Con 71 años, casi 45 como sacerdote, el nuevo Obispo tendrá varios retos que enfrentar. Entre ellos, el reducido número de cristianos que han quedado en el país, así como apoyar a la sociedad siria ante el terrorismo que ha impuesto el Estado Islámico, la ininterrumpida guerra y hasta los desastres naturales, como los terremotos que sacudieron el país en febrero de este año.
“Antes de la guerra, los cristianos eran casi el 17% de la población siria. Después de once años, muchos han emigrado. En la provincia de Idlib éramos diez mil fieles. Actualmente sólo hay 700 familias que no llegan al 8% de la población. Quizá quedamos no más del 4% de cristianos en Siria”, expresó el Prelado.
En ese sentido, Mons. Hanna Hallouf, como autoridad religiosa en Siria, también quiere contribuir en la reconstrucción de las viviendas de los habitantes, que han sido destruidas a causa de la guerra y los sismos.
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