En cada grupo de peregrinación no puede faltar un sacerdote a disposición de todos sus miembros, para atender sus necesidades físicas, pero sobre todo las espirituales, pues todo el que acude allí está enfermo o herido en alguna medida.
El P. Javier Medina, sacerdote diocesano de la Archidiócesis de Madrid, descubrió la Hospitalidad siendo un niño, cuando su madre, tras superar una pancreatitis, acudió al Santuario de Lourdes a dar gracias. Desde entonces y tras su conversión, lo tuvo muy presente.
Primero quiso ir como camillero, pero no fue posible por motivos económicos. Ya como seminarista, acudió en varias ocasiones a la gruta de Masabielle. Poco después, como miembro de la Fraternidad Cristiana de Personas con Discapacidad de España (Frater), pues tiene una parálisis en un brazo, este sacerdote comprobó que la Hospitalidad es más que una organizadora de peregrinaciones.
“Murió una fraterna que había peregrinado a Lourdes y dos hospitalarios se hicieron presentes. Entendí que la hospitalidad era más que cinco días de peregrinación”, explica a ACI Prensa.
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