Sin embargo, aclaran que “esta dolorosa situación puede sanarse con un humilde y público acto de retractación que restituya la comunión dañada y los reincorpore a la Iglesia, que siempre los estará esperando”.
La censura eclesiástica, detallan, “no es una condena irrevocable, sino que es un doloroso llamado de una Madre a volver a la paz de la comunión, que está por encima de cualquier cosa”.
“Por eso, como pastores preocupados del bien espiritual de los fieles, queremos exhortar, a toda la feligresía, a que no lastimen más el cuerpo de la Iglesia con el escándalo de un cisma", concluyen el Arzobispo de Tucumán, Mons. Carlos Sánchez; su Obispo Auxiliar, Mons. Roberto Ferrari; y el Obispo de Concepción, Mons. José Antonio Díaz.
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