El sacerdote mexicano Sergio Román explica tres razones por las que los católicos celebran el Día de los Fieles Difuntos.
1. Tradición permanente de la Iglesia
En el texto difundido en 2017 por el semanario católico Desde la Fe, el sacerdote explicó que la celebración de los fieles difuntos es una “tradición permanente en la Iglesia, lo mismo que celebrar la Santa Misa por ellos”.
“Considerando que la muerte de un cristiano es en realidad su nacimiento al cielo, los primeros cristianos acostumbraron reunirse ante la tumba de sus hermanos difuntos en el día del aniversario de su muerte y celebraban la Misa por ellos, sobre todo si habían dado testimonio de Cristo con su martirio. Gracias a esa tradición sabemos la fecha del martirio de muchos de nuestros santos”, indicó el presbítero.
El P. Román dijo que la costumbre mexicana de dar una comida a los difuntos es similar a una costumbre pagana romana antigua, que con el tiempo se cristianizó y que ahora se ha asumido en México así.
2. Los difuntos siguen siendo miembros de la Iglesia
El sacerdote indicó también que “al celebrar a los fieles difuntos al día siguiente de la celebración de Todos los Santos la Iglesia nos quiere enseñar que tanto los que ya están en el cielo, santos todos ellos aunque no estén canonizados, como los que están en el purgatorio, siguen siendo miembros de la Iglesia”.
El P. Román precisó que entre todos los fieles católicos “hay una comunicación de dones que se llama ‘Comunión de los santos’. Seguimos unidos a Cristo por el Espíritu Santo, seguimos siendo hermanos, hijos de un mismo Padre”.
3. Se les ama ayudándolos a salir del purgatorio para ir al cielo
Recordar y conmemorar a los fieles difuntos es importante especialmente si es que están en el purgatorio, que puede considerarse como una antesala del cielo.
El sacerdote mexicano resaltó que “el purgatorio es ya el cielo… pero todavía no. A la presencia de Dios solo llega lo santo, lo limpio. Ante Él no debe haber ni la más mínima sombra del pecado. Por los méritos de Jesús se nos perdonan nuestros pecados”.
En el purgatorio, el alma del difunto se purifica para llegar al cielo.
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