El Papa Francisco inició una serie de catequesis sobre el sentido y el valor de la vejez en la Audiencia General de este miércoles 23 de febrero porque “es una de las cuestiones más urgentes que la familia humana está llamada a afrontar en este tiempo”.
“Con estas catequesis sobre la vejez, quisiera animar a todos a invertir pensamientos y afectos en los dones que esta lleva consigo y a las otras edades de la vida. La vejez es un don para todas las edades de la vida, es un don de madurez, de sabiduría”, señaló el Santo Padre.
En esta línea, el Papa explicó que “la Palabra de Dios nos ayudará a discernir el sentido y el valor de la vejez” y rezó para que “el Espíritu Santo nos conceda también a nosotros los sueños y las visiones que necesitamos”.
Por ello, el Santo Padre recordó el pasaje bíblico del profeta Joel: “sus ancianos soñarán sueños, y sus jóvenes verán visiones” para explicar que “ha de existir una alianza entre las generaciones”.
“Si los ancianos, los abuelos, se repliegan en su melancolía y renuncian a soñar, los jóvenes no podrán ver más allá de su smartphone. La pantalla puede también permanecer encendida, pero la vida se apaga antes de tiempo”, advirtió el Papa.
En cambio, el Santo Padre subrayó que “los ancianos, con los recursos que solo los años de vida otorgan, están llamados a comunicar sus sueños, para que a partir de ellos los jóvenes puedan ensanchar sus horizontes y tomar decisiones que abran caminos hacia el futuro”.
Invierno demográfico
Luego, el Santo Padre reconoció que “todos vivimos en un presente donde conviven niños, jóvenes, adultos y ancianos. Pero la proporción ha cambiado: la longevidad se ha masificado y, en amplias regiones del mundo, la infancia está distribuida en pequeñas dosis”.
Además, el Papa recordó que “en la dramática primera fase de la pandemia fueron ellos los que pagaron el precio más alto”.
“Ya eran la parte más débil y descuidada: no los mirábamos demasiado en vida, ni siquiera los vimos morir”, lamentó el Papa.
En este sentido, el Santo Padre describió que el riesgo de que las personas mayores sean descartadas “es aún más frecuente” porque “los ancianos son vistos a menudo como un peso”.
“Junto a las migraciones, la vejez es una de las cuestiones más urgentes que la familia humana está llamada a afrontar en este tiempo. No se trata solo de un cambio cuantitativo; está en juego la unidad de las edades de la vida: es decir, el real punto de referencia para la compresión y el aprecio de la vida humana en su totalidad”, afirmó el Papa.
Asimismo, el Santo Padre advirtió que “la exaltación de la juventud como única edad digna de encarnar el ideal humano, unida al desprecio de la vejez vista como fragilidad, degradación, discapacidad, ha sido el icono dominante de los totalitarismos del siglo XX” y cuestionó: “¿Quizás ya lo hemos olvidado?”.
“En la representación del sentido de la vida –y precisamente en las culturas llamadas ‘desarrolladas’– la vejez tiene poca incidencia. ¿Por qué? Porque es considerada una edad que no tiene contenidos especiales para ofrecer, ni significados propios para vivir”.
De este modo, el Papa resaltó que “existe una falta de estímulo por parte de la gente para buscarlos, y falta la educación de la comunidad para reconocerlos”.
“En resumen, para una edad que ya es parte determinante del espacio comunitario y se extiende a un tercio de toda la vida, hay -a veces- planes de asistencia, pero no proyectos de existencia, planes de asistencia, pero no proyectos para hacerlos vivir en plenitud. Y esto es un vacío de pensamiento, imaginación, creatividad”, indicó.
Finalmente, el Santo Padre recomendó leer una “carta para los derechos de los ancianos y los deberes de la comunidad” que encontró editada en italiano por “los gobiernos, no de la Iglesia, es algo laico” y describió que “este desafío de humanidad y de civilización requiere nuestro compromiso y la ayuda de Dios” por lo que invitó: “pidámoslo al Espíritu Santo”.
Dedicar tiempo a los ancianos
En su saludo a los peregrinos de lengua portuguesa, el Santo Padre recordó la fiesta de la Cátedra de San Pedro que la Iglesia celebra cada 22 de febrero y animó a “encontrar al Señor Jesús que dice a todos: ¡Sígueme!”.
“Recordemos que seguirle significa salir de nosotros mismos y ofrecer nuestra vida por todos: de manera especial dando tiempo al abuelo, a la abuela, a los ancianos”, dijo el Papa.
Al saludar a los fieles de lengua italiana, el Santo Padre mencionó la memoria litúrgica de San Policarpo que la Iglesia celebra este 23 de febrero y destacó “que su fidelidad a Cristo, hasta el martirio, despierte en todos el deseo de seguir al divino Maestro cooperando generosamente en su obra de reconciliación y de paz”.
Jornada de ayuno por la paz en Ucrania
Por último, el Papa Francisco lamentó el “empeoramiento de la situación en Ucrania, a pesar de los esfuerzos diplomáticos de las últimas semanas, se están abriendo escenarios más alarmantes” porque “una vez más, la paz está amenazada por intereses de parte”.
El Pontífice recordó que el Señor es “Dios de la paz y no de la guerra, Padre de todos y no solo de algunos, que nos quiere hermanos y no enemigos”.
“Rezo para que todas las partes involucradas se abstengan de toda acción que provoque aún más sufrimiento a las poblaciones”, señaló.
En esta línea, el Santo Padre lanzó un llamado “a todos, creyentes y no creyentes” para que el próximo 2 de marzo -miércoles de ceniza- realicen una “jornada de ayuno por la paz”.
“Animo en modo particular a los creyentes para que en ese día se dediquen especialmente a la oración y al ayuno, que la Reina de la Paz preserve al mundo de la locura de la guerra”, concluyó el Papa.
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