El sacerdote ucraniano Jurij Blazejewski, estudiante de Comunicación Institucional en la Universidad Santa Croce de Roma, relató a ACI Prensa cómo está viviendo la guerra que estalló en su país hace ya más de un mes.
El conflicto en Ucrania continúa agravándose y las imágenes que llegan desde las ciudades invadidas por los rusos son cada vez más duras.
“No es cierto que lo hayamos perdido todo, porque Cristo permanece con nosotros”, son las palabras del P. Jurij, sacerdote de Ucrania y redactor jefe de la revista greco-católica ucraniana Skynia que desde hace más de un año vive en Roma
“Es Él quien recorre hoy el Vía Crucis por las calles de las ciudades ucranianas. Vayamos también junto a Él, porque sólo Él conoce el camino de la Resurrección. Allí encontraremos a nuestros seres queridos. No hemos perdido nada si no lo hemos perdido a Él”.
Oración por los que sufren
El P. Jurij Blazejewski nació en Kharkiv, una ciudad de casi dos millones de habitantes situada en el noreste de Ucrania, la segunda más grande después de la capital.
En declaraciones a ACI Prensa, lamentó que desgraciadamente la mayor parte de su familia sigue en su ciudad natal, que se encuentra bajo los bombardeos del ejército ruso.
“Mi madre no quiso dejar a su hermana, que tiene un problema en las piernas. Solamente los niños, mis sobrinos, fueron evacuados a Lviv, a más de mil kilómetros al oeste”, explicó.
“Gracias a Dios, todos están a salvo”, aseguró el sacerdote, al mismo tiempo que pidió oraciones por su familia y por todos los ucranianos que pasan por la misma situación.
La conversión de una sociedad
Son numerosas las ocasiones en las que el Papa Francisco ha mostrado su total oposición a la guerra, la que ha llegado a describir como un “acto sacrílego”.
De hecho, en sus últimas declaraciones durante la rueda de prensa de regreso de su viaje a Malta aseguró que la Santa Sede “está haciendo todo lo posible” por la paz en Ucrania.
Entre las intenciones de poner fin a la guerra destaca la consagración de Rusia y Ucrania al Inmaculado Corazón de María que el Santo Padre realizó el pasado 25 de marzo en la Basílica de San Pedro.
Para el P. Jurij, este acto tuvo “un gran significado” y explicó que, aunque “en todos los países y naciones siempre hay santos y pecadores que conviven, la sociedad rusa en esta etapa histórica de su existencia muestra al mundo entero su comportamiento alejado de los valores evangélicos”.
El lunes 3 de abril fueron publicadas imágenes de la ciudad ucraniana de Bucha, donde han aparecido numerosos cuerpos sin vida tirados por las calles, muchos de ellos incluso con las manos atadas, lo que apunta a que los soldados rusos han cometido crímenes de guerra.
Ante esta situación, el sacerdote estudiante en Roma negó el hecho de que esta guerra sea un conflicto “de una sola persona, concretamente del líder político del país”, y dijo que ante “las impactantes pruebas descubiertas en las ciudades de Bucha e Irpin, cerca de Kiev, debemos animarnos a reconocer la verdad”.
“No fue el propio Putin quien mató a más de 400 civiles, primero torturándolos. No fueron sólo 10 o 20 personas las que bombardearon Mariupol, robaron a las mujeres y mataron a los niños. Algo falla en la sociedad que es capaz de producir miles de soldados con estos estándares de comportamiento”, aseguró.
“Entonces -continuó el sacerdote-, ¿tal vez la Virgen tenía razón al pedir el esfuerzo espiritual para ayudar a esta sociedad rusa a convertirse?”, preguntó.
Una guerra espiritual
El sacerdote ucraniano aseguró que “esta guerra es ante todo una guerra espiritual” y dijo que “el nivel de odio de los agresores es imposible de explicar sólo en términos políticos, económicos o con cualquier otro término”. “Si el mal puro y encarnado existe, eso es lo que vemos hoy”, aseguró.
A continuación, el P. Jurij dijo que no existe ninguna razón ni propósito para esta guerra, y defendió que esta situación se debe al mero placer de la guerra, “por el puro placer de destruir y matar”.
Por esta razón, el sacerdote señaló que se trata de una guerra espiritual y aseguró que, en su opinión, deberían llamarse exorcistas para acabar con este mal “que no se había visto en la historia de Europa desde los tiempos bárbaros del nazismo”.
“Y aquí viene Ella, la Virgen, que aplasta la cabeza del diablo. La que llama a la conversión y a la oración, a la verdadera batalla, no contra la carne y la sangre, sino contra los espíritus inmundos, como dice San Pablo”.
“Sólo así podremos alcanzar la paz, cuando la Virgen Inmaculada venza los espíritus impuros en los corazones de los agresores. Suena demasiado místico, pero es la única esperanza”, subrayó el religioso.
La labor de los sacerdotes ucranianos en Roma
El P. Jurij explicó que existe una notable comunidad de fieles ucranianos en Roma y lamentó que “quizá sea aún más difícil estar fuera de tu país durante estos días de prueba, porque sientes que no puedes hacer nada”.
Por esta razón, “los sacerdotes ucranianos hacen ahora la verdadera gran labor: calman los corazones de sus fieles. Son signos de la presencia de Dios en este tiempo, en el que la gente se siente desorientada y abandonada”.
“Además de este servicio a las almas, también realizan una gran labor en favor del cuerpo sufriente de la Iglesia. Coordinan la recogida de ayuda humanitaria, envían un camión tras otro desde Roma a Kharkiv, Zaporizhya y Mykolaiv”.
“Acogen a los refugiados, encuentran plazas en los hospitales romanos para los niños, organizan cursos de italiano, ofrecen asistencia jurídica... Pero ante todo rezan, y rezan mucho. También sirven de puente entre las sociedades ucraniana e italiana, aportan el contexto de los romanos, cuentan la verdad, participan en diversas reuniones y entrevistas con los medios de comunicación”, explicó el sacerdote.
El papel de la Santa Sede
Para el sacerdote ucraniano, el papel del Vaticano “es muy importante y delicado” y aseguró que es necesario “un gran esfuerzo diplomático para detener la guerra”.
“El valor único del Vaticano como mediador puede residir en su papel de autoridad moral reconocida mundialmente. El Vaticano no tiene intereses geopolíticos ni económicos, por lo que puede ser el mediador que goza de la confianza de ambas partes”, señaló.
Sin embargo, aseguró que “la sociedad rusa trata esta guerra casi como una cruzada contra la civilización occidental. Y aquí es donde la Santa Sede se encuentra en dificultades, porque según los rusos forma parte de esa civilización occidental, que consideran hostil a la nación rusa”.
“Por ello, -aclaró el religioso-, el Santo Padre debe ser muy sincero en sus gestos y palabras para salvar la posibilidad de una futura mediación que ponga fin a la guerra”.
“Tiene una tarea muy difícil que no se puede medir ni juzgar fácilmente desde la posición de un observador ajeno a los procesos diplomáticos. El verdadero trabajo del Santo Padre por la paz no se puede ver en público, porque no es posible verlo ahora”, aseguró.
A continuación, el sacerdote explicó que la guerra de Rusia contra Ucrania comenzó hace ya ocho años, y no el pasado 24 de febrero. Lamentó que durante muchos años ha existido una propaganda a favor del régimen ruso y defendió que para comprender la guerra es importante conocer todo el contexto que la precede.
“Para ello hemos organizado un proyecto de emergencia, CatholicVoiceUa.org, con el objetivo de ayudar a los periodistas católicos, y salvar la voz de la Iglesia en Ucrania. Porque la gente durante la guerra no sólo necesita encontrar vivienda y comida, sino también rezar e informarse”, aseguró.
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