Francisco a los futuros nuncios: no una casta superior sino pastores con la caridad de Cristo
El Santo Padre recibe a la comunidad de la Pontificia Academia Eclesiástica y les recuerda que para realizar bien su misión deben 'dejar la actitud de juez y ponerse el traje de pedagogo' y tener la valentía de arar el terreno 'con sus propias manos'
Ciudad del Vaticano, 25 de junio de 2015 (ZENIT.org) Rocío Lancho García | 0 hits
La misión del Representante Pontificio requiere la búsqueda de pastores auténticos, con la inquietud de Dios y con la perseverancia de la Iglesia, que sin cansarse, sabe que están porque Dios no deja que falten. Son palabras del santo padre Francisco a la comunidad de la Pontificia Academia Eclesiástica, a quienes ha recibido esta mañana en audiencia. Del mismo modo, el Papa ha pedido a los futuros nuncios que busquen pastores “guiados por la brújula interior con la que se orienta la propia vocación del pastor, con la medida exigente que se debe aplicar a uno mismo para no perderse en el declive”.
Tal y como ha recordado el Papa a los presentes, se preparan "para representar a la Santa Sede ante la Comunidad de las Naciones y en las Iglesias locales a las que seréis destinados”. La Santa Sede es la sede del Obispo de Roma, la Iglesia que preside en la caridad, que no se siente en el vano orgullo de sí, sino sobre la valentía cotidiana de la condescendencia --o sea el abajamiento-- de su Maestro. De este modo, Francisco ha asegurado que “la verdadera autoridad de la Iglesia de Roma es la caridad de Cristo”. Y ha explicado que “es la única fuerza que la hace universal y creíble para los hombres y el mundo; es el corazón de su verdad, que no levanta muros de división y de exclusión, pero sí hace de puente que construye la comunión y llama a la unidad del género humano”. Este es --ha precisado-- su poder secreto, que alimenta su tenaz esperanza, invencible a pesar de las derrotas momentáneas.
Por otro lado, ha recordado también a los presentes que no son llamados “a ser altos funcionarios de Estado, una casta superior que se “auto-conserva” y disfruta de los “salones mundanos”, sino “a ser custodios de una verdad que sostiene desde lo profundo a aquellos que la proponen, y no al contrario”.
Es importante, ha destacado Francisco, que no se dejen marchitar por los continuos traslados, es más, “es necesario cultivar raíces profundas, custodiar la memoria viva del por qué se ha emprendido el propio camino, no dejarse vaciar por el cinismo, ni consentir que se desvanezca el rostro de Aquel que está en la raíz del propio recorrido, o que se confunda la voz que ha dado origen al propio camino”.
Asimismo, el Santo Padre les ha recordado que se preparan para convertirse en puentes, “pacificando e integrando en la oración y en la lucha espiritual las tendencias a sentirse por encima de los otros, la presunta superioridad de la mirada que impide el acceso a la sustancia de la realidad, el pretender saber ya lo suficiente”.
Y para realizar lo mejor posible esta misión es necesario “dejar la actitud de juez y ponerse el traje de pedagogo, del que es capaz de hacer salir de la Iglesia y de sus ministros las potencialidades del bien que Dios no deja de sembrar”.
Además, les ha animado a no esperar que el terreno esté listo, sino a tener la valentía de ararlo con sus propias manos, “sin tractores y otros medios más eficaces de los que no podremos nunca disponer”.
Para concluir, el Pontífice ha recordado que la misión que un día desempeñarán les llevará a todas las partes del mundo. A Europa, “necesitada de despertarse”. A África, “sedienta de reconciliación". A América Latina, “hambrienta de alimento e interioridad”. A América del Norte, que “intenta redescubrir las raíces de una identidad que no se define a partir de la exclusión”. A Asia y Oceanía, “desafiadas por la capacidad de fermentar en la diáspora y dialogar con la variedad de culturas ancestrales”.
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