“Cómo cambiaría el mundo si nos convenciéramos interiormente de que cada uno de los pequeños que encontramos son reflejo del rostro de Dios. Si viéramos en el sufrimiento de cada niño, de cada persona vulnerable, un trazo impreso en el velo con que la Verónica enjugó el rostro de Cristo”, resaltó el Papa.
La lucha contra la lacra de los abusos
“Ustedes, lo sé bien, tratan de trabajar y aplicar métodos cada vez más adecuados para erradicar la lacra de los abusos, tanto en la Iglesia como en el mundo. Y no debemos olvidar esto: los abusos que han golpeado a la Iglesia no son más que un pálido reflejo de una triste realidad que abarca a toda la humanidad, y sobre la que no se presta la necesaria atención. Alguno puede decir: ‘ah, no son tantos, entonces’. Si fuera uno solo, ya sería escandaloso, uno solo, y son más de uno”, continuó Francisco.
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