A su entender, “todos necesitamos tiempo para asimilar los hechos acaecidos y seguir con serenidad, afrontando el presente y el futuro de nuestra Diócesis. Disculpad, por tanto, si mis palabras salen a borbotones de mi corazón, porque aún no hemos podido serenar las turbulentas y embravecidas aguas que nos cercan”.
“Dispensad si en algún momento no os habéis sentido suficientemente acompañados y fortalecidos en nuestra fraternidad sacerdotal, debido a la imprevisibilidad y premura de los hechos”, subraya el Prelado.
Tras incidir en la importancia de la oración “sin la cual no somos capaces de afrontar las asechanzas del diablo ni ejercer adecuadamente nuestro ministerio”, Mons. Catalá añade que lo sucedido es "ocasión propicia" para reflexionar sobre el ministerio sacerdotal y el testimonio cristiano.
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