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“En las familias siempre, siempre hay cruz, siempre. Porque el amor de Dios, el Hijo de Dios, nos abrió también ese camino. Pero en las familias también después de la Cruz hay Resurrección”, señaló el Papa Francisco durante el Encuentro Mundial de las Familias - Filadelfia 2015.

Una familia cuya vida fue profundamente marcada por la Cruz fue la de Santa Teresita del Niño Jesús y sus padres, Santos Celia y Luis Martin.

Ellos hicieron de los dolores y las tribulaciones un camino de santidad.

Aquí presentamos siete dolores que marcaron a la familia de Santa Teresita del Niño Jesús, los cuales pueden ayudar y dar esperanza a quienes atraviesan situaciones similares:

1. Extrema exigencia

Luis y Celia fueron hijos de padres militares, cristianos de fe viva.

Sin embargo, Celia fue criada con extrema rudeza, autoritarismo y exigencia. Se sabe que su madre fue una mujer de muy mal carácter.

Por ello, en una de sus cartas la santa afirmó que su infancia y juventud fueron tristes “como un sudario” y que su madre “era demasiado severa; era muy buena pero no sabía darme cariño, así que sufrí mucho”.

2. Rechazados para la vida religiosa

Celia estudió en el internado de las religiosas de la Adoración perpetua y Luis con los Hermanos de las Escuelas Cristianas (La Salle). Durante su juventud, ella pidió formar parte de las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paul y él quiso ingresar al Monasterio del Gran San Bernardo. Sin embargo, ambos fueron rechazados.

Luis se dedicó al oficio de relojería y Celia se convirtió en una famosa empresaria con el “punto de Alençon”, un famoso encaje de la época.

En una ocasión, ambos se cruzaron por la calle y Celia quedó impresionada al ver a un joven de noble fisonomía, semblante reservado y dignos modales. Ella sintió una voz que le decía: “Éste es el hombre predestinado para ti”. Se conocieron, se enamoraron y tres meses después de su primer encuentro se casaron.

3. La pérdida de los hijos

Luis y Celia tuvieron nueve hijos, pero sufrieron la muerte prematura de cuatro de ellos.

Entre las cinco hijas que sobrevivieron se encontraban Santa Teresita del Niño Jesús y Leonia, cuya causa de beatificación fue abierta en el 2015.

4. El cáncer

A los 45 años, Celia se enteró de que tenía un tumor en el pecho y vivió su enfermedad con gran esperanza cristiana hasta su muerte en 1877.

Tras la muerte de su esposa, Luis tuvo que sacar adelante a su familia. Se trasladó a Lisieux, donde residía el hermano de Celia, y la tía Celina lo ayudó a cuidar de las hijas. Años más tarde, las cinco se hicieron religiosas, cuatro en el Carmelo y una en la Visitación.

5. Holocausto para Dios

Luis tenía una enfermedad que lo fue invalidando hasta el punto de perder sus facultades mentales. Fue internado en el sanatorio del Buen Salvador en Caen.

En ocasiones tenía periodos de alivio y tuvo la plena facultad de ofrecerse como víctima de holocausto a Dios. Partió a la Casa del Padre en julio de 1894.

6. Camino de soledad

Santa Teresita sufrió mucho con la muerte de su mamá y escogió a su hermana Paulina como su segunda madre. Tiempo después, Paulina ingresó al Carmelo y la pequeña Teresa cayó gravemente enferma con síntomas alarmantes de regresión infantil, alucinaciones y hasta anorexia.

El 13 de mayo de 1883, después de varios novenarios de Misas y oración, una imagen de la Virgen María sonrió a Teresa y ella quedó curada súbitamente.

La santa también sufrió por la enfermedad de su amado padre, quien la llamaba “su reinecita”.

7. Firmes ante las adversidades

En su libro “Historia de un Alma”, Santa Teresita escribió lo siguiente sobre sus progenitores: “Tuve la dicha de pertenecer a unos padres incomparables, que nos rodearon de los mismos cuidados y cariños… Quería Jesús sin duda, en su amor, hacerme conocer a la madre incomparable que me había dado, y a la que su divina mano quería a toda prisa coronar en el cielo… Mis primeros recuerdos guardan la huella de las más tiernas sonrisas y caricias… Amaba yo mucho a papá y a mamá, y les demostraba de mil maneras mi ternura”.

“Nuestro padre querido bebería la más amarga, la más humillante de todas las copas… El 29 de julio del año pasado, Dios rompió las ataduras mortales de su incomparable servidor, llamándole a la recompensa eterna” (Tomado de “Historia de un alma”).

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Este martes, memoria de Santa Teresa del Niño Jesús, patrona de las misiones, el Papa Francisco preside en la Basílica de San Pedro la oración litúrgica de las vísperas con ocasión del inicio del Mes Misionero Extraordinario, convocado con el lema “Bautizados y enviados: la Iglesia de Cristo en misión en el mundo”.

A continuación el texto de la homilía pronunciada por el Santo Padre:

En la parábola que hemos escuchado, el Señor se presenta como un hombre que, antes de partir, llama a sus siervos para encargarles sus bienes (cf. Mt 25,14). Dios nos ha confiado sus bienes más grandes: nuestra vida, la de los demás, a cada uno muchos dones distintos. Y estos dones, estos talentos, no representan algo para guardar en una caja fuerte, sino una llamada: el Señor nos llama a hacer fructificar los talentos con audacia y creatividad. Dios no nos preguntará si hemos conservado celosamente la vida y la fe, sino si la hemos puesto en juego, arriesgando, quizá perdiendo el prestigio. Este Mes misionero extraordinario quiere ser una sacudida que nos impulse a ser activos en el bien. No notarios de la fe y guardianes de la gracia, sino misioneros.

¿Pero cómo se hace para ser misioneros? Viviendo como testigos: testimoniando con nuestra vida que conocemos a Jesús. Testigo es la palabra clave, una palabra que tiene la misma raíz de significado que mártir. Y los mártires son los primeros testigos de la fe: no con palabras, sino con la vida. Saben que la fe no es propaganda o proselitismo, es un respetuoso don de vida. Viven transmitiendo paz y alegría, amando a todos, incluso a los enemigos, por amor a Jesús. Nosotros, que hemos descubierto que somos hijos del Padre celestial, ¿cómo podemos callar la alegría de ser amados, la certeza de ser siempre valiosos a los ojos de Dios? Es el anuncio que tanta gente espera. Y esa es nuestra responsabilidad. Preguntémonos en este mes: ¿cómo es mi testimonio?

Al final de la parábola el Señor llama «bueno y fiel» al que ha sido emprendedor; en cambio, «malvado y holgazán» al siervo que ha estado a la defensiva (cf. vv. 21.23.26). ¿Por qué Dios es tan severo con el siervo que tuvo miedo? ¿Qué mal ha hecho? Su mal es no haber hecho el bien, ha pecado de omisión. Y este puede ser el pecado de toda una vida, porque la hemos recibido no para enterrarla, sino para ponerla en juego; no para conservarla, sino para darla. Quien está con Jesús sabe que se tiene lo que se da, se posee lo que se entrega; y el secreto para poseer la vida es entregarla. Vivir de omisiones es renegar de nuestra vocación: la omisión es contraria a la misión.

Pecamos de omisión, es decir, contra la misión, cuando, en vez de transmitir la alegría, nos cerramos en un triste victimismo, pensando que ninguno nos ama y nos comprende. Pecamos contra la misión cuando cedemos a la resignación: “No puedo, no soy capaz”. ¿Pero cómo? ¿Dios te ha dado unos talentos y tú te crees tan pobre que no puedes enriquecer a nadie? Pecamos contra la misión cuando, quejumbrosos, seguimos diciendo que todo va mal, en el mundo y en la Iglesia.

Pecamos contra la misión cuando somos esclavos de los miedos que inmovilizan y nos dejamos paralizar del “siempre se ha hecho así”. Y pecamos contra la misión cuando vivimos la vida  como un peso y no como un don; cuando en el centro estamos nosotros con nuestros problemas, y no nuestros hermanos y hermanas que esperan ser amados.

«Dios ama al que da con alegría» (2 Co 9,7). Ama una Iglesia en salida. Si no está en salida no es Iglesia. Una Iglesia en salida, misionera, es una Iglesia que no pierde el tiempo en llorar por las cosas que no funcionan, por los fieles que ya no tiene, por los valores de antaño que ya no están.

Una Iglesia que no busca oasis protegidos para estar tranquila; sino que sólo desea ser sal de la tierra y fermento para el mundo. Sabe que esta es su fuerza, la misma de Jesús: no la  relevancia social o institucional, sino el amor humilde y gratuito.

Hoy entramos en el octubre misionero acompañados por tres “siervos” que han dado mucho fruto. Nos muestra el camino santa Teresa del Niño Jesús, que hizo de la oración el combustible de la acción misionera en el mundo. Este es también el mes del Rosario: ¿Cuánto rezamos por la propagación del Evangelio, para convertirnos de la omisión a la misión? Luego está san Francisco Javier, quizá después de san Pablo el más grande misionero de la historia. También él nos remueve: ¿Salimos de nuestros caparazones, somos capaces de dejar nuestras comodidades por el Evangelio? Y está la venerable Paulina Jaricot, una trabajadora que sostuvo las misiones con su labor cotidiana: con el dinero que aportaba de su salario, estuvo en los inicios de las Obras Misionales Pontificias. Y nosotros, ¿hacemos que cada día sea un don para superar la fractura entre el Evangelio y la vida? Por favor, no vivamos una fe “de sacristía”.

Nos acompañan una religiosa, un sacerdote y una laica. Nos dicen que nadie está excluido de la misión de la Iglesia. Sí, en este mes el Señor te llama también a ti. Te llama a ti, padre y madre de familia; a ti, joven que sueñas cosas grandes; a ti, que trabajas en una fábrica, en un negocio, en un banco, en un restaurante; a ti, que estás sin trabajo; a ti, que estás en la cama de un hospital... El Señor te pide que te entregues allí donde estás, así como estás, con quien está a tu lado; que no vivas pasivamente la vida, sino que la entregues; que no te compadezcas a ti mismo, sino que te dejes interpelar por las lágrimas del que sufre. Ánimo, el Señor espera mucho de ti. Espera también que alguien tenga la valentía de partir, de ir allí donde se necesita más esperanza y dignidad, ad gentes, allí donde tanta gente vive todavía sin la alegría del Evangelio. Ve, el Señor no te dejará solo; dando testimonio, descubrirás que el Espíritu Santo llegó antes de ti para prepararte el camino. Ánimo, hermanos y hermanas; ánimo, Madre Iglesia: ¡Vuelve a encontrar tu fecundidad en la alegría de la misión!

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El Cardenal Antonio Cañizares, Arzobispo de Valencia (España) pidió en su carta semanal “orar por quienes nos gobiernan”.

Tomando un texto de la carta de San Pablo a Timoteo, que el Cardenal asegura que es de “gran actualidad hoy, tanto a escala nacional como a escala mundial”.

El Arzobispo de Valencia explicó que “vivimos una situación crucial, nada fácil, en la que los que nos gobiernan o aspiran a gobernar necesitan de luz y sabiduría, para superar cuando menos oscuridades, perplejidades enormes para gobernar; están desconcertados, no encuentran soluciones claras, justas y acertadas y nos llevan al desconcierto a los gobernados por ellos, y, en algunas ocasiones, a la ruina”.

Por eso, según explicó, “en esos momentos cruciales y decisivos para la humanidad de mañana en los que nos encontramos, hemos de orar por los que gobiernan o aspiran a gobernar; porque los que gobiernan en el mundo entero necesitan de manera especial en esta situación la oración de todos nosotros”.

“Ante la situación que nos envuelve y amenaza al mundo entero es preciso y urgente que se despierte en el corazón de todo el mundo una firme decisión de rechazar las vías de la violencia, del engaño y de la mentira, del fraude, y luchar contra toda semilla de odio, desigualdad”, afirmó.

Y por eso aseguró que es “preciso orar por los que rigen los destinos de los pueblos o aspiran a regirlos” para que “en todas sus decisiones, les mueva el respeto a la dignidad de la persona, a los derechos humanos inalienables y la implantación de la justicia”.

El Cardenal también afirmó que “estamos necesitados de que se cumpla en el momento actual hacer lo que Dios quiere”, es decir, la implantación de la justicia social, “viviendo en atención y respeto a los pobres, llevando a cabo una distribución justa de la riqueza, sin absolutizar el dinero, y sin aprovecharse del mismo para los solos intereses propios”.

Además explicó que existe la posibilidad de hacer “grandes avances” contra algunos de sus enemigos tradicionales como son “la pobreza, la enfermedad, la violencia”, por eso subrayó que “de nosotros depende que a un siglo de lágrimas, el siglo XX, le siga un siglo XXI que sea tiempo auroral para el hombre, “nueva primavera del espíritu humano”.

Según destacó, el cardenal “necesitamos convertirnos a Dios en esta sociedad tan materialista, en la que parece que sólo cuenta el dinero y el placer, que se han convertido en verdaderos ídolos, a los que el hombre se supedita y se postra, en los que centra todo interés. Necesitamos a Dios, en quien está la verdad del hombre y su dignidad”.

Por eso pidió a quienes gobiernan” el mundo o las naciones” a dejar de “encerrarse en intereses particulares de mirada corta y poco inteligente” para tener otras miras “más hondas, no tan superficiales y ruinosas” sino miras de “humanidad y bien común, miradas de inteligencia, de razón, de sabiduría política y de sentido común” para que las cosas cambien.

“Si queremos sobrevivir y prosperar, las estructuras económicas y políticas que acompañan a esta sociedad deben estar regidas por una visión cuyo centro sea la dignidad otorgada por Dios y los inalienables derechos de todo ser humano inscritos en su naturaleza, desde el momento de su concepción hasta su muerte natural”, precisó el Cardenal.

Y explicó que “cuando algunas vidas, con inclusión de los no nacidos, se ven sujetas a las opciones personales de otros, deja de quedar garantizado cualquier otro valor y derecho, y la sociedad acaba inevitablemente regida por intereses y conveniencias particulares, que niegan y destruyen el bien común”.

Por eso aseguró que “jamás había sido tan apremiante la necesidad de infundir nuevo vigor a la visión y determinación moral esenciales para mantener una sociedad justa y libre”.

Algo que según, afirma en su carta “es lo que se nos pide a todos hoy: que no tengamos más que un sólo Señor, Dios, que quiere a todos los hombres” y explicó que la verdadera realización personal se vive a través del amor “realizando la justicia, volcándose en favor de los más pobres, acogiendo a todos y trabajando por la paz, no utilizando nada ni nadie en favor exclusivo del propio interés”.

Por eso pidió que “Dios conceda vivir así y que ayude a los gobernantes de todo el mundo a que se abran a esta manera de ver las cosas como Dios las ve, y que les dé fortaleza para hacerlas realidad en este mundo tan necesitado de superación de toda violencia y de implantación de toda justicia y paz”.

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El Arzobispo Emérito de Caracas (Venezuela), Cardenal Jorge Urosa Savino, expresó en un comunicado las razones que lo han llevado a pronunciarse en tres análisis sobre el Instrumentum laboris del Sínodo de la Amazonía que se realizará en el Vaticano del 6 al 27 de octubre.

En su primer artículo, enviado a ACI Prensa el 24 de septiembre, el Purpurado señaló los pros y contras del Documento de trabajo del Sínodo, en el segundo texto del sábado 28 llamó a los padres sinodales a dar propuestas evangélicas explícitas para la Amazonía, y el análisis publicado este 1 de octubre, el Cardenal Urosa advierte que la ordenación de hombres casados (viri probati), no es conveniente ni útil.

En una carta dirigida a ACI Prensa, el Purpurado señaló que “estoy publicando algunos artículos sobre el Instrumentum laboris preparado para el Sínodo de Amazonia. Me ha movido a ello mi interés por ese importante Sínodo, para la defensa de Amazonia y sus pueblos, y –lo que para mí es más importante - para dar nuevo impulso a la evangelización en ese territorio de nuestra América Latina, que abraza  buena parte de nuestro país”.

“Con gran afecto por los misioneros de Amazonia que realizan allá una labor tan hermosa y abnegada -entre ellos nuestros vicarios apostólicos y obispos de la zona-, y por los padres sinodales -9 de ellos hermanos obispos venezolanos- he hecho un estudio bastante serio”, indicó.

El Cardenal dijo que “por supuesto destaco las fortalezas del Instrumentum, y también señalo sus fallas, debilidades y omisiones. Esto con el fin de ayudar a evitar tropiezos en las deliberaciones, y que se corrijan a tiempo los errores –por omisión o inclusión– que tiene el texto”.

“Para que el Sínodo dé nuevo impulso a la vida de la Iglesia en Amazonia. En la línea del magnífico documento de Aparecida, que debería ser tenido en cuenta por los padres sinodales. Muy importante: un análisis del Instrumento laboris no es para atacar al Sínodo, ¡sino para contribuir a que salga bien!”, expresó.

El Arzobispo señaló que “el Sínodo es muy importante, y yo quiero contribuir modestamente, a que sea un éxito para la evangelización, la revitalización de la Iglesia y para la defensa de la Amazonia y de sus pobladores. Las observaciones son hacia el  texto, que en mi opinión se puede y se debe mejorar”. 

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El Cardenal Jorge Urosa Savino, Arzobispo Emérito de Caracas, publicó su tercer artículo sobre el Sínodo de la Amazonía que se realizará del 6 al 27 de octubre en el Vaticano, para explicar por qué no se debe ordenar ancianos casados ni mujeres.

“¿Cómo compaginar los sacerdotes casados en las Misiones con los célibes en la diócesis vecina? Y luego: esa apertura disciplinar: ¿estaría limitada solo a la Amazonia? ¿No debilitaría el sacerdocio célibe en el resto del mundo? Hay muchas interrogantes serias sobre la ordenación de esos buenos ancianos casados. Y tal vez no resolvería los problemas de la situación actual. Yo no la veo conveniente ni útil”, afirma el Cardenal en su tercer artículo enviado a ACI Prensa.

En su segundo artículo, el Arzobispo Emérito de Caracas pidió al Sínodo de la Amazonía que dé propuestas de evangelización explícitas, pues el Instrumentum laboris o documento de trabajo “propone una visión liberacionista y reductiva de la misión de la Iglesia, más atenta al ámbito y al tema sociológico”, que “evangelizador y santificador”.

En su primer artículo, el Cardenal Urosa resaltó las fortalezas y debilidades del documento de trabajo del Sínodo para “ayudar a la superación por parte de los padres sinodales de las fallas y debilidades del texto”.

A continuación, el tercer artículo completo del Cardenal Urosa:

SÍNODO PARA AMAZONÍA

COMENTARIOS AL INSTRUMENTUM LABORIS (3)

ALGUNAS PROPUESTAS PASTORALES

Cardenal Jorge Urosa Savino, Arzobispo Emérito de Caracas, 1 de octubre de 2019

Esta tercera entrega de comentarios sobre el Instrumentum Laboris del Sínodo Panamazónico estudia la tercera parte del texto, es decir, “La Iglesia profética en la Amazonia, desafíos y esperanzas”. Y especialmente algunas de las propuestas pastorales.

Una observación importante: llama la atención que las respuestas e indicaciones de las consultas hechas a los fieles de la Amazonia hablan poco de la situación específicamente religiosa, pastoral, eclesial, de las misiones amazónicas. De igual manera asombra que la mayoría de los comentarios sobre el Sínodo hechos recientemente por eclesiásticos vinculados a su preparación, tocan solo o principalmente el aspecto ecológico y los problemas de orden social y económico de los pueblos amazónicos. Pareciera que eso fuera lo más importante para la Iglesia. Tocan poco el aspecto religioso y espiritual de la misión de la Iglesia anunciar la Palabra y comunicar los dones de Cristo a la humanidad. El Instrumentum Laboris también da esa impresión. En el Sínodo mismo, habrá que corregir eso, y destacar la centralidad de la acción evangelizadora y pastoral para la revitalización de la Iglesia en Amazonas.

Otra observación de interés: el Instrumentum Laboris parece pensar que toda la población amazónica es indígena, originaria. ¿Es eso cierto? Al menos no en Venezuela. En las Diócesis ya establecidas en nuestra región amazónica, - no en los Vicariatos-, hay mayoría de criollos, venezolanos de raza blanca o mixta y afro-venezolanos que no tienen esa cultura indígena. Igual pasa con Manaus y Belem, en Brasil.

OPCIÓN POR LOS POBRES E INCULTURACIÓN

El documento acertadamente recuerda la opción por los pobres como línea de acción y exigencia de la Iglesia latinoamericana y amazónica. Benedicto XVI dijo en Aparecida que “la opción preferencial por los pobres está implícita en la fe cristológica en aquel Dios que se ha hecho pobre por nosotros, para enriquecernos con su pobreza” (Discurso de su Santidad en la inauguración de la Vª Conferencia general del episcopado latino americano y del Caribe 3).

Por otra parte, el texto subraya la misión evangelizadora de la Iglesia como algo realizado a través de los siglos y que es vigente y apremiante (115). Y para llevarla a cabo hoy en Amazonia el I.L. propone una conversión pastoral y misionera (119). Esta, entre otras cosas, implicaría “captar lo que el Espíritu de Señor ha enseñado a esos pueblos… la fe en el Dios Padre-Madre Creador… la relación viva con la naturaleza y la Madre Tierra (haciendo una distinción entre esos dos ideas ¿?), los ritos y las expresiones religiosas, y el sentido sagrado del territorio… (121). También propone reconocer la espiritualidad indígena como fuente de riqueza para la experiencia cristiana (123 b). Son expresiones que para quienes no conocemos su sentido, parecen muy extrañas y ajenas a la fe católica sobre la realidad creada y su relación con el ser humano. Y parecieran evocar una especie de sincretismo cristiano-animista. Eso sería inaceptable. En este sentido esperamos que los Padres sinodales aclaren eso y disciernan bien las propuestas realmente conformes con la fe católica en la creación y la naturaleza. En esa misma línea de conversión pastoral se habla de la inculturación de la fe, pero dándole un valor casi absoluto a las culturas originarias, y no valorando ni proponiendo la evangelización de la cultura. Esta es la necesaria transformación de la existencia humana y la vida religiosa, social, cultural y familiar de los pueblos por el Evangelio de Cristo y la moral bíblica, cristiana y católica. Es un punto que hay que revisar y mejorar.

Estas propuestas del I.L. se empalman con la sugerencia de una liturgia inculturada, es decir, adaptada a la mentalidad y tradiciones de los pueblos, como sugiere el documento Sacrosanctum Concilium, del Concilio Vaticano II (37-40) En este campo habrá que ver en concreto durante el Sínodo qué se pueda sugerir en función de una “saludable descentralización de la Iglesia” (126 d).Claro está, preservando siempre la integridad de la fe, la naturaleza de cada sacramento, y las condiciones y requisitos para la participación viva y fructuosa en la sagrada liturgia.

ORGANIZACIÓN, SERVICIOS PASTORALES Y SACERDOCIO

En su búsqueda de nuevos caminos para la vida de la lglesia, el Instrumentum laboris se interesa por la organización de la comunidad y de los servicios pastorales (IL 127). En esta línea propone reconsiderar la idea de que el ejercicio de la jurisdicción (potestad de gobierno) deba estar vinculado en todos los ámbitos, sacramental, judicial, administrativo) y de manera permanente al sacramento el orden. Dicho de otra manera pareciera proponer que esas funciones puedan ser ejercidas en las comunidades indígenas por personas diversas, no sacramentalmente ordenadas.

Aquí, de nuevo habrá que ver exactamente qué significa esa propuesta. Porque las facultades religiosas, espirituales y pastorales de Obispos y presbíteros, no son funciones diversas de un operador pastoral, de un “funcionario”. Son la expresión del Ministerio y Oficio (Munus) sacerdotal del Obispo y presbítero, configurados estos a Cristo sumo y eterno sacerdote por el sacramento del orden. Ellas son acciones de Cristo, que se hace presente en el obispo y presbítero con la ordenación sacramental. Son facultades conferidas y otorgadas en el sacramento del orden. Esas facultades no son actividades acumulativas o separadas atribuidas a una persona por un documento o un acto jurídico o administrativo, un nombramiento…cualquiera. Esas facultades pastorales, sacramentales, judiciales y magisteriales son la actuación del representante sacramental de Cristo sacerdote, profeta y rey. El sacerdote es sacramento-persona de Jesús, un hombre configurado por la ordenación sacerdotal a Cristo, buen pastor y sumo y eterno sacerdote, en servicio y beneficio del pueblo santo de Dios. Esas facultades - exceptuando la administración material, - no el gobierno pastoral -, no son funciones que se puedan delegar aisladamente. Vienen conferidas solo con la ordenación sacramental. Por eso, una concepción funcionalista del sacerdocio no es correcta. No se corresponde con la concepción del sacerdocio como participación en los tres “Munera Christi”: sacerdote, profeta y rey.

ORDENACION DE ANCIANOS CASADOS

En la muy necesaria y deseable aspiración de una mayor presencia pastoral, es decir, de una pastoral de presencia y no de visita (128), se propone igualmente la ordenación sacerdotal de personas ancianas (I.L. 129 a, 2). Un detalle: El texto no utiliza el término conocido y popular de “viri probati”, “varones de probada virtud”. Utiliza a la expresión “personas ancianas”, y deja abierta entonces la posibilidad de la ordenación sacerdotal de la mujer. No vamos a considerar esta segunda posibilidad, ya abiertamente descartada repetidas veces por San Paulo VI y San Juan Pablo II y también recientemente por Papa Francisco. Escuchemos en directo a San Juan Pablo II:

4. “Si bien la doctrina sobre la ordenación sacerdotal, reservada sólo a los hombres, sea conservada por la Tradición constante y universal de la Iglesia, y sea enseñada firmemente por el Magisterio en los documentos más recientes, no obstante, en nuestro tiempo y en diversos lugares se la considera discutible, o incluso se atribuye un valor meramente disciplinar a la decisión de la Iglesia de no admitir a las mujeres a tal ordenación. Por tanto, con el fin de alejar toda duda sobre una cuestión de gran importancia, que atañe a la misma constitución divina de la Iglesia, en virtud de mi ministerio de confirmar en la fe a los hermanos (cf. Lc 22,32), declaro que la Iglesia no tiene en modo alguno la facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres, y que este dictamen debe ser considerado como definitivo por todos los fieles de la Iglesia”. (S.Juan Pablo II, Carta Apostólica Ordinatio sacerdotalis, 1994).

Por eso nos limitaremos aquí a reflexionar sobre la posibilidad de conferir el presbiterado a ancianos varones casados.

El texto afirma claramente la vigencia de la disciplina del celibato sacerdotal como don para la iglesia. Muy bien. En efecto: en imitación de Cristo, célibe y esposo de la Iglesia, los presbíteros de rito latino y muchos también de las Iglesias orientales, elegimos libremente consagrar nuestras vidas a Dios y a la Iglesia, Para ello renunciamos al matrimonio y nos comprometemos religiosamente con Dios a la vivencia de la castidad perfecta. Algo que conviene perfectamente con la naturaleza del sacerdocio, que es configuración a Cristo, sumo y eterno sacerdote y buen pastor.

Está claro que el tema de ordenar ancianos casados es asunto de disciplina, de conveniencia religiosa y pastoral, y requiere sopesar pros y contras. No es un dogma de fe. Sin duda se podría ordenarlos. Pero habría que pensar qué tipo de sacerdotes serían. ¿Unos de segunda clase? ¿Semejantes a los famosos “curas de misa y olla” del pasado? ¿Cómo se prepararían? Los diáconos permanentes requieren una preparación seria, generalmente de al menos 4 años. Y luego no andan solos. Generalmente actúan colaborando con algún obispo o algún presbítero. Cómo sería esa preparación? ¿Y cuál sería su ministerio, simplemente celebrar los sacramentos? De quien dependerían, es decir, quien sería su inmediato superior? ¿No habría conflictos entre estos sacerdotes ancianos-solo-sacramentalistas, y los párrocos o vicarios episcopales? Cómo sería su régimen económico o administrativo, es decir, quien los sostendría en diócesis o Vicariatos misioneros de suma pobreza?

Por otra parte; ordenar sacerdotes casados en comunidades indígenas no los coloca en una especie de terreno cerrado. Las tierras de misión son vecinas de Diócesis ya establecidas. Y los ancianos sacerdotes casados no dejarían de moverse a otras partes. ¿Cómo compaginar los sacerdotes casados en las Misiones con los célibes en la diócesis vecina? Y luego: esa apertura disciplinar: ¿estaría limitada sólo a la Amazonia? ¿No debilitaría el sacerdocio célibe en el resto del mundo? Hay muchas interrogantes serias sobre la ordenación de esos buenos ancianos casados. Y tal vez no resolvería los problemas de la situación actual. Yo no la veo conveniente ni útil.

Creo que la solución a la atención de las comunidades está en que haya una mayor actividad evangelizadora y santificadora, para fortalecer la vida de fe en esas comunidades cristianas sin sacerdotes. La evangelización y la pastoral vocacional dan resultados, a mediano y largo plazo. Lo hemos visto en Venezuela. No cabe duda de que la labor de nuestros queridos misioneros ha sido y es magnífica, sacrificada, digna de todo respeto, reconocimiento y alabanza. Por esto hay que estudiar por cual motivo la predicación evangélica y el trabajo misionero no ha producido más frutos en las comunidades indígenas, entre ellos vocaciones autóctonas al sacerdocio o a la vida consagrada. Ahora bien: ¿ordenar sacerdotes a unos buenos ancianos de función solamente litúrgica dará el impulso necesario a la vida de la Iglesia? Hay muchas preguntas que habría que responder. Pero además, el tema de ancianos casados llamados al sacerdocio es demasiado importante y grave para que un Sínodo regional lo resuelva para la Iglesia universal.

OTROS MINISTERIOS

Otra propuesta del texto para fortalecer la pastoral en Amazonia es también un ministerio oficial para la mujer (129 a,3). Actualmente en toda la Iglesia la mujer ya ejerce diversos ministerios: lectoras, servidoras del altar en la Eucaristía, ministras extraordinarias de la Comunión, catequistas,. Y además ejercen otras funciones diversas de gran importancia en las escuelas, en la administración diocesana o parroquial, en los medios de comunicación eclesial y en los centros de salud de la Iglesia, y como trabajadoras sociales etc. Habrá que ver qué tienen en mente los que proponen ese nuevo ministerio oficial. Y ya el Papa Francisco se ha pronunciado en contra del diaconado femenino. Veremos qué pasa en el Sínodo…

La vida consagrada es con justicia muy bien presentada en el Instrumentum Laboris (I.L. 129 d). Con gran entrega y dedicación, las hermanas y hermanos de vida consagrada están realizando una bellísima labor en la Amazonía. Que sigan adelante, y refuercen el aspecto específicamente evangelizador y religioso de su labor, para impulsar y revitalizar la vida de la Iglesia en ese territorio.

CONCLUSIÓN

Ya en vísperas del Sínodo elevamos al Señor nuestras plegarias porque derrame su Espíritu Santo abundantemente sobre los Padres sinodales. Ellos tendrán la tarea de indicar los nuevos caminos para la revitalización de la Iglesia, así como para proteger a los pueblos de la Amazonía y su territorio, y para una correcta conversión ecológica. Todo eso es muy importante.

Para ello este Sínodo deberá acoger las fortalezas del Instrumentum Laboris, y superar necesariamente sus fallas y omisiones, para impulsar una labor cada vez más evangelizadora y revitalizadora de la Iglesia, no solo en Amazonas, sino en el mundo entero.

Que la Stma. Virgen María, madre de Dios y madre nuestra, bendiga y anime a todos los queridos y esforzados misioneros de Amazonía. Obispos y sacerdotes, diáconos, consagrados y apóstoles laicos, ellas y ellos. ¡Mil gracias por esa labor tan bella y sacrificada! Que sigan adelante en la bellísima misión apostólica de la Iglesia de anunciar con fuerza y entusiasmo a Jesucristo a todos los habitantes de la Amazonía. Él es el único en cuyo nombre tenemos la redención y el perdón de los pecados (Cfr. Col. 1,14), Amén.

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La Santa Sede publicó este martes 1 el video con la intención de oración del Papa Francisco para octubre de 2019, dedicado al Mes misionero extraordinario, en el cual el Pontífice recuerda que “el corazón de la misión de la Iglesia es la oración”.

En este video el Santo Padre reconoce que “hoy, es necesario un nuevo impulso en la actividad misionera de la Iglesia para afrontar el desafío de anunciar a Jesús muerto y resucitado”.

“Este Mes misionero extraordinario recemos para que el Espíritu Santo suscite una nueva primavera misionera para todos los bautizados y enviados por la Iglesia de Cristo”, pide Francisco en esta nueva edición de la iniciativa de la Red Mundial de Oración “el video del Papa”.

Además, el Pontífice explica en qué consiste la “missio ad gentes” de la Iglesia que busca “llegar a las periferias, a los ambientes humanos, a los ambientes culturales y religiosos todavía ajenos al Evangelio”.

En esta ocasión, “el video del Papa” fue presentado en la Oficina de Prensa de la Santa Sede este 1 de octubre, memoria litúrgica de Santa Teresita del Niño Jesús, en el marco de la presentación del Mes misionero extraordinario que la Iglesia Universal vivirá durante todo el mes.

Por este motivo, el Papa Francisco preside el rezo de las vísperas en la Basílica de San Pedro del Vaticano en la tarde de este 1 de octubre, evento que da inicio al Mes misionero extraordinario.

Para tener más información sobre el Mes misionero extraordinario, haga click AQUÍ.

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El Papa Francisco ha nombrado al nuevo nuncio apostólico en España, Mons. Bernardito Cleopas Auza. 

Hasta ahora Mons. Barnardito Auza era observador permanente de la Santa Sede ante la Organización de las Naciones Unidas.

Sustituye en el cargo a Mons. Renzo Fratini, quien fue nuncio apostólico en España desde el año 2009 hasta el pasado mes de julio de 2019.

Breve biografía

Mons. Bernardito Auza, nuevo nuncio apostólico en España, nació el 10 de junio de 1959 en Talibon (Filipinas). Fue ordenado sacerdote el 29 de junio de 1985 e incardinado en la diócesis de Talibon. Es doctor en Teología.

Ingresó en el servicio diplomático de la Santa Sede el 1 de junio de 1990. Prestó sus servicios en las nunciaturas apostólicas de Madagascar, Bulgaria, Albania, en la sección para las Relaciones con los Estados de la secretaría de Estado y en la representación permanente de la Santa Sede ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en Nueva York.

Fue nombrado nuncio apostólico en Haití el 8 de mayo de 2008. Desde el 1 de julio de 2014 es el observador permanente de la Santa Sede ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en Nueva York y ante la Organización de los Estados Americanos (OEA) desde el 16 de julio del mismo año.

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