Antes del rezo del Ángelus este 23 de enero, Domingo de la Palabra de Dios, el Papa Francisco solicitó a los sacerdotes predicar homilías que sacudan el corazón con la Palabra de Dios y no “conferencias impecables”.
“A veces, se escuchan conferencias impecables, discursos bien construidos, pero que no mueven el corazón, y así todo queda como antes. También -lo digo con respeto, pero con dolor- muchas homilías son abstractas que, en lugar de despertar el alma, la adormecen”, advirtió el Santo Padre ante numerosos fieles reunidos en la Plaza San Pedro del Vaticano.
En esta línea, el Papa señaló que “cuando los fieles comienzan a mirar el reloj” durante la predicación de la homilía se corre el riesgo de “adormentar el alma” porque “sin la unción del Espíritu empobrece la Palabra de Dios, cae en el moralismo y en conceptos abstractos; presenta el Evangelio con desapego, como si estuviera fuera del tiempo, lejos de la realidad -y este no es el camino” ya que si “una palabra en la que no palpita la fuerza del hoy no es digna de Jesús y no ayuda a la vida de la gente”.
“Por esto quien predica por favor, es el primero que debe experimentar el hoy de Jesús, para así poderlo comunicar en el hoy de los otros. Y si quieren hacer escuelas, conferencias, que lo hagan en otro lugar, no en el momento de la homilía, donde se debe dar la homilía, así, que sacude el corazón”, afirmó el Papa.
Asimismo, el Santo Padre agradeció “a todos los predicadores y los anunciadores del Evangelio que permanecen fieles a la Palabra que sacude el corazón, que permanecen fieles al hoy” y pidió “recemos por ellos, para que vivan el hoy de Jesús, la dulce fuerza de su Espíritu que vuelve viva la Escritura”.
“La Palabra de Dios, de hecho, es viva y eficaz, nos cambia, entra en nuestros asuntos, ilumina nuestra vida cotidiana, consuela y pone orden. Recordemos: la Palabra de Dios transforma una jornada cualquiera en el hoy en el que Dios nos habla”, dijo.
De este modo, nuevamente, el Papa Francisco alentó a tomar “el Evangelio en la mano, cada día un pequeño pasaje para leer y releer, llévenlo en el bolsillo en el Evangelio, en la bolsa, para leerlo en el viaje, en cualquier momento y leerlo con calma” porque “con el tiempo descubriremos que esas palabras están hechas a propósito para nosotros, para nuestra vida. Nos ayudarán a acoger cada día con una mirada mejor, más serena, porque, cuando el Evangelio entra en el hoy, lo llena de Dios”.
Por último, el Papa subrayó que “en los domingos de este año litúrgico es proclamado el Evangelio de Lucas, el Evangelio de la misericordia” y propuso “¿Por qué no leerlo también personalmente, entero, un pequeño pasaje cada día? Un pequeño pasaje. Familiaricémonos con el Evangelio, ¡nos traerá la novedad y la alegría de Dios!”.
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