El fin último de esta convocatoria es ofrecer herramientas a las comunidades: “Parte del concepto de que todo adulto es responsable de esta cultura del buen trato y de la prevención”, explicó Vergez Kenny.
Sujetos de esa responsabilidad son los párrocos, pero también las comunidades parroquiales, aclaró. En ese marco, indicó: “Estuvimos trabajando en un manual de buenas prácticas y un protocolo de acción en caso de que se tomara conocimiento de una situación de abuso. Ya se puso a consideración del Arzobispo y, cuando esté aprobado, será de práctica obligatoria en todo ámbito eclesial de la arquidiócesis”.
Es tarea del Consejo Pastoral acompañar en su implementación, sobre todo a los párrocos, a quienes se exhorta a tener un pequeño equipo de prevención y “contar con algunos laicos que lo asistan en sensibilizar a la parroquia y adaptarse a esta nueva modalidad”, detalló.
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