¿Por qué no creer en las supersticiones de Año Nuevo?

Las supersticiones de Año Nuevo son prácticas bastante extendidas entre las personas que buscan mejorar su futuro poniendo su esperanza en actividades como salir a correr con maletas, comer 12 uvas o vestir prendas de color amarillo.

Sin embargo, la Iglesia Católica enseña que todo tipo de superstición es contraria a la fe cristiana. 

Estas son algunas razones para no creer en las supersticiones de Año Nuevo.

La superstición es un pecado contra el primer mandamiento

En el numeral 2110 del Catecismo de la Iglesia Católica se señala que el primer mandamiento prohíbe la superstición, la cual “representa en cierta manera una perversión, por exceso, de la religión”.

El Catecismo indica que la superstición puede afectar también al culto que damos al verdadero Dios “cuando se atribuye una importancia, de algún modo, mágica a ciertas prácticas”.

Además, el Catecismo también advierte que la superstición, al ser una desviación del culto que le debemos al verdadero Dios, “conduce a la idolatría y a distintas formas de adivinación y de magia”.

Por eso, deben rechazarse aquellas prácticas “mágicas” o supersticiones de Año Nuevo que buscan alterar el futuro con el fin de conseguir dinero, viajes o mayor suerte en el amor.

Los santos condenaron todo tipo de superstición

Santo Tomás de Aquino hizo notar en su Suma Teológica que en todo acto supersticioso “hay cierta intervención de los demonios”.

El Doctor de la Iglesia explicó que valerse de la ayuda de los demonios para realizar o conocer alguna cosa es superstición.

Por su parte, San Agustín enseñó que “los cristianos deben desechar y huir de toda arte notoria como también de las otras prácticas frívolas y nocivas de superstición”.

Además, criticó “los inútiles esfuerzos de las artes mágicas, los amuletos y los remedios que condena la medicina ordinaria, ya se trate de encantamientos, de ciertas cifras, que llaman caracteres, o de cualquiera de los objetos que se llevan colgados o atados”.

San Pablo rechazó la superstición

También la Biblia cuenta un episodio en el que San Pablo reprendió a una mujer a causa de su superstición.

En el capítulo 16 del libro de los Hechos de los Apóstoles se relata que una esclava pronunciaba oráculos para adivinar el futuro y hacer ganar dinero a sus amos.

San Pablo se dio cuenta de que la mujer se comportaba de esa manera porque estaba poseída por unos demonios, así que, en el nombre de Jesús, ordenó a los espíritus abandonar el cuerpo de la esclava.

Los amos de la mujer comprendieron que ya no podrían seguir ganando dinero y mandaron a azotar y encarcelar a San Pablo.

Es mejor confiar en la providencia de Dios

Las supersticiones de Año Nuevo provocan que las personas dejen de confiar en la providencia de Dios para poner su fe en acciones absurdas y superfluas.

En cambio, los cristianos deben recordar aquel pasaje del Evangelio que nos enseña que Dios vela por las necesidades de sus hijos. 

“No andéis, pues, preocupados diciendo: ¿Qué vamos a comer?, ¿qué vamos a beber?, ¿con qué vamos a vestirnos? Que por todas esas cosas se afanan los gentiles; pues ya sabe vuestro Padre celestial que tenéis necesidad de todo eso. Buscad primero su Reino y su justicia, y todas esas cosas se os darán por añadidura” (Mt 6,31-33).

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