Santa Catalina de Alejandría no siempre estuvo presente en el Calendario Romano Universal, fue gracias a San Juan Pablo II que está santa del siglo IV volvió a tener una fiesta, que se celebra el 25 de noviembre de cada año.
En un artículo del National Catholic Register, el escritor Thomas Craughwell indicó que en 1969 el Papa Pablo VI publicó un calendario litúrgico revisado que llamó la atención por eliminar decenas de santos, como Santa Bárbara, Santa Úrsula y Santa Catalina.
Craughwell indicó que la razón de eliminar a estos santos fue la “relativa escasez de material biográfico auténtico existente”. “Fue todo y sigue siendo, bastante confuso”, indicó el autor.
La tradición narra que cuando estalló una nueva persecución de cristianos en Alejandría, Santa Catalina fue arrestada. Fue sentenciada a morir en una rueda con clavos y cuchillas, pero en el momento en que la tocó, la rueda se hizo añicos. De modo que el emperador hizo decapitar a la santa.
“Los ángeles llevaron su cuerpo al monte Sinaí y lo enterraron allí”, resaltó Craughwell.
Dos siglos más tarde, el emperador Justiniano, quien era cristiano, erigió el Monasterio de Santa Catalina en el monte, en honor de la joven mártir, el cual ha atraído a peregrinos, especialmente de la Iglesia Ortodoxa, durante 1.500 años.
Craughwell señaló que San Juan Pablo II durante su viaje a Oriente Medio en 2000, tuvo como punto culminante de su itinerario una peregrinación al Monasterio de Santa Catalina.
El Papa quiso “celebrar allí un servicio de oración con el clero de varias denominaciones cristianas, un rabino judío y un imán musulmán. Pero el patriarca Damianos, el abad, rechazó la idea”, agregó.
El autor indicó que el patriarca no quiso rezar con el Papa porque tenía la impresión que la oración ecuménica podría mostrar que “la búsqueda de la verdad religiosa es opcional”.
“Para el Papa, esto debe haberle dolido. Por supuesto, probablemente no ayudó que uno de los predecesores de Juan Pablo haya degradado ostensiblemente el estatus de la amada Santa Catalina”, añadió.
Craughwell señaló que dos años después, San Juan Pablo II devolvió a Santa Catalina al calendario litúrgico, realizando “algo bastante raro en la historia” al restaurar “a un santo previamente removido del Calendario Romano Universal”.
“Dios todopoderoso y eterno, concédenos que por la intercesión de Santa Catalina podamos ser fortalecidos en la fe y la constancia y gastarnos sin reservas por la unidad de la Iglesia”, concluyó.
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