Ellos, indicó, “son nuestros hermanos y hermanas mayores, con los que podemos contar siempre: los santos nos sostienen y, cuando en la ruta erramos el camino, con su presencia silenciosa nunca dejan de corregirnos”.
“Son amigos sinceros en los que podemos confiar, porque desean nuestro bien. En sus vidas encontramos un ejemplo, de sus oraciones recibimos ayuda y amistad, y con ellos nos unimos en un vínculo de amor fraterno”.
A continuación, el Papa invitó a los fieles a preguntarse: “¿recuerdo que he recibido el don del Espíritu Santo, que me llama a la santidad y me ayuda a llegar a ella? ¿Le doy gracias al Espíritu Santo por esto, por este don de la santidad? ¿Siento a los santos cerca de mí, hablo con ellos, me dirijo a ellos? ¿Conozco la historia de algunos de ellos?”.
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