San Rafael Arnaiz Barón fue un religioso y asceta español de la “Orden Cisterciense de la Estricta Observancia”; es considerado uno de los más grandes místicos del siglo XX, cuyos escritos gozan de actualidad inusitada, orientado y enriqueciendo la vida espiritual de miles de católicos alrededor del mundo.
Rafael Arnaiz nació en el paseo de la Isla, Burgos, el 9 de abril de 1911. Cuando tenía 12 años, su padre, que trabajaba como ingeniero de montes, se mudó con toda la familia a Oviedo. En esa ciudad, Rafael ingresó al Colegio de San Ignacio, regentado por jesuitas. Al concluir sus estudios secundarios, se matriculó en la Escuela Superior de Arquitectura de Madrid.
Durante esa etapa de estudios universitarios, Rafael empezó a pasar largas horas orando frente al Santísimo Sacramento, hábito que se fue fortaleciendo con el tiempo y que lo llevaba a preguntarse, con cada vez mayor profundidad, qué quería Dios de él. Aquellos encuentros cara a cara con Dios le ayudaron a ir descubriendo que el Señor lo llamaba a la vida contemplativa. Por eso, inició un camino que empezó con el interés en conocer más cómo era la vida de un monje, y que concluyó con una decisión muy firme: consagrar su vida a la oración, al trato constante y permanente solo con Dios. De esta manera, solicitó ser aceptado en el monasterio trapense de Dueñas, el 16 de enero de 1934.
La Guerra Civil española y la diabetes que lo aquejaba lo obligaron a abandonar hasta en tres ocasiones el monasterio, con los subsiguientes reingresos. Falleció el 26 de abril de 1938, a la edad de 27 años, en la enfermería del convento, tras un coma diabético.
El 19 de agosto de 1989, el Papa Juan Pablo II, con ocasión de la Jornada mundial de la juventud en Santiago de Compostela, lo propuso como modelo para los jóvenes del mundo de hoy. Un tiempo después, el 27 de septiembre de 1992, el mismo Juan Pablo II lo declaró beato.
En 2008 la Congregación para la Causa de los Santos aprobó el milagro de intercesión por el que sería canonizado el 11 de octubre de 2009, esta vez, por el Papa Benedicto XVI.
Ese milagro fue la curación -inexplicable para la ciencia- de Begoña León Alonso, una madrileña de 38 años que sufrió del Síndrome de Hellp durante su embarazo, y que al momento de ser intervenida para salvar a su hijo quedó en estado de muerte cerebral.
Según explicó el diario “La Nueva España”, en el año 2000, Begoña León enfermó estando embarazada por lo que se le indicó una cesárea en el Hospital Gregorio Marañón, para salvar al niño. El estado de la paciente empeoró y tuvo que ser operada de urgencia. La operación salió mal y la mujer quedó en estado de muerte cerebral.
Una hermana del convento cisterciense de San Bernardo de Burgos tuvo conocimiento del caso a través de la familia de la enferma, por lo que las religiosas del convento decidieron rezar una novena dedicada al hermano Rafael, para pedir por la curación de la joven. A partir de entonces, Begoña comenzó a evolucionar hasta, finalmente, reponerse por completo.
A San Rafael Arnaiz Barón se le nombró patrón de la Jornada Mundial de la Juventud, con sede en Madrid (España) en 2011, por el Papa Benedicto XVI.
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