El perfil del catequista nativo varía y no existe una estadística de cuántos son ni dónde están presentes. Pero “son muchos, porque muchas son las necesidades”, detalla el director de OMP en España.
Los misioneros buscan, si es posible y necesario, a una persona que pueda “liderar la comunidad cristiana a la que no puede atender de modo ordinario”, explica el P. Calderón. Esta persona debe tener “alguna preparación y una cierta vida moral”, y es frecuente que se elija para esta labor “a quien es, de suyo, el líder de la población, el que hace un poco de responsable étnico de la comunidad, porque es la persona más respetada y con más autoridad moral”, añade.
“Siempre son gente buena y piadosa, con cierto prestigio en sus comunidades y con amor a su gente”, resume el P. Calderón.
Además de sus cualidades personales y su posición, “el misionero debe cuidar su formación religiosa para que pueda ayudar al resto de la comunidad”, de tal forma que es habitual que los catequistas nativos sean reunidos una o dos veces al año con este fin.
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