Recientemente las autoridades comunistas de China derribaron un templo católico, luego de que el párroco local rechazó unirse a la considerada iglesia católica “oficial” del país.
Las autoridades chinas derribaron en junio de este año la “gran carpa” donde funcionaba la iglesia, luego de que el párroco local, P. Dong Baolu, rechazara someterse a la Asociación Patriótica Católica de China, señaló el medio local Radio Free Asia, según reportó Asia News.
El templo derribado era un espacio de culto construido al aire libre y de forma clandestina, para que los católicos del pueblo de Youtong, en la Diócesis de Zhengding, fieles al Vaticano y no inscritos en la “iglesia” oficial, puedan vivir su fe.
De acuerdo a la prensa local, las autoridades aprovecharon para derribar la carpa cuando el P. Dong Baolu, que “sufre de problemas motrices”, estaba internado en el hospital para una evaluación de salud.
El P. Dong Baolu dijo que fue el único de los más de 100 sacerdotes de la Diócesis de Zhengding que se negó a someterse al control comunista, indicó Asia News.
La Asociación Patriótica Católica de China pertenece al régimen del Partido Comunista Chino, y fue creada por las autoridades para controlar a la Iglesia Católica.
Desde hace cuatro años, el Partido Comunista Chino adoptó un “Nuevo Reglamento sobre Actividades Religiosas” que prohíbe al personal religioso, entre ellos sacerdotes, realizar sus funciones si no se adhiere a la Asociación Patriótica Católica de China.
Pese a la persecución que pudieran sufrir, algunos obispos y sacerdotes, como el P. Dong, rechazaron unirse a la llamada “iglesia católica oficial”.
La persecución a los católicos en China no ha cesado pese a que el Vaticano firmó con el país un acuerdo sobre el nombramiento de obispos, que fue renovado en 2020 y expirará en octubre de este año. El Papa Francisco dijo a Reuters en una reciente entrevista que espera que este acuerdo se renueve pronto.
Este acuerdo, cuyos términos se desconocen, se creó para ayudar a unir la iglesia “oficial”, bajo el control gubernamental comunista, y la Iglesia que vive en la clandestinidad, que es fiel a Roma. Se estima que seis millones de católicos están registrados en el Partido Comunista Chino, y que varios millones de católicos fieles a Roma no están registrados.
Desde 2015, cuando el Presidente de China, Xi Jinping, inició el llamado plan de “sinización”, que según el régimen busca reforzar la identidad china y comunista en todas las prácticas religiosas, entre ellas, la fe católica.
La represión a las actividades de los grupos religiosos que no se someten al Partido Comunista Chino ha aumentado este último año.
Según señaló Asia News en un reporte pasado, el 1 de junio de este año entraron en vigor las “Medidas para la gestión financiera de los sitios religiosos”, a través de las que el régimen comunista busca controlar los ingresos y gastos de los organismos religiosos, como por ejemplo, supervisar las ofrendas y donaciones del exterior.
De igual modo, desde el 1 de marzo entraron en vigor las “Normas administrativas para los servicios de información religiosa en Internet”, que prohíbe realizar actividades religiosas por Internet en China sin un permiso previo de las autoridades comunistas.
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