El Arzobispo de Piura y Tumbes (Perú), Mons. José Antonio Eguren, dijo que la parábola del rico necio es una respuesta de Cristo al secularismo de hoy y una advertencia para no caer en la idea errónea de que la vida terrenal se debe gozar al máximo, sin pensar en la vida eterna y el juicio de Dios.
En la homilía de la Misa dominical, el Prelado reflexionó sobre la parábola del rico necio, pronunciada por Jesús, acerca de un hombre que luego de una cosecha abundante cree que tiene el futuro asegurado y afirma que se dedicará a descansar, beber y a comer en demasía.
Sin embargo, recordó Mons. Eguren, “Dios le dijo: ‘¡Necio! Esta misma noche te reclamarán el alma; las cosas que preparaste, ¿para quién serán?’”.
El juicio final de Jesús en la parábola, indicó el Prelado, “es una respuesta firme y contundente al secularismo imperante de hoy en día, que sostiene que la vida del hombre acaba en esta tierra; que no hay una vida eterna más allá de este tiempo o siglo presente, y que, por tanto, hay que gozar lo máximo posible aquí en la tierra, así como lo deseaba el rico necio de la parábola”.
Sin embargo, señaló, “Jesús nos advierte que sí hay una vida eterna, y que después de nuestra muerte habrá un juicio: ‘Los que hayan hecho el bien resucitarán para la vida, y los que hayan hecho el mal, para la condenación’”.
“Qué triste sería que Jesús viniera hoy por nosotros, y nos encontrara demasiado distraídos y absorbidos por la codicia de los bienes del mundo, y a la vez despreocupados de nuestra salvación eterna. Es decir, que nos encontrara no esforzándonos por ser ricos delante de Dios por medio de la caridad fraterna y la práctica de la misericordia, y que escucháramos de sus labios que nos dice: ‘Necio’”, advirtió.
El Arzobispo peruano añadió que “desde el inicio de su Pontificado, el Papa Francisco viene alertándonos sobre el daño que nos ocasiona la codicia”, que es la “inclinación excesiva a favor de la posesión de riquezas materiales, la cual se desentiende del bien común”.
“La codicia es el desorden por ambicionar más y más, desorden que finalmente nos lleva a la idolatría del dinero o de los bienes mundanos, destruyendo nuestra relación con Dios y con los demás. De la codicia surge la corrupción, esa que nos agobia y escandaliza tanto en el Perú de hoy”, señaló.
Mons. Eguren aclaró que “el problema no es el dinero, sino nuestra actitud en torno a él”. En ese sentido, señaló que lo contrario a la codicia es la generosidad y la solidaridad.
El Arzobispo de Piura y Tumbes alentó a los fieles a pedirle a Cristo “que nos ayude a rechazar la codicia que engendra enfrentamientos y rivalidades entre hermanos, y que más bien nos ayude a vivir la caridad, la generosidad, el amor fraterno, el servicio, la solidaridad, y la misericordia, como auténticos discípulos de suyos”.
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