Papa Francisco pide rezar al Señor de los Milagros por el fin de la pandemia en Perú

El Papa Francisco envió una carta al Arzobispo de Lima, Mons. Carlos Castillo, por el inicio de octubre, el “Mes morado” en Perú, para animar a todos los fieles a elevar oraciones al Señor de los Milagros pidiendo el fin de la pandemia del coronavirus que “aflige a esta querida tierra”.

En la carta publicada este 2 de octubre por el Arzobispado de Lima, el Santo Padre saluda a Mons. Castillo y los demás obispos de Lima y del Callao “al inicio del ‘mes morado’, en el primer sábado de octubre, día de la tradicional procesión con la imagen del Señor de los Milagros” y anima a elevar “oraciones al Crucificado implorando su misericordia y el cese de la pandemia que aflige a esta querida tierra”.

Según las cifras oficiales, los casos de coronavirus en Perú son actualmente 811.297 y hay 32.535 fallecidos. Los recuperados son 690.528. El país sudamericano es uno de los que más muertes por millón de habitantes registra y se ha visto muy golpeado económicamente a causa de la cuarentena para hacer frente a la pandemia.

El país acaba de empezar la cuarta fase de un plan que busca recuperar una economía que antes de la pandemia estaba entre las mejores de la región y ahora afronta una caída del 12 % del PBI anual, la pérdida de millones de empleos y un incremento significativo en el nivel de pobreza, que podría llegar al 27% según cifras oficiales.

En su misiva, el Papa Francisco destacó que “en la ciudad de Lima, como en todos los demás rincones del Perú, el mes de octubre está marcado por la especial veneración al Señor de los Milagros, Jesús crucificado, fijo e inmóvil en la cruz, no por la fuerza de los clavos sino por su amor infinito, es la prueba más linda del amor de Dios hacia el amado pueblo peruano”.

El Señor Jesús “se muestra como el ‘Emmanuel’, Dios-con-nosotros que, silencioso, sale al encuentro de su gente para darle vida y consuelo, y abarcarlo en el abrazo inmutable de su misericordia y perdón”.

El Papa destacó también que “durante 332 años el Pueblo de Dios, unidos a sus pastores, ha acompañado al Crucificado, con devoción y esperanza, en el largo cortejo por las vías de la capital”.

Sin embargo, “este año la procesión no podrá salir por las calles, pero esto no impide que el Señor realice el milagro de llegar a los millares de corazones bien dispuestos que con fe sencilla reconocen que Dios hecho hombre continúa recorriendo junto con sus hermanos y hermanas el camino doloroso de cada época, y sigue compartiendo la incertidumbre y el sufrimiento de todos, especialmente de los más pobres, excluidos y descartados”.

“Me conmueve pensar en las duras pruebas que tantos hermanos y hermanas nuestros deben enfrentar a causa del virus, que no solo afecta a la salud, sino también a sus vidas, aumentando las injusticias, los sufrimientos, las incomprensiones que golpean su dignidad personal, sin distinción de pertenencia religiosa”, continuó el Papa Francisco.

El Pontífice afirmó que “ante la consternación y la sensación de impotencia que golpea a todos, sin excepción de personas me gustaría animarlos a mirar una vez más al Señor, Él no nos abandona, nos llama y nos abraza con su amor infinito que nos cura, nos conforta y nos salva”.

“Les aseguro mi oración y cercanía espiritual, y mientras los confío a la misericordia del Señor de los Milagros y al cuidado maternal de la Virgen de los Dolores, les imparto la bendición apostólica como signo de abundantes gracias divinas”, resaltó el Papa.

“Y, por favor, les pido que no se olviden de rezar por mí”, concluyó.

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