchow.

La obra misionera de San Luis Versiglia se volcó a la construcción de orfanatos y oratorios, hasta que en 1921 fue consagrado obispo del Vicariato Apostólico de Shiu Chow. Bajo su mando, se multiplicaron las casas misioneras, institutos, asilos, orfanatos y se abrió el seminario salesiano para nativos de China.

Calixto Caravario

San Calixto Caravario, por su parte, nació en Turín, Italia, en 1903. Ingresó muy joven a la Sociedad de San Francisco de Sales y, en 1921, conoció a Luis Versiglia. A este le dijo un día: “Lo alcanzaré en China”. Años más tarde, Calixto cumpliría su promesa. Después de ser ordenado sacerdote por el mismo Versiglia, fue enviado a la misión de Lin-Chow.

Hacia 1930, la situación política y social en China se había tornado muy tensa; habían recrudecido los recelos contra los extranjeros, especialmente contra los cristianos y misioneros. Las iglesias empezaron a ser saqueadas e incendiadas como signo evidente de la creciente hostilidad.

Martirio en China

En febrero de aquel año, Mons. Versiglia emprendió una visita pastoral a Lin-Chow. El P. Caravario saldría a su encuentro para acompañarlo. El día 25 los dos celebraron Misa en Ling-Kong-How y luego iniciaron una travesía en barca hacia otro poblado. Junto a ellos estaban dos maestros y tres jovencitas de la misión (María de 21 años, Paula de 16 y Clara de 22). Durante el viaje se les sumó una anciana catequista y un niño. Todos eran nacionales convertidos al catolicismo.

Repentinamente, un grupo de piratas se acercó a su embarcación y dieron la orden de que se detengan. Aquellos hombres tenían fusiles y pistolas, y solicitaron que los misioneros paguen 500 dólares para que les dejen continuar el curso. El Obispo le pidió a Caravario: “Diles que somos misioneros y, por lo tanto, no llevamos con nosotros tanto dinero”.

Entonces, los maleantes registraron la barca y descubrieron a las jóvenes, que permanecían ocultas rezando. Con gritos amenazaron que se las llevarían. Ataques de este tipo eran muy frecuentes y los piratas solían secuestrar a las jóvenes para ultrajarlas y esclavizarlas.

Todos tienen miedo a la muerte

Los santos intentaron detenerlos y a cambio recibieron una violenta golpiza. Los religiosos ensangrentados fueron conducidos junto a las jóvenes a la embarcación pirata, mientras que ordenaron al resto de acompañantes que regresaran a Lin-Kong-How. Una vez allí, los sobrevivientes dieron parte a las autoridades.

María atestiguó sobre el sacerdote: “Vi que don Caravario, con la cabeza inclinada, hablaba en voz baja con el obispo”. Los salesianos se estaban confesando mutuamente. “El obispo y don Caravario nos miraban, nos señalaban con los ojos el cielo y rezaban. Su aspecto era amable y sonriente, y rezaban en voz alta”.

Mientras las muchachas eran trasladadas, se escucharon cinco disparos. Más adelante escucharon que los piratas comentaban entre ellos: “Todos tienen miedo a la muerte. Por el contrario, estos dos han muerto contentos”. Era el 25 de febrero de 1930. 

Días después, miembros del ejército chino llegaron a las cuevas en las que se refugiaban  los bandidos, los que ya habían huido abandonando a las jóvenes. Todas fueron rescatadas por los militares. Los cuerpos de los mártires serían encontrados posteriormente y trasladados para darles cristiana sepultura. Las jovencitas tuvieron la oportunidad de rezar de rodillas al lado de los restos mortales de los dos salesianos, quienes habían dado la vida por defenderlas.

El sueño de Don Bosco

San Juan Bosco siempre tuvo el deseo de ser misionero. En uno de sus sueños vio un cáliz lleno de sangre que hervía y se derramaba. Con dolor, pensaba que aquel sueño era una suerte de presagio: supo -en su corazón- que entre los salesianos también habría mártires. Por ese sueño, a San Luis Versiglia y San Calixto Caravario, primeros mártires salesianos, se les representa generalmente con un cáliz en las manos, desde el que chorrea sangre.

El Papa San Pablo VI declaró mártires a los dos salesianos en 1976. Fueron luego beatificados en 1983 y canonizados en el año 2000 por San Juan Pablo II.

Para saber más de estos santos haga click AQUÍ

Si quiere saber más sobre San Juan Bosco, lea este artículo de la Enciclopedia Católica.

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El Vaticano presentó este 24 de febrero el Mensaje del Papa Francisco para la Cuaresma 2022 con el tema basado en la exhortación de San Pablo a los Gálatas: “No nos cansemos de hacer el bien, porque, si no desfallecemos, cosecharemos los frutos a su debido tiempo. Por tanto, mientras tenemos la oportunidad, hagamos el bien a todos”.

En la rueda de prensa realizada en la oficina de prensa de la Santa Sede, el Cardenal Francesco Montenegro destacó que vale la pena leer completo el Mensaje para la Cuaresma del Papa y reflexionarlo con atención para realizar “con una lectura de la situación histórica que estamos viviendo”.

En su presentación, el Purpurado italiano subrayó que “los vientos de guerra que soplan en diversas partes del mundo, Ucrania, Rusia, la crisis sanitaria, económica y social provocada por la pandemia, el escándalo del hambre en varias zonas del planeta, las desigualdades acentuadas por la falta de trabajo o la explotación de los más débiles, son realidades que nos interpelan como Iglesia”.

“¿Qué podemos hacer? El Mensaje del Papa es un camino de compromiso y responsabilidad. Cada uno de nosotros está llamado a hacer el bien, a sembrar la semilla de la justicia y la caridad, a no desistir en buscar vías de desarrollo humano y a trabajar asiduamente para que se respete la dignidad de todos”, indicó.

En esta línea, el Cardenal Montenegro señaló que la Cuaresma “es el tiempo que el Señor nos regala, es la oportunidad que nos ofrece para hacer el bien y llevar la luz del Resucitado al mundo” y “es un tiempo propicio, es un tiempo especial para renovar nuestra conversión y para acoger con humildad la Palabra que ‘renueva todas las cosas’, ya que nos prepara para vivir el Misterio Pascual de manera auténtica”.

Al referirse, en la metáfora de la siembra y la cosecha utilizada por el Papa en su mensaje el Purpurado explicó que el Santo Padre dirigió “la invitación a no cansarse de hacer el bien, y en la paciencia que hay que tener mientras se espera la maduración de los frutos”.

La Cuaresma se presenta como un tiempo propicio para acoger la siembra de Dios, especialmente a través de la escucha y la meditación de su Palabra. Aceptar la invitación a la conversión e iniciar procesos de cambio para apartarse del mal y revestirse de Cristo pasa por acoger la semilla de la Palabra, siempre nueva y eficaz”, indicó.

Asimismo, el Cardenal reconoció que “cuando la historia nos muestra tantos signos graves de fracaso y de crisis, podríamos estar tentados de desanimarnos y tirar la toalla” sin embargo, añadió que “la gran esperanza que nos viene de la Pascua debería animar a todos a no cansarse de hacer el bien a todo”.

“Más fuerte que el cansancio o la decepción que podamos experimentar debe ser el deseo de seguir caminando, manteniendo la mirada fija en Aquel que todo lo puede”, dijo el Purpurado.

Luego, el Cardenal repitió los consejos del Papa para vivir mejor esta Cuaresma: “No nos cansemos de rezar porque nadie puede salvarse sin Dios, y es precisamente en la oración donde se encuentra la fuerza para luchar y atravesar las pruebas. No nos cansemos de extirpar el mal de nuestra vida”.

“Durante la Cuaresma, a través del ayuno y valorando más el Sacramento de la Reconciliación, podemos entrenarnos para luchar contra todo lo que nos hace daño a nosotros mismos y a los demás”.

Por último, “no nos cansemos de hacer el bien en la caridad activa hacia el prójimo” porque “la Cuaresma es un buen momento para ocuparse de los demás, para enterarse de los necesitados, para ayudar a los que no pueden seguir adelante y para sacar a los pobres y marginados del desánimo”.

Por su parte, la secretaria ad interim del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral y delegada de la Comisión Vaticana COVID-19, Sor Alessandra Smerilli, recordó que “el tiempo de Cuaresma se nos ofrece como un momento propicio para retomar la dirección correcta en el camino, la del amor a Dios y al prójimo, que nos caracteriza como cristianos”.

“El Santo Padre nos invita a entrar en la Cuaresma interiorizando más radicalmente lo que significa mirar a cada persona que encontramos con la mirada de Cristo y reconociendo los ojos de Cristo. Despojarse de lo superfluo, aligerarse, tomar en serio la llamada a la conversión significa, en la Iglesia de este momento histórico, expresar más claramente en nuestra vida y con nuestras relaciones ese amor que brota de la vida íntima de Dios, que une al Padre y al Hijo en el Espíritu Santo”, explicó la religiosa.

Además, Sor Alessandra, experta en economía, advirtió que “los vientos de guerra, tras décadas de rearme insensato, con gastos crecientes en armamento y una pandemia que se ha cobrado víctimas, ha agravado las desigualdades, ha puesto de manifiesto lo que no funciona en nuestros sistemas económicos y sociales y ha impuesto nuevos interrogantes, no pueden hacernos perder la esperanza”.

Luego, Smerilli relató que “en un encuentro con la Comisión Vaticana COVID-19 el Papa Francisco nos invitaba a ser esa tierra fértil que crea las condiciones para que la semilla germine. Nos pedía que preparáramos el futuro, para que fuera diferente del presente. Y sabemos que solo quien está movido por la esperanza puede ponerse a trabajar”.

“La Cuaresma no es un tiempo cristiano si nos retira del mundo: el desierto del ayuno y de la tentación debe ser habitado con la insistencia y la fe de quien, mirando las piedras, ve la cosecha”.

Por ello, Sor Alessandra recordó la próxima jornada de ayuno por la paz convocado por el Papa Francisco para el próximo Miércoles de ceniza y alentó a recordar que Dios ve lo imposible.

“La Cuaresma es una vuelta al Dios para quien nada es imposible. El mensaje concluye, como es tradicional, con una referencia a la Virgen. En ella - escribe el Papa Francisco, insistiendo en la imagen guía del Mensaje - ha brotado el Hijo. En un mundo desertizado por tantos juegos de poder sin escrúpulos, la Iglesia reconoce en María la fecundidad que el camino de la conversión puede dar en cada una de sus hijas e hijos. Creemos en los brotes”, concluyó Smerilli.

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Los Obispos de Polonia manifestaron su solidaridad con todos la población de Ucrania tras la invasión por parte de Rusia. 

En un comunicado, el presidente de la Conferencia Episcopal polaca, Mons. Stanislaw Gadecki, condenó “firmemente la acción de Rusia y de Vladimir Putin como un acto de barbarie inaceptable y vergonzoso, directo contra la soberanía y la independencia de un Estado independiente”.

En nombre de toda la Iglesia en Polonia, Mons Gadecki manifestó su solidaridad a todos los ucranianos, que están en Polonia o en Ucrania, y les aseguró su cercanía, su oración y se mostró disponible a ayudar. 

Por eso, en unión con la petición del Papa Francisco, el presidente de la Conferencia Episcopal Polaca pidió a todos los Obispos del país y a todos los fieles que “el Miércoles de ceniza se celebre en la Iglesia en Polonia como un día de ayuno y oración por la paz y la solidaridad con los ucranianos para que el Señor les conforte en el corazón en esta trágica situación”. 

Además aseguró que como Iglesia en Polonia, “deseamos salir al encuentro de nuestros hermanos también con ayuda material”, por este motivo Mons. Gadecki ha hecho un llamamiento para que tanto el domingo próximo y el Miércoles de Ceniza “al término de cada misa se organiza una recogida de fondos, que a través de Cáritas Polonia, será destinada para ayudar a los refugiados de la guerra de Ucrania”.

“La ayuda de la Iglesia católica en Polonia será distribuida sucesiva y sistemáticamente a través de nuestras instituciones caritativas, parroquiales, diocesanas y nacionales, entre las que está el Equipo para la ayuda a la Iglesia oriental de la Conferencia Episcopal polaca”, aseguró.

También pidió a “todos los creyentes y personas de buena voluntad estar abiertos a quienes necesitan refugio”.

“Confío la suerte de Ucrania y de Polonia a la Reina de la Paz, aseguro a todos mi cercanía espiritual y mi oración”, afirmó. 

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El Vaticano publicó este 24 de febrero el Mensaje del Papa Francisco para la Cuaresma 2022 con el tema: “No nos cansemos de hacer el bien, porque, si no desfallecemos, cosecharemos los frutos a su debido tiempo. Por tanto, mientras tenemos la oportunidad, hagamos el bien a todos”.

En su mensaje, el Santo Padre recuerda que la Cuaresma es “un tiempo favorable para la renovación personal y comunitaria que nos conduce hacia la Pascua de Jesucristo muerto y resucitado” y animó a reflexionar sobre el tema del Mensaje que se basa en una exhortación de San Pablo a los Gálatas.

No nos cansemos de orar. Jesús nos ha enseñado que es necesario ‘orar siempre sin desanimarse’ (Lc 18,1). Necesitamos orar porque necesitamos a Dios. Pensar que nos bastamos a nosotros mismos es una ilusión peligrosa. Con la pandemia hemos palpado nuestra fragilidad personal y social. Que la Cuaresma nos permita ahora experimentar el consuelo de la fe en Dios, sin el cual no podemos tener estabilidad (cf. Is 7,9). Nadie se salva solo, porque estamos todos en la misma barca en medio de las tempestades de la historia; pero, sobre todo, nadie se salva sin Dios, porque solo el misterio pascual de Jesucristo nos concede vencer las oscuras aguas de la muerte”, advirtió el Papa.

A continuación, el Mensaje completo del Papa Francisco:

«No nos cansemos de hacer el bien, porque, si no desfallecemos, cosecharemos los frutos a su debido tiempo. Por tanto, mientras tenemos la oportunidad, hagamos el bien a todos» (Ga 6,9-10a)

Queridos hermanos y hermanas:

La Cuaresma es un tiempo favorable para la renovación personal y comunitaria que nos conduce hacia la Pascua de Jesucristo muerto y resucitado. Para nuestro camino cuaresmal de 2022 nos hará bien reflexionar sobre la exhortación de san Pablo a los gálatas: «No nos cansemos de hacer el bien, porque, si no desfallecemos, cosecharemos los frutos a su debido tiempo. Por tanto, mientras tenemos la oportunidad (kairós), hagamos el bien a todos» (Ga 6,9-10a).

1. Siembra y cosecha

En este pasaje el Apóstol evoca la imagen de la siembra y la cosecha, que a Jesús tanto le gustaba (cf. Mt 13). San Pablo nos habla de un kairós, un tiempo propicio para sembrar el bien con vistas a la cosecha. ¿Qué es para nosotros este tiempo favorable? Ciertamente, la Cuaresma es un tiempo favorable, pero también lo es toda nuestra existencia terrena, de la cual la Cuaresma es de alguna manera una imagen.[1] Con demasiada frecuencia prevalecen en nuestra vida la avidez y la soberbia, el deseo de tener, de acumular y de consumir, como muestra la parábola evangélica del hombre necio, que consideraba que su vida era segura y feliz porque había acumulado una gran cosecha en sus graneros (cf. Lc 12,16-21). La Cuaresma nos invita a la conversión, a cambiar de mentalidad, para que la verdad y la belleza de nuestra vida no radiquen tanto en el poseer cuanto en el dar, no estén tanto en el acumular cuanto en sembrar el bien y compartir.

El primer agricultor es Dios mismo, que generosamente «sigue derramando en la humanidad semillas de bien» (Carta enc. Fratelli tutti, 54). Durante la Cuaresma estamos llamados a responder al don de Dios acogiendo su Palabra «viva y eficaz» (Hb 4,12). La escucha asidua de la Palabra de Dios nos hace madurar una docilidad que nos dispone a acoger su obra en nosotros (cf. St 1,21), que hace fecunda nuestra vida. Si esto ya es un motivo de alegría, aún más grande es la llamada a ser «colaboradores de Dios» (1 Co 3,9), utilizando bien el tiempo presente (cf. Ef 5,16) para sembrar también nosotros obrando el bien. Esta llamada a sembrar el bien no tenemos que verla como un peso, sino como una gracia con la que el Creador quiere que estemos activamente unidos a su magnanimidad fecunda.

¿Y la cosecha? ¿Acaso la siembra no se hace toda con vistas a la cosecha? Claro que sí. El vínculo estrecho entre la siembra y la cosecha lo corrobora el propio san Pablo cuando afirma: «A sembrador mezquino, cosecha mezquina; a sembrador generoso, cosecha generosa» (2 Co 9,6). Pero, ¿de qué cosecha se trata? Un primer fruto del bien que sembramos lo tenemos en nosotros mismos y en nuestras relaciones cotidianas, incluso en los más pequeños gestos de bondad. En Dios no se pierde ningún acto de amor, por más pequeño que sea, no se pierde ningún «cansancio generoso» (cf. Exhort. ap. Evangelii gaudium, 279). Al igual que el árbol se conoce por sus frutos (cf. Mt 7,16.20), una vida llena de obras buenas es luminosa (cf. Mt 5,14-16) y lleva el perfume de Cristo al mundo (cf. 2 Co 2,15). Servir a Dios, liberados del pecado, hace madurar frutos de santificación para la salvación de todos (cf. Rm 6,22).

En realidad, sólo vemos una pequeña parte del fruto de lo que sembramos, ya que según el proverbio evangélico «uno siembra y otro cosecha» (Jn 4,37). Precisamente sembrando para el bien de los demás participamos en la magnanimidad de Dios: «Una gran nobleza es ser capaz de desatar procesos cuyos frutos serán recogidos por otros, con la esperanza puesta en las fuerzas secretas del bien que se siembra» (Carta enc. Fratelli tutti, 196). Sembrar el bien para los demás nos libera de las estrechas lógicas del beneficio personal y da a nuestras acciones el amplio alcance de la gratuidad, introduciéndonos en el maravilloso horizonte de los benévolos designios de Dios.

La Palabra de Dios ensancha y eleva aún más nuestra mirada, nos anuncia que la siega más verdadera es la escatológica, la del último día, el día sin ocaso. El fruto completo de nuestra vida y nuestras acciones es el «fruto para la vida eterna» (Jn 4,36), que será nuestro «tesoro en el cielo» (Lc 18,22; cf. 12,33). El propio Jesús usa la imagen de la semilla que muere al caer en la tierra y que da fruto para expresar el misterio de su muerte y resurrección (cf. Jn 12,24); y san Pablo la retoma para hablar de la resurrección de nuestro cuerpo: «Se siembra lo corruptible y resucita incorruptible; se siembra lo deshonroso y resucita glorioso; se siembra lo débil y resucita lleno de fortaleza; en fin, se siembra un cuerpo material y resucita un cuerpo espiritual» (1 Co 15,42-44). Esta esperanza es la gran luz que Cristo resucitado trae al mundo: «Si lo que esperamos de Cristo se reduce sólo a esta vida, somos los más desdichados de todos los seres humanos. Lo cierto es que Cristo ha resucitado de entre los muertos como fruto primero de los que murieron» (1 Co 15,19-20), para que aquellos que están íntimamente unidos a Él en el amor, en una muerte como la suya (cf. Rm 6,5), estemos también unidos a su resurrección para la vida eterna (cf. Jn 5,29). «Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre» (Mt 13,43).

2. «No nos cansemos de hacer el bien»

La resurrección de Cristo anima las esperanzas terrenas con la «gran esperanza» de la vida eterna e introduce ya en el tiempo presente la semilla de la salvación (cf. Benedicto XVI, Carta enc. Spe salvi, 3; 7). Frente a la amarga desilusión por tantos sueños rotos, frente a la preocupación por los retos que nos conciernen, frente al desaliento por la pobreza de nuestros medios, tenemos la tentación de encerrarnos en el propio egoísmo individualista y refugiarnos en la indiferencia ante el sufrimiento de los demás. Efectivamente, incluso los mejores recursos son limitados, «los jóvenes se cansan y se fatigan, los muchachos tropiezan y caen» (Is 40,30). Sin embargo, Dios «da fuerzas a quien está cansado, acrecienta el vigor del que está exhausto. [...] Los que esperan en el Señor renuevan sus fuerzas, vuelan como las águilas; corren y no se fatigan, caminan y no se cansan» (Is 40,29.31). La Cuaresma nos llama a poner nuestra fe y nuestra esperanza en el Señor (cf. 1 P 1,21), porque sólo con los ojos fijos en Cristo resucitado (cf. Hb 12,2) podemos acoger la exhortación del Apóstol: «No nos cansemos de hacer el bien» (Ga 6,9).

No nos cansemos de orar. Jesús nos ha enseñado que es necesario «orar siempre sin desanimarse» (Lc 18,1). Necesitamos orar porque necesitamos a Dios. Pensar que nos bastamos a nosotros mismos es una ilusión peligrosa. Con la pandemia hemos palpado nuestra fragilidad personal y social. Que la Cuaresma nos permita ahora experimentar el consuelo de la fe en Dios, sin el cual no podemos tener estabilidad (cf. Is 7,9). Nadie se salva solo, porque estamos todos en la misma barca en medio de las tempestades de la historia;[2] pero, sobre todo, nadie se salva sin Dios, porque solo el misterio pascual de Jesucristo nos concede vencer las oscuras aguas de la muerte. La fe no nos exime de las tribulaciones de la vida, pero nos permite atravesarlas unidos a Dios en Cristo, con la gran esperanza que no defrauda y cuya prenda es el amor que Dios ha derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo (cf. Rm 5,1-5).

No nos cansemos de extirpar el mal de nuestra vida. Que el ayuno corporal que la Iglesia nos pide en Cuaresma fortalezca nuestro espíritu para la lucha contra el pecado. No nos cansemos de pedir perdón en el sacramento de la Penitencia y la Reconciliación, sabiendo que Dios nunca se cansa de perdonar.[3] No nos cansemos de luchar contra la concupiscencia, esa fragilidad que nos impulsa hacia el egoísmo y a toda clase de mal, y que a lo largo de los siglos ha encontrado modos distintos para hundir al hombre en el pecado (cf. Carta enc. Fratelli tutti, 166). Uno de estos modos es el riesgo de dependencia de los medios de comunicación digitales, que empobrece las relaciones humanas. La Cuaresma es un tiempo propicio para contrarrestar estas insidias y cultivar, en cambio, una comunicación humana más integral (cf. ibíd., 43) hecha de «encuentros reales» (ibíd., 50), cara a caea.

No nos cansemos de hacer el bien en la caridad activa hacia el prójimo. Durante esta Cuaresma practiquemos la limosna, dando con alegría (cf. 2 Co 9,7). Dios, «quien provee semilla al sembrador y pan para comer» (2 Co 9,10), nos proporciona a cada uno no solo lo que necesitamos para subsistir, sino también para que podamos ser generosos en el hacer el bien a los demás. Si es verdad que toda nuestra vida es un tiempo para sembrar el bien, aprovechemos especialmente esta Cuaresma para cuidar a quienes tenemos cerca, para hacernos prójimos de aquellos hermanos y hermanas que están heridos en el camino de la vida (cf. Lc 10,25-37). La Cuaresma es un tiempo propicio para buscar —y no evitar— a quien está necesitado; para llamar —y no ignorar— a quien desea ser escuchado y recibir una buena palabra; para visitar —y no abandonar— a quien sufre la soledad. Pongamos en práctica el llamado a hacer el bien a todos, tomándonos tiempo para amar a los más pequeños e indefensos, a los abandonados y despreciados, a quienes son discriminados y marginados (cf. Carta enc. Fratelli tutti, 193).

3. «Si no desfallecemos, a su tiempo cosecharemos»

La Cuaresma nos recuerda cada año que «el bien, como también el amor, la justicia y la solidaridad, no se alcanzan de una vez para siempre; han de ser conquistados cada día» (ibíd., 11). Por tanto, pidamos a Dios la paciente constancia del agricultor (cf. St 5,7) para no desistir en hacer el bien, un paso tras otro. Quien caiga tienda la mano al Padre, que siempre nos vuelve a levantar. Quien se encuentre perdido, engañado por las seducciones del maligno, que no tarde en volver a Él, que «es rico en perdón» (Is 55,7). En este tiempo de conversión, apoyándonos en la gracia de Dios y en la comunión de la Iglesia, no nos cansemos de sembrar el bien. El ayuno prepara el terreno, la oración riega, la caridad fecunda. Tenemos la certeza en la fe de que «si no desfallecemos, a su tiempo cosecharemos» y de que, con el don de la perseverancia, alcanzaremos los bienes prometidos (cf. Hb 10,36) para nuestra salvación y la de los demás (cf. 1 Tm 4,16). Practicando el amor fraterno con todos nos unimos a Cristo, que dio su vida por nosotros (cf. 2 Co 5,14-15), y empezamos a saborear la alegría del Reino de los cielos, cuando Dios será «todo en todos» (1 Co 15,28).

Que la Virgen María, en cuyo seno brotó el Salvador y que «conservaba todas estas cosas y las meditaba en su corazón» (Lc 2,19) nos obtenga el don de la paciencia y permanezca a nuestro lado con su presencia maternal, para que este tiempo de conversión dé frutos de salvación eterna.

Roma, San Juan de Letrán, 11 de noviembre de 2021, Memoria de san Martín de Tours, obispo.

FRANCISCO

[1] Cf. S. Agustín, Sermo, 243, 9,8; 270, 3; Enarrationes in Psalmos, 110, 1.
[2] Cf. Momento extraordinario de oración en tiempos de epidemia (27 de marzo de 2020). [3] Cf. Ángelus del 17 de marzo de 2013.

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