También resaltó que “hay personas que no se dejan transformar, y dicen: ‘Yo soy así, estoy bien así, ¿qué necesidad tengo de cambiar nada?’. Otros dicen: ‘Yo no cometo pecados graves, no soy tan vicioso como otros, ¿qué tengo que cambiar?’. Estas personas no son arcilla, son piedras duras que ni siquiera serán tocadas por el Espíritu Santo. Y entonces mueren aunque estén vivas, porque no crecen y no mejoran más, y mucho menos ofrecen algo nuevo al Señor”.
Más tarde, puntualizó que “los orientales, especialmente los budistas, nos invitan a ser como el agua, porque se adapta a cualquier recipiente, se suelta, y si entra en un vaso toma la forma de vaso, si entra en una botella toma la forma de botella, es flexible, es adaptable”.
A continuación, el cardenal señaló que debemos estar “vigilantes de lo que nos dice el Señor” para poder “saborear la vida”.
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