Cada 25 de agosto la Iglesia Católica celebra a San José de Calasanz, sacerdote y educador español. Calasanctius, como era conocido, fue un gran defensor y propulsor de la educación en una época en la que estudiar era un privilegio.
Precisamente, el santo fundó la primera escuela pública gratuita de Europa, propuesta educativa que replicó dando lugar a las denominadas ‘Escuelas Pías’. Fue además fundador de la Orden de los Clérigos Regulares Pobres de la Madre de Dios de las Escuelas Pías, cuyos miembros son conocidos como “escolapios”.
“Gratis lo recibisteis, dadlo gratis”
José nació en Peralta de la Sal, Aragón (España), el 11 de septiembre de 1557. Sus padres fueron don Pedro de Calasanz -quien llegó a ser alcalde de Peralta- y doña María Gastón. Gracias a ellos recibió una educación esmerada desde el hogar, por la que adquirió una amplia cultura, desde muy niño, y una sólida formación cristiana. Posteriormente asistió a la escuela local de Peralta, donde continuó sus estudios.
A los dieciséis años expresó su deseo de ser sacerdote. Inicialmente su padre no estuvo de acuerdo: la muerte de la madre y del hermano mayor de José hicieron pensar a don Pedro que el chico tenía que encargarse de la administración de los bienes familiares y de perpetuar el apellido.
Providencialmente, el tiempo haría cambiar de opinión a don Pedro, de manera que José pudo estudiar filosofía y derecho canónico en la Universidad de Lérida; y, después, teología en las universidades de Valencia y Alcalá de Henares.
En 1583, con 25 años, José sería ordenado sacerdote. Fue enviado a la Seu d'Urgell (Seo de Urgel), en la provincia de Lérida, cerca de los Pirineos catalanes. Por aquel entonces Urgel era una región convulsionada a causa del bandolerismo. José pasó algunos años allí, en los que tuvo que enfrentar un periodo sin obispo, por sede vacante. Fueron años difíciles en los que se desempeñó como secretario del capítulo catedralicio, y en los que también tuvo la oportunidad de conocer las necesidades y carencias de mucha gente.
En 1591, se trasladó a Roma, en busca de un horizonte pastoral distinto, alentado por la idea de hacer carrera eclesiástica allí.
Las Escuelas Pías: que ningún niño se quede sin estudiar
En Roma no encontró lo que esperaba. Sin embargo, no perdió la esperanza y siguió pensando en hacer algo por la Iglesia y la gente necesitada. El P. José siempre había sido un hombre piadoso, dado a la oración, y sus circunstancias lo obligaron a que ponga aún más su confianza en Dios y la Virgen Santísima.
Cuando comenzó a recorrer las calles y barrios de la Ciudad Eterna, vio como muchos niños estaban abandonados a su suerte, sin recibir aquello que él sí había recibido: primero, educación; y después, un trato amable y una fe. Esta experiencia fue el germen de la creación de las “Escuelas Pías”, abiertas a todos, gratuitas, concebidas a la luz del Evangelio. Las que el P. Calasanz fundó por esos días serían las primeras escuelas públicas -de matriz cristiana- de Europa.
Una vez que el P. Calasanz tuvo maduras sus ideas, comenzó a buscar apoyo y financiamiento para su proyecto de escolarización. Lamentablemente nadie pudo apoyarlo. Por eso, en 1597 pidió utilizar la sacristía de la parroquia de Santa Dorotea en Roma -ubicada en una zona pobre de la ciudad- y allí empezó él a dar clases personalmente.
Con el correr de los meses, las ‘Escuelas Pías’ fueron aumentando y con ello también creció el número de estudiantes. Afortunadamente también creció el número de colaboradores, a quienes se les empezó a llamar ‘escolapios’. Sería con ese grupo inicial de colaboradores con el que San José formaría la Orden de los Clérigos Regulares de las Escuelas Pías, consagrados exclusivamente a la educación.
Poner en el centro del proceso educativo al niño
Tras comprobar los buenos resultados y la magnífica gestión de las escuelas, los escolapios recibieron el apoyo de la Santa Sede, así como el apoyo de muchas familias acomodadas que deseaban participar de la iniciativa.
"En Roma he encontrado la manera definitiva de servir a Dios, haciendo el bien a los pequeños, y no lo dejaré por nada del mundo", decía San José Calasanz.
"Pues si desde la infancia el niño es imbuido diligentemente en la piedad y en las letras, ha de preverse, con fundamento, un feliz transcurso de su vida entera" (San José de Calasanz Constituciones de las Escuelas Pías, 1622).
En un mensaje dirigido a los escolapios en 2007, con ocasión de los 450 años del nacimiento de San José Calasanz, el Papa Emérito Benedicto XVI dijo: “En el centro de la obra educativa él (San José de Calasanz) colocó el respeto a la personalidad de cada niño, en el que reconocía la imagen de Cristo. Reivindicó y fue el primero que promovió su derecho a la instrucción y a la educación, comenzando por los niños pobres”.
San José de Calasanz murió el 25 de agosto de 1648 en Roma, a los 90 años. Fue canonizado en 1767 por el Papa Clemente XIII, y en 1948 Pío XII lo declaró “Patrono ante Dios de todas las escuelas populares cristianas del mundo”. Su gran obra, las Escuelas Pías, se encuentran hoy repartidas en los cinco continentes.
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Si deseas saber más sobre San José de Calasanz, puedes leer este artículo de la Enciclopedia Católica: https://ec.aciprensa.com/wiki/San_José_de_Calasanz.
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