El proceso de la enfermedad la condujo paulatinamente a quedar postrada. Por otro lado, Chiara quería mantenerse lúcida para no dejar de ofrecer su dolor, y renunció a los sedantes y analgésicos. Su intención era acompañar a Cristo sufriente y abandonado. Sus amigos la visitaban para darle ánimo, pero al final eran ellos quienes, después de verla, se sentían animados a seguir más de cerca al Señor. Y, claro, a visitarla con más frecuencia.
Apóstol en la enfermedad
Chiara sabía que la posibilidad de morir era grande, pero lejos de darse al abandono, se unió más a Jesús, convirtiéndose, ella misma, en fuente de consuelo para los que la rodeaban. Así, por un tiempo se dedicó a acompañar, mientras aún podía caminar, a un joven que padecía de depresión. Después, un día, entregó todos sus ahorros a un amigo que partió en misión humanitaria a África.
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