“Además de ser discípulos”, subraya que los pastores deben “aprender todos los días del Señor, dejándonos guiar por el Espíritu Santo, amando a la Santísima Virgen María, alimentándonos de la Palabra y de la Eucaristía y ser misioneros”.
Más tarde, aseguró que “cuando uno es discípulo y se queda sólo como discípulo, se encierra, pero si uno es discípulo misionero, entonces siente que todo ser humano, toda realidad humana nos pertenece, nos desafía y es una oportunidad para servir desde la Iglesia”.
Respecto al Sínodo de la Sinodalidad, que comienza el próximo 4 de octubre en Roma, el Arzobispo lo definió como “un bello momento, un magnífico momento, un kairós, un tiempo de salvación que puede generar algunos temores en algunos ambientes, pero yo digo: no debemos temer”.
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