Personal técnico del Vaticano realizó un control para verificar en qué estado se encuentra el ícono mariano de la Virgen Salus Populi Romani (protectora del pueblo romano) que se conserva en la Basílica de Santa María Mayor y a la que muchos devotos acuden en momentos de dificultad.
Según informó la Oficina de Prensa de la Santa Sede, el pasado 20 de enero un grupo de técnicos vaticanos del Laboratorio de Restauración de Cuadros, responsables de las restauraciones y de la oficina de conservación verificó “las óptimas condiciones del ícono”.
La verificación del estado del ícono mariano se realizó ante la presencia del arcipreste de la Basílica de Santa María Mayor, Cardenal Stanislaw Rylko; de la directora de los Museos Vaticanos, Barbara Jatta; de representantes del Capítulo y del comisario extraordinario del Capítulo de esta Basílica Papal, Mons. Rolandas Makrickas.
Los presentes pudieron confirmar las buenas condiciones del ícono tras la restauración que se realizó en los laboratorios de los Museos Vaticanos el 28 de enero de 2018.
En aquel entonces, la directora de los Museos Vaticanos, Barbara Jatta, explicó que la restauración permitió revelar los delicados colores de los rostros de María y Jesús, así como el brillo de las vestiduras doradas del Niño y la túnica azul de la Madre de Dios.
Además de limpiar la imagen y corregir restauraciones previas, los expertos diseñaron un nuevo marco para el ícono que es más liviano y que permite su traslado con mayor facilidad.
El ícono de la Salus Populi Romani, o protectora del pueblo romano, es un antiguo icono mariano que se custodia en la Basílica Pontificia de Santa María Mayor.
La tradición atribuye la realización del ícono a San Lucas. Este ícono mariano ha sido objeto de particular veneración desde la Edad Media.
El Papa Francisco tiene como costumbre rezar ante ella antes de comenzar un viaje apostólico para encomendarse a María y al regresar para dar las gracias a la Virgen.
En 1256 el ícono fue colocado en la nave central de la Basílica Santa María Mayor, y en 1613 en la capilla Paulina, construida por Pablo V, lugar donde se encuentra actualmente.
En un artículo publicado en L’Osservatore Romano en 2018, el Cardenal Rylko explicó que “el pueblo de Roma se dirigía a la Virgen para presentarle todas sus necesidades, especialmente durante las pestes, calamidades naturales o guerras, cuando era llevada en procesión por las calles de la ciudad. Así, delante de la Salus Populi Romani han encontrado eco los acontecimientos más importantes de la vida religiosa y civil”.
Además, el Purpurado escribió que cada año, en el último domingo de enero, se celebra la fiesta de la Traslación de este ícono, en el cual los romanos ven “a su Virgen, la Virgen de Roma, el ícono mariano más amado y honrado”.
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