Por ello, lanzó la siguiente pregunta: “¿Estamos trabajando, cada uno en su propio ámbito, para que esta ciudad sea un signo de esperanza para quienes viven en ella y para quienes la visitan?”.
Para Mons. Fisichella, “es necesario prepararlo y vivirlo en las comunidades con ese espíritu de expectativa típico de la esperanza cristiana”, al tiempo que aseguró que el Año de la Oración “corresponde plenamente a esta necesidad”.
“No se trata de un Año con iniciativas particulares — puntualizó — más bien de un momento privilegiado para redescubrir el valor de la oración, la necesidad de la oración diaria en la vida cristiana; cómo orar, y sobre todo cómo educar a orar hoy, en la época de la cultura digital, para que la oración sea eficaz y fecunda”.
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