El Obispo de Orihuela-Alicante (España), Mons. José Ignacio Munilla, recordó que en la oración del “Padre Nuestro” los cristianos piden santificar el nombre de Dios, y explicó qué significa esta frase y cómo podemos reflejar su santidad en la vida cotidiana.
Mons. Munilla reflexiona y explica de forma sencilla temas contenidos en el Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica, a través de su canal de YouTube “En ti Confío”. En esta ocasión, el Prelado comentó el número 589 del Compendio del Catecismo que lleva por título: ¿Cómo se santifica el Nombre de Dios en nosotros y en el mundo?
“Santificar el Nombre de Dios, que ‘nos llama a la santidad’, es desear que la consagración bautismal vivifique toda nuestra vida. Asimismo, es pedir que, con nuestra vida y nuestra oración, el Nombre de Dios sea conocido y bendecido por todos los hombres”, señala el Catecismo.
Mons. Munilla recordó que “este es el segundo de los puntos dedicados a la primera” de las siete peticiones a Dios Padre que rezamos en la oración del Padre Nuestro, que empieza con la frase: “Padre Nuestro, Santificado sea tu nombre”.
El Prelado explicó que santificar el nombre de Dios es “hacer reflejar la santidad de Dios” en “toda nuestra vida” a ejemplo de los santos. “Un santo es aquel que lo que hace es traslucir la santidad de Dios y darla a conocer en el mundo”, dijo.
En ese sentido, advirtió que “no podemos pensar que nuestra vida espiritual” es un “capítulo” o una parte “dentro de nuestra vida”, como si en nuestra vida existiesen distintos capítulos: el laboral, el familiar, el ocio, y luego el espiritual. “Esta es una comprensión equivocada”, afirmó.
Por el contrario, “la vida espiritual es el conjunto de la vida”, pues “no hay vida espiritual y vida profana”, sino que “es la única vida que tenemos, pero totalmente impregnada de la vivencia del espíritu que lo santifica todo”.
Mons. Munilla subrayó que “esto es clave, porque de lo contrario no tendremos una unidad de vida, sino departamentos estancos con muchas contradicciones dentro de nosotros, en un aspecto de nuestra vida y en otro”.
Por eso, “la consagración bautismal está llamada a impregnarlo todo, a empaparlo todo, a unificarlos, a integrarlo, manifestando la santidad y la bondad de Dios”, dijo.
Al respecto, el Prelado recordó a San Cipriano, quien dijo que los cristianos, con ayuda de la oración, deben perseverar para que la santidad permanezca.
“¿Quién podría santificar a Dios, puesto que Él santifica? Inspirándonos nosotros en esta palabra: ‘Sed santos, porque yo soy santo’, pedimos que santificados por el Bautismo, perseveremos en lo que hemos comenzado a hacer”, dijo el santo.
Mons. Munilla explicó que el verbo “permanecer” está “especialmente subrayado en el Evangelio de San Juan”, que señala que Jesús dijo: “Permanezcan en mí, como yo permanezco en ustedes” y significa “ser impregnados plenamente”.
Por eso, “hacer reflejar la santidad de Dios” implica que nuestra vida, que refiere a nuestro comportamiento y obras; y nuestra oración, que es “nuestra relación más directa con el Señor”, estén integradas, señaló.
El Prelado citó las palabras San Pedro Crisólogo, quien advirtió que todo aquel que vive mal está “blasfemando” y señaló que no se trata de las palabras que uno diga, “sino es que tu propia vida es una blasfemia”.
“Nosotros pedimos que este nombre de Dios sea santificado en nosotros por nuestra vida, porque si nosotros vivimos bien, el nombre divino es bendecido, pero si vivimos mal, es blasfemado. ‘El nombre de Dios por vuestra causa es blasfemado por las naciones’. Por tanto, rogamos para merecer tener en nuestras almas tanta santidad como santo es el nombre del Señor de Nuestro Dios”, dijo.
“Si yo he sido consagrado cristiano y por mi vida estoy contradiciendo esa consagración, estoy blasfemando. Impresionante es esto, qué responsabilidad el que, por mi vida, por mi pecado, yo pueda estar blasfemando a Dios y pueda ser motivo de escándalo”, reflexionó.
Asimismo, Mons. Munilla dijo que el santo recordó que los cristianos debemos santificarnos, pero también rezar para que los demás se santifiquen.
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