En ese sentido, describió todo el proceso como “un experimento”. “Plantea todo tipo de cuestiones teológicas bastante serias”, agregó.
El Sínodo de los Obispos, instituido por San Pablo VI después del Concilio Vaticano II, “tenía la intención de ser una expresión de colegialidad episcopal del colegio de los obispos reunidos”, explicó, “como el grupo de los apóstoles reunidos... y en particular su magisterio, su enseñanza reunida”.
Mientras que el Sínodo de la Sinodalidad es más como “un híbrido” del Sínodo de los Obispos y otros tipos de asambleas de la Iglesia y reuniones con obispos, sacerdotes, hermanas religiosas y laicos.
“Es los dos: es un Sínodo de los Obispos y es una reunión eclesial, todo en uno. Y hay preguntas que eso plantea: ¿cuál es entonces su naturaleza eclesial?, ¿cuál es su autoridad?… ¿Está tratando de ser con los obispos como la asamblea de los apóstoles? ¿O está intentando ser la reunión de todos los bautizados?”
Publicar un comentario