Beatifican a sacerdote jesuita que “anunció incansablemente el Evangelio” en Alemania

El Papa Francisco aplaudió la beatificación del P. Juan Felipe Jeningen, sacerdote de la Compañía de Jesús que vivió en Alemania en la segunda mitad del siglo XVII y al que considera un “incansable anunciador del Evangelio” que llegó a personas todas las clases sociales.

El sábado 16 de julio, el Cardenal jesuita Jean-Claude Hollerich, Arzobispo de Luxemburgo, celebró la beatificación del P. Jeningen en una ceremonia en Ellwangen, Alemania, en el marco de las celebraciones del Año Ignaciano.

Después del rezo del Ángelus del 17 de julio, el Papa Francisco, que también es jesuita, pidió a los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro “¡Un aplauso para el nuevo beato!”.

El Santo Padre explicó que el P. Jeningen “desempeñó su ministerio entre las poblaciones rurales del Ducado de Württemberg”, siendo un “incansable anunciador del Evangelio” que “llegó a personas de toda clase social, animado por el gran espíritu apostólico y por una especial devoción mariana”.

“Que el ejemplo y la intercesión de este sacerdote nos ayude a sentir la alegría de compartir el Evangelio con nuestros hermanos”, añadió.

Nacido en 1642 en Eichstätt, Baviera, el P. Jeningen era conocido por su santidad, ascetismo y esfuerzos misioneros.

Jeningen ingresó a la Compañía de Jesús en 1663.

Si bien soñaba con ser enviado a la India como misionero siguiendo los pasos de su héroe San Francisco Javier, fue llamado a ser misionero en Ostalb, en el sur de Alemania, y capellán en la ciudad de Ellwangen, donde construyó el Santuario Nuestra Señora de Schönenberg, que atrajo a muchos peregrinos.

Luego trabajó como misionero en las diócesis de Augsburg, Eichstätt y Würzburg.

“El P. Felipe recorría el país, realizaba misiones y daba retiros a los sacerdotes; se ocupaba especialmente de los soldados, de los presos y de los condenados a muerte. No obstante su precaria salud, llevó una vida muy activa y, a pesar de sus muchas enfermedades, llevó constantemente consuelo y ayuda a la gente. La Eucaristía fue siempre su alimento”, escribió sobre el beato el P. Arturo Sosa, superior general de la Compañía de Jesús, el 2 de julio.

 Cuando estaba en el apogeo de sus actividades, cayó gravemente enfermo y falleció el 8 de febrero de 1704. Fue enterrado en la Basílica de San Vito en Ellwangen.

El Superior Provincial de la Provincia de Europa Central, P. Bernhard Bürgler, ha señalado que el “P.  Felipe Jeningen vivía plenamente la espiritualidad de los Ejercicios Espirituales Ignacianos y desde ahí ayudó a muchos a que se dejaran renovar por el Dios de la vida”.

“Con su lenguaje sencillo, su convincente estilo de vida y su gran amor a lo humano, ejerció un enorme influjo. La gente sentía que Jeningen creía en lo que decía y - algo quizá más importante- que nunca exigía nada que él mismo llevara a cabo”, concluyó.

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