María José Solaz Viana era una mujer valenciana que sufría una enfermedad degenerativa desde niña. El Papa Francisco la llamó por teléfono por sorpresa hace dos años, conmovido por su fe. María José falleció el pasado 16 de noviembre, tenía 46 años.
Cuando tenía 8 años le fue diagnosticada una ataxia de Friedreich, es decir, una enfermedad degenerativa que fue mermando su sistema nervioso y la musculatura de todo su cuerpo.
En una entrevista que concedió hace 10 años a PARAULA, el semanario diocesano de la Archidiócesis de Valencia, ella misma contó que el último día que pudo andar por ella misma fue el que recibió el sacramento de la Confirmación, con 15 años de edad.
Después de ese día, tuvo que usar silla de ruedas y con el paso de los años, otra de tipo eléctrico, que solo pudo manejar autónomamente durante algún tiempo.
Con 25 años de edad, su grado de discapacidad motriz era ya del cien por cien y en los últimos años el avance de la enfermedad hizo que apenas pudiera ya ver, oír y hablar. El pasado 16 de noviembre fallecía en Caudete de las Fuentes, Valencia (España).
Llamada del Papa Francisco
Hace dos años el Papa Francisco llamó a María José por sorpresa por teléfono después de conocer su testimonio a través de una carta de la propia María José que le hizo llegar al Vaticano a través del antiguo párroco de Caudete de las Fuentes, el P. Ricardo Fogués.
El párroco había invitado a María José a escribirle una carta al Papa para que él se la hiciera llegar en una audiencia a la que tenía previsto acudir.
María José dictó la carta, ya que no podía escribir, y el P. Fogués acudió a la audiencia con el Papa el 21 de septiembre de 2018, junto al Arzobispo de Valencia, el Cardenal Antonio Cañizares, así como miembros del Consejo Episcopal y del Convictorio Sacerdotal, al que el presbítero pertenecía.
Tras la audiencia celebrada en la Sala del Consistorio del Palacio Apostólico, cuando el párroco saludó al Pontífice, le habló de María José y le enseñó una foto que él le había hecho para la ocasión. El Papa la bendijo y le pidió que transmitiera la bendición a ella y a su familia. Después, el sacerdote entregó la carta de María José a monseñor Georg Gänswein, prefecto de la Casa Pontificia.
Pocos días después de ese encuentro, el Papa Francisco llamó a María José por teléfono y estuvo hablando varios minutos con su madre, María Luisa, ya que la joven no podía hablar, por el avanzado estado de degeneración que se encontraba.
El Pontífice contó a María Luisa que había leído la carta de su hija, que le había conmovido y resultado “muy linda”; y que su testimonio le había hecho “mucho bien”.
En el momento de la llamada del Papa, la enfermedad de María José ya se encontraba en un estado muy avanzado.
Últimos momentos
El párroco de Caudete de las Fuentes, el P. Celestino Aló, fue testigo de la fuerza y la fe de María José. Al acudir a su casa para llevarle la comunión, aunque la joven estaba ya parcialmente sedada, por un instante, al recibir la comunión, recobró la energía.
El sacerdote se la administró con un fragmento pequeño en una cucharilla con agua y se sorprendió al ver la reacción de María José. “Abrió de repente la boca con una fuerza increíble, como si no pasara nada”, explicó el P. Aló.
El sacerdote también le administró la Unción de Enfermos y la confesión y aunque no podía hablar, contestaba mediante gestos. “María José ha vivido el final de su vida con una fe, entereza y paz enormes”, ha asegurado.
Vía crucis
Según precisan desde la Archidiócesis de Valencia, María José dejó un vía crucis que ha ido paulatinamente extendiéndose también en distintas localidades valencianas.
Esta iniciativa comenzó por sugerencia del sacerdote Salvador Romero y se ha leído en varias parroquias valencianas durante el Viernes Santo así como en el santuario de Lourdes (Francia).
En el inicio del texto del Vía Crucis de María José señalaba: ”Qué gratitud poder acompañarte en tu Vía crucis, cogidos de tu mano, en tu Pasión, en tus momentos difíciles, en los más duros y desgarradores que un corazón puede soportar. Cuánta humillación, soledad, miedo, vacío; es lo peor a lo que todos nos podemos enfrentar. Como Tú siempre has estado conmigo, me has acompañado en mi vida, no me has fallado y tu mano no me ha soltado jamás, ahora yo quiero hacer este camino contigo”.
Cercanía de los Arzobispos
María José contó también con la cercanía de los Arzobispos de Valencia durante todos estos años.
El Cardenal Antonio Cañizares la visitó en su casa cada vez que iba a Caudete de las Fuentes y el día de su fallecimiento, además, le dedicó unas palabras durante la oración del Ángelus dirigida por él mismo en el Palacio Arzobispal.
Su antecesor, el Cardenal Carlos Osoro, conocedor también del ejemplo de fe de María José, la recibió en el propio Palacio hace ocho años.
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