Mons. Francisco Cerro, Arzobispo de Toledo (España) habló en su carta semanal sobre la posible legalización de la eutanasia en España y sobre “la absoluta oposición de la Iglesia a toda forma de eutanasia, tanto si está o no legalizada por las mayorías parlamentarias”.
Según explicó esta oposición del al Iglesia se fundamenta en la ley natural y en la palabra de Dios escrita y recuerda que “el Papa Francisco ha sido muy claro al respecto”.
Para conocer de manera profunda la oposición a la eutanasia y las alternativas éticas que propone la Iglesia, Mons. Cerro recuerda el documento que la Conferencia Episcopal Española publicó en 1993 titulado “La eutanasia. 100 cuestiones y respuestas sobre la defensa de la vida humana y la actitud de los católicos”.
En este documento se describía la eutanasia como “la actuación cuyo objeto es causar la muerte a un ser humano para evitarle sufrimientos, bien a petición de éste, bien por considerar que su vida carece de la calidad mínima para que merezca el calificativo de digna” por eso la calificaban “siempre como una forma de homicidio, pues implica que un hombre da muerte a otro, ya mediante un acto positivo, ya mediante la omisión de la atención y cuidados debidos”.
Mons. Cerro subraya que de esta definición se deriva “que la eutanasia nada tiene que ver con el uso ético de analgésicos y sedantes para paliar síntomas refractarios, o con la adecuación del esfuerzo terapéutico, de los que en muchos casos se pueda derivar indirectamente la muerte del enfermo”.
Y por eso explica que “no se ajusta a la realidad afirmar que cuando la Iglesia se opone a la eutanasia está instando a soportar sufrimientos inaguantables o a someter a los enfermos a terapias inhumanas y ya ineficaces”.
El Arzobispo de Toledo también subraya que “morir para el Señor significa vivir la propia muerte aceptando encontrarla en la ‘hora’ querida y escogida por Él, que es el único que puede decidir cuándo el camino terreno se ha concluido”.
Y de esto se deriva “que el hombre no puede adelantar ni atrasar el momento que Dios ha establecido para que una persona muera”.
De esta manera el Arzobispo insiste en que eutanasia y obstinación terapéutica se oponen claramente a este criterio, además la Iglesia insiste en que “el trato al que tiene derecho todo enfermo y especialmente el enfermo terminal es la ética del cuidado a ejemplo del Buen Samaritano”, como “nos lo acaba de recordar la Congregación para la Doctrina de la Fe”.
Mons. Cerro también recordó que el Concilio Vaticano II concretaba la enseñanza del Señor afirmando que “cada uno, sin excepción de nadie, debe considerar al prójimo como otro yo, cuidando en primer lugar de su vida y de los medios necesarios para vivirla dignamente”.
Y destaca que en el ámbito médico siempre se recuerda que “ante la imposibilidad de curar, siempre es posible cuidar”.
Por eso insiste en que “la medicina tiene todavía cuidados que emplear y, por tanto, tiene la obligación de recurrir a ellos como acto no dirigido en sí mismo a la curación y prolongación de la vida que resulta ya imposible, sino como deber de respeto hacia el paciente y su dignidad y su derecho a ser cuidado”.
Puede leer la carta íntegra AQUÍ.
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