Exhuman restos de futuro beato, el médico José Gregorio Hernández

Este lunes 26 de octubre se exhumaron los restos mortales del médico venezolano José Gregorio Hernández, en una ceremonia previa a la beatificación que podría tener lugar en el primer trimestre de 2021.

La exhumación es un requisito previo a la ceremonia de beatificación. Esta se realiza con la finalidad de verificar la condición del cuerpo, garantizar su conservación y recoger las reliquias que serán distribuidas en las diferentes diócesis del país, las que serán enviadas a la Santa Sede y las que se enviarán a los santuarios que se creen en otros países con el nombre del nuevo beato.

La Conferencia Episcopal Venezolana (CEV) informó el 26 de octubre que la ceremonia de exhumación fue presidida a las 10 de la mañana por el Arzobispo de Mérida, Cardenal Baltazar Porras, en la iglesia de la Candelaria en Caracas, donde se encuentran los restos del venerable desde su traslado en su primera exhumación el 23 de octubre de 1975. Aquel primer traslado se realizó desde el Cementerio General del Sur.

La CEV señaló que el primer acto del Cardenal Porras, que también es presidente de la Comisión Nacional para la Beatificación de José Gregorio Hernández, fue realizar una invocación al Espíritu Santo e instaurar un Tribunal Eclesiástico. Luego, hizo la proclamación del Evangelio y dirigió una reflexión a los presentes.

Finalmente, el Cardenal Porras solicitó a los albañiles la apertura del sepulcro y realizar la exhumación. Inmediatamente después, apunta la CEV, el féretro “se trasladó en procesión por el pasillo central, desde la capilla del Venerable hasta el Altar Mayor, donde reposarán en una mesa adornada, para el rito de los honores”.

“El anda para la procesión fue llevada por miembros de las cofradías más antiguas de Caracas. Los honores al sepulcro iniciaron con el corte de las cintas y la ruptura del precinto por parte del Cardenal Porras. Dos médicos se acercan y llevan a cabo el reconocimiento. A continuación, se realizó la aspersión con agua bendita e incensación de los restos mortales” por parte de varios obispos de Venezuela, continúa la CEV.

Al finalizar el rito de honor se rezó el Padre Nuestro y el Cardenal Porras impartió una bendición apostólica con indulgencia plenaria a todos los presentes.

“Posteriormente, se retiraron los restos del Dr. José Gregorio Hernández, de forma interna, al lugar destinado para su reconocimiento, con lo que se llegó a la conclusión de la Ceremonia de Exhumación de los restos del Dr. José Gregorio Hernández”, concluyó la CEV.

Breve biografía de José Gregorio Hernández

José Gregorio Hernández nació el 26 de octubre de 1864 en el pequeño pueblo campesino de Isnotú, estado de Trujillo (Venezuela). Su madre falleció cuando él tenía solo ocho años.

Estudió medicina en Caracas y tuvo tanto éxito que el presidente venezolano lo envió a estudiar microscopía, histología normal, patología y fisiología experimental en París.

Al volver fue profesor en la Universidad Central de Caracas. Después de llevar a su familia a la capital, quiso ser monje de clausura en Italia, para dedicarse solo a Dios.

En 1908 entró a la Cartuja de Farneta con el nombre de hermano Marcelo. Sin embargo, algunos meses después se enfermó y su superior le ordenó volver a Venezuela para recuperarse.

Llegó a Caracas en abril de 1909 y ese mismo mes recibe permiso para ingresar en el Seminario Santa Rosa de Lima, pero siguió anhelando la vida monástica. Volvió a Roma luego de tres años, hizo algunos cursos de Teología en el Colegio Pío Latinoamericano, pero una vez más enfermó y tuvo que volver a Venezuela.

Comprendió que Dios lo quería laico y ya no intentó volver a la vida religiosa. Decide convertirse en un católico ejemplar siendo médico, sirviendo al Señor en los enfermos.

Dedicaba dos horas diarias para servir a los pobres.

Un día, mientras cruzaba la calle para comprar medicinas para una anciana muy pobre, fue atropellado y llevado a un hospital donde un sacerdote pudo impartirle la Unción de los Enfermos, antes de morir el 29 de junio de 1919.

Caracas se conmovió y muchos decían: "Ha muerto un santo". Fueron tantos los que asistieron a su velorio que las autoridades tuvieron que intervenir para organizar a la multitud que quería despedirse de él.

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