Sin embargo, explica la reflexión, según los criterios de Jesús “sus amigos son otros: son aquellos que le han servido en las personas más débiles. Porque el Hijo del hombre es un Rey completamente distinto, que llama ‘hermanos’ a los pobres, que se identifica con los hambrientos, los sedientos, los forasteros, los enfermos, los encarcelados, y dice: ‘Cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo’”.
“Es un Rey sensible al problema del hambre, de la necesidad de un hogar, de la enfermedad y del aprisionamiento: todas realidades desgraciadamente siempre muy actuales. Personas que padecen hambre, personas sin hogar, a menudo vestidas como pueden, abarrotan nuestras calles: nos encontramos con ellas todos los días. E incluso en cuanto a la enfermedad y la cárcel, todos sabemos lo que significa estar enfermo, cometer errores y pagar las consecuencias”, indica.
En ese sentido, destaca que el Evangelio de hoy afirma que una persona es bienaventurada “si responde a estas pobrezas con amor, con servicio: no apartándose, sino dando de comer y de beber, vistiendo, acogiendo, visitando, en una palabra, estando cerca de los necesitados”.
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