En casa, una tarde de visita, Laura queda a merced del conviviente de su madre, quien intenta abusar de ella. La niña, armada de valor y de la fuerza de Dios, resiste la agresión y logra librarse de su atacante. Entonces, Mora, en represalia, la bota de la casa, la hace dormir a la intemperie y deja de pagarle la escuela.
Dios, que no abandona nunca a sus hijos, a través de las Hijas de María Auxiliadora, le concede a Laura amparo y sustento. Lamentablemente, eso enfurece aún más a Mora, quien se cruza un día con Laurita en la calle y la golpea salvajemente. Siendo la situación insostenible, las Hijas de María Auxiliadora le conceden un lugar estable en el convento.
El ciento por uno
Llega el invierno y las lluvias empezaron a arreciar en la región. De manera violenta, se produce una inundación en la escuela y el internado, y Laura se pone a ayudar. Pasa horas con los pies en el agua helada, movilizando y poniendo a buen recaudo a las niñas más pequeñas.
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