Las fiestas de la Virgen de la Paloma se vivirán de manera especial este año en Madrid después de dos años sin actos públicos marcados por la pandemia y, sobre todo, por la explosión que redujo a escombros un edificio adyacente de la parroquia en la que se venera su imagen.
A causa del escape de gas fallecieron el P. Rubén Pérez Ayala, el feligrés David Santos y un joven hombre y una anciana, viandantes sorprendidos en el momento del suceso.
La que es considerada como patrona oficiosa de la Villa de Madrid (la titular es Nuestra Señora de la Almudena) da lugar a unas fiestas litúrgicas y populares que se desarrollan en torno a la solemnidad de la Asunción de la Virgen, cada 15 de agosto.
Así, en la parroquia de la Virgen de la Paloma y San Pedro el Real se ha celebrado una novena desde el pasado día 6 al domingo 14.
En cada uno de los días, se ha encomendado en especial a los “anderos” de la Virgen de la Paloma, que sacan en procesión el cuadro con la imagen; los bautizados y los esposos casados en la parroquia; los tenderos que muestran la imagen de la Virgen en sus negocios; las mujeres que llevan el nombre de Paloma; los madrileños en general; la Real Congregación de la Virgen de la Paloma; los bomberos del Ayuntamiento de Madrid que están bajo el patrocinio de la Virgen, al igual que los donantes de órganos y trasplantados.
Procesión por el barrio de La Latina
La misa solemne del 15 de agosto estará presidida por el Arzobispo de Madrid, Cardenal Carlos Osoro y está prevista la participación de autoridades civiles del Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid.
Como es tradicional, los bomberos serán los encargados de descender el cuadro con la imagen de la Virgen de la Paloma al término de la misa solemne y colocarlo en una carroza, para que se pueda procesionar con ella por las calles del barrio de La Latina a partir de las 20:00 horas.
Los bomberos se encargan de escoltar la imagen por las calles de Madrid donde numerosos fieles se congregan para venerar a la imagen, una devoción arraigada en el pueblo de Madrid desde el siglo XIX.
Una devoción regia
Según la tradición, el cuadro que representa a la Virgen de la Soledad fue encontrado y regalado a unos niños para que jugaran con él en un descampado cerca de la calle de la Paloma. Una vecina lo recuperó, enmarcó y colgó en el portal de su casa.
El fervor de Isabel Tintero se extendió por la Villa de Madrid, al punto de que la mujer de Carlos IV, María Luisa de Parma, fue muy devota al considerar que la Virgen había obrado la curación de su hijo, el futuro Fernando VII.
La devoción fue en aumento y se construyó una capilla dedicada a la Virgen de la Soledad donde venerar mejor la imagen en 1795. Tras la invasión francesa en 1808, Isabel Tintero escondió la imagen y sus joyas.
En 1891 la capilla se convierte en parroquia, pero debido a sus malas condiciones se construye una nueva iglesia que fue inaugurada en 1912, en cuyo retablo sobre el altar mayor se colocó el cuadro de la Virgen.
Al inicio de la Guerra Civil española (1936-1939), la imagen fue escondida y sustituida por una copia. La devoción era tal, que también la copia fue guardada por otro feligrés. No era poca precaución, pues la iglesia fue incendiada por las milicias comunistas y socialistas.
Concluida la lucha fratricida, se celebró una corrida de toros con el objetivo de recaudar fondos para la reconstrucción del templo, que fue restaurado en profundidad en 1978.
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