Algunas de las críticas giran en torno a un comentario que Barrett, jueza del Tribunal de Apelaciones del Séptimo Circuito de los Estados Unidos, hizo en 2006 como parte de su discurso de graduación de la Facultad de Derecho de la Universidad de Notre Dame.
En el discurso, la ex catedrática exhortó a los graduados a no hacer de su profesión de abogado un fin en sí mismo, sino más bien “un medio para un fin”, para “construir el Reino de Dios”.
No es la primera vez que Barret es el centro de las críticas por su fe. En 2018, cuando se especuló sobre su nombre como posible reemplazo del juez Anthony Kennedy, también la criticaron por su discurso de graduación.
El sitio web Bustle señaló que las palabras de la jueza sobre “la construcción del Reino de Dios” eran una muestra de “por qué muchos liberales están preocupados por su posible nominación”.
La senadora demócrata de California, Dianne Feinstein, cuestionó a la jueza sobre su fe católica durante su audiencia de confirmación ante el comité judicial en septiembre de 2017. “El dogma vive fuertemente en usted. Y eso es algo preocupante”, dijo.
La críticas han resurgido en diferentes medios de comunicación y por eso CNA, agencia en inglés del Grupo ACI, preguntó a los expertos qué significa para los católicos “construir el Reino de Dios”.
El martes 22 de septiembre, Matthew Franck, experto en política de la Universidad de Princeton y miembro principal del Witherspoon Institute, dijo a CNA que la referencia de Barrett al “Reino de Dios” en su discurso de graduación no tenía nada que ver con la construcción de una teocracia o el proselitismo.
“Cualquiera que lea en esto [el discurso] que la jueza Barrett, entonces catedrática, quiere que ellos busquen ‘el reino de Dios’ en el sentido de algún proyecto político, simplemente no está interesado en lo absoluto en lo que ella realmente dijo”, explicó Franck.
El texto completo del discurso tuvo como fin comunicar que los graduados de la Facultad de Derecho de la Universidad de Notre Dame son distintos. Precisamente, al inicio del discurso, Barrett preguntó a los graduados “¿Qué significa ser un distinto tipo de abogado en la tradición de Notre Dame?”.
Una forma en que estos graduados se podrían distinguir es “teniendo siempre presente que su carrera legal no es más que un medio para lograr un fin” y “ese fin es la construcción del reino de Dios”, indicó la jueza.
Barret aconsejó a los graduados que no permitan que sus carreras sean un fin en sí mismo, dejando que la “ambición” o “satisfacción, prestigio o dinero” guíen sus decisiones profesionales. Ella aconsejó a los graduados que disciernan en oración las oportunidades de trabajo, sean caritativos y traten de hacer amigos con una fe similar a donde sea que vayan.
Por su parte, Jacob Wood, profesor de teología de la Universidad Franciscana de Steubenville dijo que Amy Barrett no dijo nada sobre ningún proyecto político teocrático, sino que “simplemente estaba reafirmando la enseñanza del Concilio Vaticano II”.
Este Concilio enseña que “el Reino de Dios se construye cada vez que los católicos se unen a conciudadanos de cualquier credo o de ninguno para trabajar por el bien común de nuestra sociedad”.
Tal esfuerzo, “está en el corazón de lo que significa ser un católico laico”, pero también es “lo primero que una nueva justicia promete defender cuando ella o él prestan juramento a un cargo”, aseguró.
Wood subrayó que las palabras de Barrett hablan del poder de la gracia de Dios en los asuntos humanos y de la “tragedia” de los católicos que no llevan su fe a la esfera pública.
La gracia “presupone, perfecciona y empodera lo que hacemos como individuos y como sociedad, al curar todos nuestros esfuerzos culturales y políticos de los pecados que los hacen menos que humanos, menos que justos y menos que equitativos; y los restaura a la bondad fundamental que Dios quiso para ellos desde el principio”, destacó Wood.
Sin embargo, precisó el experto, muchos católicos pasan por alto esto y están “abdicando” de su vocación a la santidad.
Para los que llevan su fe a la esfera pública, “la política y la cultura no tienen nada que temer de la fe, y mucho que ganar”, pues la gracia facultaría a un juez para servir “con una justicia y equidad que es más poderosa que una ideología o partido político”. “Nuestra nación necesita desesperadamente ahora esa justicia y la paz que trae”, subrayó.
Wood señaló que los magistrados que ingresan a la Corte Suprema juran respetar la Constitución y “administrar justicia imparcialmente, y hacer igual derecho a los pobres y a los ricos”. Este compromiso de defender la justicia también es parte del llamado de los católicos que trabajan por el bien común, resaltó.
Aquellos que argumentan que Barrett podría promover algún tipo de teocracia o de proselitismo “suelen estar intentando distraernos del problema real en cuestión”. Este problema es la imposición “por mandato judicial de creencias sobre la vida humana, el género y el matrimonio en nuestra nación, que son contrarias a la ley moral natural que está presente en el corazón de cada persona”.
“Es por eso que algunas personas están preocupadas por una fiel jueza católica como Amy Barrett: no porque imponga sus creencias religiosas en nuestra nación, sino porque saben que se opondría a la presión política que busca imponer las suyas”, concluyó.
Traducido y adaptado por Cynthia Pérez. Publicado originalmente en CNA.
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