Con una sola mención la Iglesia celebra el 26 de abril a este par de santos que solo tienen en común haber sido Sumos Pontífices, ya que sus vidas e historias están separadas por más de dos siglos.
San Anacleto fue el tercer Papa de la Iglesia, después de San Pedro y San Lino. Es referido en diversos escritos como Cleto, Anacleto o Anencleto, pero siempre se trata de la misma persona.
San Pedro lo conoció, bautizó y ordenó sacerdote en la iglesia de Roma. Siendo junto con su predecesor Lino los principales discípulos del primer Papa.
Según el Liber Pontificalis o Libro de los papas, “Cleto” ocupó la cátedra de San Pedro durante los imperios de Vespasiano y Tito. Se ocupó de los necesitados con limosnas, alentó a los primeros cristianos que eran perseguidos y ordenó un determinado número de sacerdotes.
Bajo el mandato del emperador Domiciano fue capturado y martirizado cerca del año 90. Su cuerpo se conserva en la iglesia de San Pedro en el Vaticano.
Por otra parte San Marcelino, quien fue elegido Papa el 30 de junio del 296, fue la cabeza de la Iglesia durante la última y quizás la más grande persecución llevada a cabo por el emperador romano Diocleciano.
Esta persecución, cuyos severos edictos contra los cristianos fueron ejecutados por el augusto y coemperador Maximiano Herculio, causó la mayor confusión en la Iglesia romana después del 303. Marcelino murió en el 304, con toda probabilidad, de muerte natural.
Ninguna fuente confiable de los siglos IV y V lo mencionan como un mártir. Su cuerpo fue sepultado en la Catacumba de Priscila en la Vía Salaria.
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