Como fuese, la devoción a la Madre de Dios bajo la advocación de la Virgen de la Almudena, también llamada “Santa María de la Vega” o “La Concepción Admirable”, ha acompañado a los madrileños por casi dos mil años.
A comienzos del siglo VIII, ante la inminente invasión árabe de la Península Ibérica, ocurrida entre los años 711 y 714, los cristianos de la villa escondieron la sagrada imagen para evitar su profanación.
Siglos más tarde, en 1085, cuando el rey Alfonso VI reconquistó Madrid, se organizó un cortejo para celebrar la victoria, con él a la cabeza. Al llegar junto a la muralla de la ciudad, parte del armazón de piedras de la pared se derrumbó dejando al descubierto el lugar donde la imagen de la Virgen había sido escondida. La tradición cuenta que la imagen de la Virgen estaba flanqueada por dos cirios encendidos. Eso ocurrió el 9 de noviembre del año 1085.
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