Para el Pontífice, “esto también es importante, porque para acoger los grandes dones de Dios es fundamental atesorar los más cotidianos y menos llamativos”.
Puntualizó que, a través de “la fidelidad diaria al bien, la Virgen permitió que creciera en ella el don de Dios; de este modo, se ejercitó para responder al Señor, para decirle ‘sí’ con toda su vida”.
A continuación, dirigió a los fieles algunas preguntas para reflexionar: “¿Creo que lo importante, tanto en las situaciones cotidianas como en el camino espiritual, es la fidelidad a Dios? Y, si lo creo, ¿encuentro tiempo para leer el Evangelio, para rezar, para participar en la Eucaristía y recibir el Perdón sacramental, para hacer algún gesto concreto de servicio gratuito?”.
El Santo Padre subrayó que estas son “pequeñas opciones decisivas para acoger la presencia del Señor” al tiempo que pidió rezar para que María Inmaculada “nos ayude a asombrarnos ante los dones de Dios y a responder a ellos con fiel generosidad cada día”.
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