El Papa Francisco declaró venerable a la Hermana Juanita Méndez Romero, de la congregación de las Hermanas Obreras del Corazón de Jesús, que pasó 40 años postrada en la cama, paralizada, como consecuencia de haber sufrido tifus.
Según destaca la Congregación de la Causas de los Santos, la fe ayudó a la Hermana Juanita “a afrontar la enfermedad que la afligió durante 40 años, lo vivió ofreciendo el sufrimiento a Dios por la salvación de las almas”.
“La religiosa profesa de la Congregación de las hermanas Obreras del Corazón de Jesús aceptó la enfermedad y las molestias físicas y morales que conllevaba sin desanimarse, sino haciendo de ellas una oportunidad de don para los hermanos y de alabanza al Señor”.
Esta religiosa nació en 1937 de Villanueva de Córdoba (España) y murió en 1990. En el año 2014 se inició su proceso de canonización en la diócesis de Córdoba España).
“La Congregación de las Hermanas Obreras del Corazón de Jesús está de enhorabuena tras conocer la declaración que demuestra que la religiosa tuvo una vida conforme al Evangelio, cargada de sufrimiento físico por su enfermedad, pero que supo ocultar siempre bajo la paz y la sensibilidad que transmitía”, aseguraron desde la Diócesis de Córdoba.
También destacaron que “a pesar de su enfermedad, la Hermana Juanita se relacionaba con mucha gente, era catequista y transmitía una ilusión enorme”.
“Su ofrecimiento a Cristo por la salvación del mundo, de los sacerdotes y de las misiones fue humanamente inexplicable”, algo que pusieron de manifiesto las Hermanas Obreras del Corazón de Jesús al iniciar la causa de canonización de la religiosa.
La diócesis de Córdoba cerró la fase diocesana de manera solemne el 13 de septiembre de 2015, con una eucaristía presidida por el Obispo de Córdoba, Mons. Demetrio Fernández, donde se sellaron los 2.080 folios que atestiguaban la causa y que fueron enviados a Roma para iniciar el proceso de declararla “venarable” y demostrar que la hermana Juanita vivió las virtudes cristinas de forma heroica.
Desde la Diócesis de Córdoba destacaron que ese acto del 13 de septiembre de 2015 también sirvió para que se demostrara una vez más el cariño de un pueblo por una hermana de la que quedan constancia muchos favores por su intercesión y cuyos ciudadanos visitan con asiduidad su tumba.
La diócesis de Córdoba tiene previsto celebrar una misa de acción de gracias tras el conocimiento de la noticia.
Un cristiano es declarado “venerable” cuando se demuestra que ha tenido una vida conforme al evangelio y el Papa por tanto declaran sus virtudes heróicas.
Este es el paso previo a que este sea reconocido como beato.Para que un venerable sea beatificado es necesario que se realice un milagro por su intercesión. Dicho milagro debe ser probado a través de una instrucción canónica especial, que incluye el parecer de un comité de médicos y de teólogos
Breve biografía
La venerable sierva de dios Juana Méndez, conocida como Juanita, nació en 1937 en Villanueva de Córdoba, Córdoba (España). Su padre trabajaba en la finca de Madre María Jesús Herruzo, fundadora de la Congregación de las Hermanas Obreras del Corazón de Jesús. En 1945 perdió a su madre y fue acogida en el colegio que esta congregación tenía en Villanueva y en donde otras dos hermanas suyas habían entrado como religiosas.
En octubre de 1950 contrajo tifus, que le provocó una parálisis total, que mantuvo hasta el día de su muerte. Sólo podía mover la cabeza y las manos.
En 1963, gracias a un permiso especial fue aceptada en la Congregación de las Obreras del Corazón de Jesús donde hizo sus votos temporales en 1966 y la profesión perpetua en 1973.
A pesar de que no podía desplazarse, se dedicaba a los pequeños, a la costura y a la oración, así como a la lectura espiritual y a pequeños actos de mortificación.
En su comunidad no hizo pesar su condición de inmovilidad, sino que dio a todos un ejemplo de gran amor a Cristo crucificado. Cultivó el espíritu misionero, manteniendo correspondencia con muchos misioneros y preparando a los pequeños para la Primera Comunión.
En marzo de 1990 comenzó a empeorar su salud y en abril falleció.
Según destacan desde la Congregación de las Causas de los Santos “la venerable sierva de dio vivió una intensa vida de oración, mortificación y penitencia, alimentando la devoción a la Eucaristía y a la Santísima Virgen. La fe la ayudó a afrontar la enfermedad que la aquejó durante 40 años, vividos ofreciendo el sufrimiento a Dio por la salvación de las almas”.
Sensible y disponible para con el prójimo, con las hermanas, especialmente con los enfermos, con los trabajadores y bienhechores, se esforzó para satisfacer las necesidades materiales y espirituales de quienes acudían a ella en busca de consuelo y consejo.
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