El Papa Francisco realizó su primer discurso del viaje a Malta ante autoridades y cuerpo diplomático, desde donde animó a proteger la vida “en todo momento del descarte y del abandono”, y a acoger al migrante.
A las 11:50 a.m. (hora local), el Papa Francisco se encontró con las autoridades y el cuerpo diplomático en Malta, a quienes dirigió su primer discurso de este viaje apostólico en el “Grand Council Chamber” del Palacio del Gran Maestro en La Valeta.
El presidente de Malta, George Vella, dio la bienvenida al Santo Padre y le agradeció su visita a la isla, tras destacar algunos acontecimientos como las consecuencias de la pandemia, el cambio climático o la trágica guerra de Ucrania.
El corazón del Mediterráneo
A continuación, ante los presentes y cientos de personas que le escuchaban desde fuera –la mayoría de ellos jóvenes-, el Santo Padre agradeció la acogida de las autoridades y de los ciudadanos y explicó que sus “antepasados ofrecieron hospitalidad al apóstol Pablo”.
“Y ahora, viniendo de Roma, yo también experimento la cálida acogida de los malteses, tesoro que se transmite en este país de generación en generación”, dijo el Pontífice.
A continuación, definió a Malta como “el corazón del Mediterráneo”, y destacó que en sus tierras habían tenido lugar diferentes acontecimientos históricos que hacen de esta isla “un centro de vitalidad y de cultura, de espiritualidad y de belleza, una encrucijada que ha sabido acoger y armonizar influjos provenientes de muchas partes”.
El Papa Francisco citó la llamada “rosa de los vientos”, el símbolo dividido en los cuatro puntos cardinales utilizado sobre todo en la navegación para conocer la dirección del viento.
A partir de esta imagen, el Papa destacó “cuatro influencias esenciales para la vida social y política de este país”.
Los cuatro vientos
“El norte evoca Europa, en particular la casa de la Unión Europea, edificada para que allí viva una gran familia unida en la salvaguardia de la paz. Unidad y paz son los dones que el pueblo maltés pide a Dios cada vez que entona el himno nacional”, aseguró el Santo Padre.
Más tarde, advirtió que “para garantizar una buena convivencia social, no basta con consolidar el sentido de pertenencia, sino que hay que reforzar los fundamentos de la vida común, que se basa en el derecho y la legalidad”.
“La honestidad, la justicia, el sentido del deber y la transparencia son pilares esenciales de una sociedad civilmente desarrollada. Que el compromiso para extirpar la ilegalidad y la corrupción sea, por tanto, fuerte como el viento que, soplando desde el norte, barre las costas del país”, señaló.
El Papa Francisco también pidió trabajar por la “legalidad y la transparencia, que permiten erradicar la delincuencia y la criminalidad, unidas por el hecho de que no actúan a la luz del sol”.
Francisco destacó también la “luminosidad” de Malta a la que hizo referencia en la Audiencia General del pasado miércoles 30 de marzo y explicó que “el cuidado del ambiente y la justicia social preparan el porvenir, y son excelentes caminos para que los jóvenes se apasionen por la buena política”, evitando así las “tentaciones del desinterés y de la falta de compromiso”.
El respeto a la vida
El Papa Francisco aseguró que “en el fundamento de un crecimiento sólido está la persona humana, el respeto a la vida y a la dignidad de todo hombre y de toda mujer”, y destacó “el compromiso de los malteses por salvar a mucha gente”.
“Los animo a seguir defendiendo la vida desde el inicio hasta su fin natural, pero también a protegerla en todo momento del descarte y del abandono”, pidió el Santo Padre.
Asimismo, el Papa subrayó el peligro del “consumismo exacerbado” al tiempo que exclamó: “¡Protejamos la belleza de la vida!”.
Hermanos en busca de esperanza
Retomando el símbolo de la “rosa de los vientos”, el Papa se centró en el sur, desde donde “llegan tantos hermanos y hermanas en busca de esperanza”.
Agradeció a los malteses la acogida y hospitalidad hacia los inmigrantes y destacó que Malta significa “puerto seguro”. “Sin embargo, ante la creciente afluencia de los últimos años, los temores y las inseguridades han provocado desánimo y frustración”, lamentó el Papa.
A continuación, aseguró que el fenómeno migratorio “no es una circunstancia del momento, sino que marca nuestra época; lleva consigo las deudas de injusticias pasadas, de tanta explotación, de los cambios climáticos, de los desventurados conflictos cuyas consecuencias hay que pagar”.
El Santo Padre posó su mirada sobre los “refugiados de la martirizada Ucrania” y aseguró que “no pueden cargar con todo el problema sólo algunos países, mientras otros permanecen indiferentes”.
“El Mediterráneo necesita la corresponsabilidad europea, para convertirse nuevamente en escenario de solidaridad y no ser la avanzada de un trágico naufragio de civilizaciones”, sentenció.
“Ayudémonos a no ver al migrante como una amenaza y a no ceder a la tentación de alzar puentes levadizos y de erigir muros. El otro no es un virus del que hay que defenderse, sino una persona que hay que acoger”.
Las tinieblas de la guerra
El Papa Francisco lamentó que “el viento gélido de la guerra, que sólo trae muerte, destrucción y odio, se ha abatido con prepotencia sobre la vida de muchos y los días de todos.”
“Ahora, en la noche de la guerra que ha caído sobre la humanidad, no hagamos que desaparezca el sueño de la paz”, dijo el Papa, que aseguró que la “luz de Malta puede inspirarnos”.
También destacó el papel de la mujer, y aseguró que “la ternura de las madres, que dan la vida al mundo, y la presencia de las mujeres son la verdadera alternativa a la lógica perversa del poder, que conduce a la guerra”.
“Necesitamos compasión y cuidados, no visiones ideológicas y populismos que se alimentan de palabras de odio y no se preocupan de la vida concreta del pueblo, de la gente común”, aseguró a continuación.
El Papa advirtió también del riesgo de una “guerra fría ampliada” que puede “sofocar la vida de pueblos y generaciones enteros”.
Aseguró también que “la guerra se fue preparando desde hace mucho tiempo, con grandes inversiones y comercio de armas” y lamentó que “el entusiasmo por la paz, que surgió después de la segunda guerra mundial, se haya debilitado en los últimos decenios, así como el camino de la comunidad internacional”.
“Ayudémonos a escuchar la sed de paz de la gente, trabajemos para poner las bases de un diálogo cada vez más amplio, volvamos a reunirnos en conferencias internacionales por la paz, donde el tema central sea el desarme, con la mirada dirigida a las generaciones que vendrán”, pidió el Papa, que pidió invertir también poner fin a la compra de armas.
“Que Malta, corazón del Mediterráneo, siga haciendo palpitar el latido de la esperanza, el cuidado de la vida, la acogida del otro, el anhelo de paz, con la ayuda de Dios, cuyo nombre es paz”, concluyó el Papa.
Al concluir su discurso, el Papa se asomó a la ventana del Palacio del Gran Maestro para saludar a los jóvenes que le recibieron entre banderas del Vaticano y de Malta, aplausos y gritos de “¡Viva el Papa Francisco!”. Según indicaron los organizadores de la visita papal, en la plaza (George`s square) estuvieron presentes más de 1.500 jóvenes.
Publicar un comentario