El pecado es un “acto suicida” y siempre tiene consecuencias sociales, advierte Arzobispo

El Arzobispo resaltó luego que “sin Dios, el ser humano se desvanece, no se comprende a sí mismo, se hunde en la mentira existencial creyéndose aquello que no es, desatándose en su interior una serie de conflictos y contradicciones, que después proyecta negativamente a los demás, a su vida social, e incluso a la creación”.

De ese modo, “alejado de Dios y de sí mismo, el pecado provoca, además, de manera inevitable, una ruptura del hombre en sus relaciones con sus hermanos y con el mundo creado. No por algo, después del pecado original, el siguiente pecado que narra el libro del Génesis es el fratricidio: Caín, que mata por envidia a su hermano Abel (ver Gen 4, 8)”.

Mons. Eguren recuerda asimismo que “uno de los grandes males de nuestro tiempo es haber perdido el sentido del pecado” y que el Catecismo de la Iglesia Católica en el numeral 1849 lo define como “una falta contra la razón, la verdad, la conciencia recta; es faltar al amor verdadero para con Dios y para con el prójimo, a causa de un apego perverso a ciertos bienes. Hiere la naturaleza del hombre y atenta contra la solidaridad humana”.

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