El Papa Francisco celebró este Jueves Santo la Misa de la Cena del Señor en una cárcel de Italia, desde donde exhortó a los fieles a no cansarse de pedir perdón a Jesús, pues Él perdona todo y espera hasta el final.
La Oficina de Prensa informó que este 14 de abril, antes de las 3:00 p.m., el Santo Padre se dirigió a Civitavecchia (Italia), para celebrar la Misa in Coena Domini en el Nuevo Complejo Penitenciario con las personas ahí detenidas.
Francisco llegó a este lugar aproximadamente a las 4:00 p.m. y se dirigió a la capilla donde presidió la Misa. Además de los presos, estuvieron presentes algunos representantes de los agentes penitenciarios y de la Casa Circondariale, así como autoridades locales y del centro penitenciario.
Según informó el Vaticano, en su homilía espontánea el Papa reflexionó sobre el signo del lavado de los pies a los apóstoles y dijo que fue una “cosa extraña”, porque Jesús también “lava los pies al traidor, aquel que lo vende”.
“Jesús nos enseña esto, simplemente: entre ustedes deben lavarse los pies (…) uno sirve al otro, sin interés: qué bello sería si esto fuese posible hacerlo todos los días y a toda la gente”, expresó.
El #PapaFrancisco celebró la misa del #JuevesSanto “in Coena Domini” en el Complejo Penitenciario de Civitavecchia #Roma. Lavando los pies a 12 detenidos: "Dios perdona todo y Dios perdona siempre" pic.twitter.com/SVCClNfmBU
— Vatican News (@vaticannews_es) April 14, 2022
Servir –ha continuado el Papa–, es Jesús que al traidor le dice “amigo”, lo espera hasta el final, perdona todo. “¡Dios perdona todo y Dios perdona siempre! Somos nosotros que nos cansamos de pedir perdón”, dijo el Pontífice.
El Papa Francisco dijo a los fieles que toda persona guarda por largo tiempo algo en el corazón, sin embargo, los animó: “Pero pidan perdón a Jesús”. Luego recordó que “hay un Señor que juzga, pero es un juicio extraño: el Señor juzga y perdona”. El Pontífice concluyó su homilía exhortando a seguir con “el deseo de servir y perdonar”.
Al término de su homilía, el Santo Padre lavó los pies a doce detenidos, entre hombres y mujeres de varias nacionalidades. De esta manera, repitió el gesto de Cristo, quien en la Última Cena lavó los pies a sus discípulos como signo de amor y de servicio.
Al final de la Misa, la dirección de la cárcel agradeció al Papa y entre los obsequios que le entregó había productos agrícolas que los presos cultivan en el huerto. Luego Francisco ingresó a una sala donde pudo saludar y conversar brevemente con unas cincuenta personas que representaron a los detenidos y agente penitenciarios.
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