El evangelista Marco se toma mucho tiempo para describir dónde tuvo lugar: “hacia el mar de Galilea. ¿Qué es lo que aúne estos territorios? Estar principalmente habitada por paganos. No era un territorio habitado por israelitas, sobre todo de paganos. Es Jesús y los discípulos con Él, capaz de abrir los oídos y la boca. El fenómeno del mutismo y sordera en la Biblia es sobre todo metafórico y designa el cierre a las llamadas de Dios. Hay una sordera física, pero en la Biblia, el que es sordo a la Palabra de Dios, es mudo que no habla la Palabra de Dios.
Otro signo es indicativo: el Evangelio relata la palabra decisiva de Jesús en arameo. “Effetá”, que significa “ábrete”, que se abran los oídos y que se abra la lengua, y no se trata tanto de una invitación dirigida al sordomudo, que no podía oírla, sino precisamente a los discípulos de aquel tiempo y de todos los tiempos. También nosotros, que hemos recibido la effetá del Espíritu en el bautismo, estamos llamados a abrirnos.
“Ábrete”, dice Jesús a cada creyente y a su Iglesia: ¡ábrete porqué el mensaje del Evangelio te necesita para ser testimoniado y anunciado! Y esto, nos hace pensar también en la actitud de un cristiano. Un cristiano debe ser abierto a la Palabra de Dios y al servicio de los otros. Los cristianos cerrados terminan mal siempre, porque no son cristianos, son ideólogos. Ideólogos de la clausura. Un cristiano debe ser abierto, en el anuncio de la Palabra, en la acogida de los hermanos y hermanas. Por eso, este Effetá, este “ábrete”, es una invitación también para todos nosotros.
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