San Josemaría dedicó buena parte de su labor sacerdotal a las familias
A través de #JuneForFamilies, el Opus Dei ofrece en las redes sociales diferentes consejos de su fundador sobre el noviazgo, el amor matrimonial, la educación de los hijos y la vida familiar
Madrid, 25 de junio de 2015 (ZENIT.org) Staff Reporter | 0 hits
El 26 de junio la Iglesia celebra la fiesta de san Josemaría Escrivá de Balaguer, quien falleció en 1975, hace ahora 40 años. Con motivo de su canonización, el papa Juan Pablo II se refirió al fundador del Opus Dei como “el santo de la vida ordinaria". Durante su vida, san Josemaría dedicó buena parte de su labor sacerdotal a las familias.
En este año de oración por las familias y por el próximo sínodo, la Prelatura se está haciendo eco de sus consejos sobre el noviazgo, el amor matrimonial, la educación de los hijos y la vida familiar, tanto en la web como en redes sociales bajo el hashtag #JuneForFamilies.
Esta iniciativa “quiere ser un modo de unirse a la petición del papa Francisco para el 2015”, informa el Opus Dei en su página. Estas son las frases de san Josemaría que está proponiendo en Internet:
Noviazgo
1. Lo que se necesita para conseguir la felicidad, no es una vida cómoda, sino un corazón enamorado. (San Josemaría, Surco, n. 795)
2. No te olvides: el amor de Dios ordena mejor nuestros afectos, los hace más puros, sin disminuirlos. (San Josemaría, Surco, n. 828)
3. Los enamorados no saben decirse adiós: se acompañan siempre. (San Josemaría, Surco, n. 666)
4. El noviazgo debe ser una ocasión de ahondar en el afecto y en el conocimiento mutuo. Y, como toda escuela de amor, ha de estar inspirado no por el afán de posesión, sino por el espíritu de entrega, de comprensión, de respeto, de delicadeza. (San Josemaría, Conversaciones, n. 105)
5. ¿Matrimonio a prueba? ¡Qué poco sabe de amor quien habla así! El amor es una realidad más segura, más real, más humana. Algo que no se puede tratar como un producto comercial, que se experimenta y se acepta luego o se desecha, según el capricho, la comodidad o el interés. (San Josemaría, Conversaciones, n. 105)
6. Vosotros habéis experimentado, como yo, que la persona enamorada se entrega segura, con una sintonía maravillosa, en la que los corazones laten en un mismo querer. (San Josemaría, Amigos de Dios, n. 220)
7. Que os queráis, que os tratéis, que os conozcáis, que os respetéis mutuamente, como si cada uno fuera un tesoro que pertenece al otro. No olvidéis que está Dios Nuestro Señor delante, que os ve, que os oye. (San Josemaría, Caracas, 11-2-1975)
8. El matrimonio es una acción de Jesús, que invade el alma de los que se casan y les invita a seguirle, transformando toda la vida matrimonial en un andar divino en la tierra. (San Josemaría, Es Cristo que pasa, 28)
Amor matrimonial
1. Evitad la soberbia, que es el mayor enemigo de vuestro trato conyugal (San Josemaría, Es Cristo que pasa, 26).
2. ¿Te ríes porque te digo que tienes “vocación matrimonial"? —Pues la tienes: así, vocación. (San Josemaría, Camino, n. 27)
3. El amor debe ser recuperado en cada nueva jornada, y el amor se gana con sacrificio, con sonrisas y con picardía también. (San Josemaría, Conversaciones, n. 107)
4. Las torrenteras de las penas y de las contrariedades no son capaces de anegar el verdadero amor: une más el sacrificio generosamente compartido. (San Josemaría, Conversaciones, n. 91)
5. Que procuréis ser siempre jóvenes, que os guardéis enteramente el uno para el otro, que lleguéis a quereros tanto que améis los defectos del consorte. (San Josemaría, Valencia, 18-11-1972)
6. El secreto de la felicidad conyugal está en lo cotidiano, no en ensueños. Está en encontrar la alegría escondida que da la llegada al hogar; en el trato cariñoso con los hijos, en el buen humor ante las dificultades. (San Josemaría, Conversaciones, n. 91)
7. El amor es sacrificio. De modo que el casado tiene que amar a su mujer, y demostrárselo. ¡No seáis tacaños! Hay que ser un poco novios toda la vida; y si no, no va. Ir a casa cansado, poniendo una cara larga... ¡no va! Vuestra mujer necesita dos besos vuestros, cuando llegáis; pero sin comedia, con naturalidad, con afecto (Lisboa, 1972)
8. Es importante que los esposos adquieran sentido claro de la dignidad de su vocación, que sepan que han sido llamados por Dios a llegar al amor divino también a través del amor humano. (San Josemaría, Conversaciones, n. 93)
Educación de los hijos
1. Que vuestros hijos vean que procuráis vivir de acuerdo con vuestra fe, que Dios no está sólo en vuestros labios, que está en vuestras obras; que os esforzáis por ser sinceros y leales, que os queréis y que los queréis de veras. (San Josemaría, Es Cristo que pasa, n. 28)
2. No es camino acertado, para la educación, la imposición autoritaria y violenta. El ideal de los padres se concreta más bien en llegar a ser amigos de sus hijos: amigos a los que se confían las inquietudes, con quienes se consultan los problemas, de los que se espera una ayuda eficaz y amable. (San Josemaría, Es Cristo que pasa, n. 27)
3. Conviene escuchar a los hijos con atención, esforzarse por comprenderlos, saber reconocer la parte de verdad —o la verdad entera— que pueda haber en algunas de sus rebeldías. (San Josemaría, Es Cristo que pasa, n. 27)
4. Es justo que tus hijos también te haga sufrir un poco. Entonces, coges un día a aquel revoltoso, te lo llevas de paseo, le invitas a tomar algo y le dices: ¿sabes que yo, cuando tenía tu edad, hice sufrir a tus abuelos? ¡Fíjate!, les hice esta trastada y aquella otra, y me perdonaron enseguida. Ahora estoy tan dolido de haberlos hecho sufrir: ¡qué lástima! El entenderá, se dará cuenta de que tú eres capaz de comprenderle, de disculparle, y de amarle, con sus defectos. ¡También con sus defectos! Se irá corrigiendo, poco a poco. (San Josemaría, Enxomil-Oporto, 31-10-1972)
5. Hazme eco: no es un sacrificio, para los padres, que Dios les pida sus hijos; ni para los que llama el Señor, es un sacrificio seguirle. Es, por el contrario, un orgullo grande y santo, una muestra de predilección, un cariño particularísimo. (San Josemaría, Forja, n. 18)
6. Trátalos como querrías que te hubieran tratado, cuando tenías su edad. Sobre todo, con una confianza extremada. Más vale que te engañen una vez, que hacerles pensar que no les quieres bastante, que no tienes confianza en ellos. ¡Déjate engañar alguna vez, que no pasa nada! (San Josemaría, Enxomil-Oporto, 31-10-1972)
7. No olvidéis que entre los esposos, en ocasiones, no es posible evitar las peleas. No riñáis delante de los hijos jamás: les haréis sufrir y se pondrán de una parte, contribuyendo quizá a aumentar vuestra desunión. Pero reñir, siempre que no sea muy frecuente, es también una manifestación de amor, casi una necesidad. (San Josemaría, Es Cristo que pasa, n. 26)
Vida familiar
1. Al pensar en los hogares cristianos, me gusta imaginarlos luminosos y alegres, como fue el de la Sagrada Familia. (San Josemaría, Es Cristo que pasa, n. 22)
2. La armonía que reina entre los padres se trasmite a los hijos, a la familia entera y a los ambientes todos que la acompañan. Así, en cada familia auténticamente cristiana se reproduce de algún modo el misterio de la Iglesia, escogida por Dios y enviada como guía del mundo (San Josemaría, Es Cristo que pasa, n. 30)
3. Hay que embeberse de esta lógica nueva, que ha inaugurado Dios bajando a la tierra. En Belén nadie se reserva nada. Allí no se oye hablar de mi honra, ni de mi tiempo, ni de mi trabajo, ni de mis ideas, ni de mis gustos. (San Josemaría, 14-2-1974)
4. Santificar el hogar día a día: crear, con el cariño, un auténtico ambiente de familia. (San Josemaría, Es Cristo que pasa, n. 23)
5. Cada hogar cristiano debería ser un remanso de serenidad, en el que por encima de las pequeñas contradicciones diarias, se percibiera un cariño hondo y sincero, una tranquilidad profunda, fruto de una fe real y vivida. (San Josemaría, Es Cristo que pasa, n. 22)
6. En la sencillez de tu labor ordinaria, en los detalles monótonos de cada día, has de descubrir el secreto —para tantos escondido— de la grandeza y de la novedad: el Amor. (San Josemaría, Surco, n. 489)
7. María lleva la alegría al hogar de su prima, porque “lleva” a Cristo (San Josemaría, Surco, n. 566)
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