Este domingo 3 de abril, en su segundo y último día de visita a Malta, el Papa Franciso celebró una Misa en los Graneros de Floriana, donde aseguró que “cuando abrimos el corazón en la verdad, el Señor puede hacer grandes cosas en nosotros”, ya que “el maestro no se conforma con la apariencia, sino que busca la verdad del corazón”.
Precedido por obispos y cardenales, el Santo Padre llegó a los Graneros de Floriana, donde presidió la Misa de este quinto Domingo de Cuaresma.
Se trata de la plaza pública más grande de Malta y según los datos ofrecidos por la Santa Sede, cerca de 20 mil personas participaron en esta ceremonia.
Cabe destacar que antes de llegar a la plaza de Floriana, el vehículo que trasladaba al Santo Padre se paró frente a la tumba de San Jorge Preca, donde el Pontífice cambió de coche y se subió al papamóvil.
La mirada hacia el prójimo
Durante la homilía, el Papa reflexionó acerca del pasaje del Evangelio de la mujer adúltera, en la que resaltó las diferencias entre los escribas y fariseos y la mujer a la que acusaban.
Por un lado, se encuentran los hombres acusadores, que según el Papa Francisco “creen que ya lo saben todo, que no necesitan las enseñanzas de Jesús”. “No tienen en cuenta sus defectos pero están dispuestos a descubrir los de los demás”.
“A los ojos de la gente parecen expertos de Dios, pero, precisamente ellos, no reconocen a Jesús; más aún, lo ven como un enemigo que hay que quitar del medio”, señaló.
Lamentó que también esto ocurre hoy en día, ya que “en nuestra religiosidad puede insinuarse la carcoma de la hipocresía y mala costumbre de señalar con el dedo”.
“Y esto también puede producirse elevando estandartes con la cruz”, dijo el Pontífice, quien a continuación preguntó: “¿Cómo verificar, entonces, si somos discípulos en la escuela del Maestro?”.
“Por nuestra mirada, por el modo en que miramos al prójimo y nos miramos a nosotros mismos”, explicó.
Según el Papa, esta mirada puede ser o bien de misericordia, o bien de una manera que juzga al que está enfrente y que “a veces incluso desprecia, como los acusadores del Evangelio, que se erigen como paladines de Dios, pero no se dan cuenta de que pisotean a los hermanos”.
“En realidad, el que cree que defiende la fe señalando con el dedo a los demás tendrá incluso una visión religiosa, pero no abraza el espíritu del Evangelio, porque olvida la misericordia, que es el corazón de Dios”, dijo Francisco.
La mirada hacia uno mismo
Además de destacar la importancia de no jugar al prójimo, el Papa Francisco también dijo que “es necesario examinar cómo nos miramos a nosotros mismos” y aseguró que los acusadores de la mujer adúltera “son el retrato de esos creyentes de todos los tiempos, que hacen de la fe un elemento de fachada, donde lo que se resalta es la exterioridad solemne, pero falta la pobreza interior, que es el tesoro más valioso del hombre”.
Por ello, el Santo Padre animó a los fieles a preguntar al Señor: “¿Qué quieres que cambie en mi corazón, en mi vida?, ¿cómo quieres que vea a los demás?”, ya que “el maestro no se conforma con la apariencia, sino que busca la verdad del corazón”.
“Y cuando le abrimos el corazón en la verdad, puede hacer grandes cosas en nosotros” aseguró el Papa.
Un Dios que siempre perdona
A continuación, el Papa centró su reflexión sobre la mujer adúltera, a quién Jesús “devuelve la esperanza”.
“Incluso se podría pensar que, perdonada por Jesús, aprendió a su vez a perdonar. Quizá haya visto en sus acusadores ya no personas rígidas y malvadas, sino personas que le permitieron encontrar a Jesús”, señaló.
“El Señor desea que también nosotros sus discípulos, nosotros como Iglesia, perdonados por Él, nos convirtamos en testigos incansables de la reconciliación, de un Dios para el que no existe la palabra ‘irrecuperable’; de un Dios que siempre perdona, que sigue creyendo en nosotros y nos brinda a cada momento la posibilidad de volver a empezar”, dijo el Papa.
El Santo Padre aseguró que el Señor puede convertir cualquier pecado o fracaso “en una ocasión para iniciar una vida nueva” y que es en “nuestras llagas interiores” donde “al Señor le gusta hacerse presente, porque no ha venido para los sanos, sino para los enfermos”.
Por último, mostró el ejemplo de la mujer adúltera como una invitación a dejar de “denunciar los pecados” y empezar a “salir en busca de los pecadores con amor”.
“No volveremos a señalar con el dedo, sino que empezaremos a ponernos a la escucha. No descartaremos a los despreciados, sino que miraremos como primeros aquellos que son considerados últimos. Esto nos enseña hoy Jesús con su ejemplo. Dejémonos asombrar por Él. Acojamos su novedad con alegría”, pidió el Santo Padre.
Desgastarse en el amor
Al concluir la Misa, el Papa Francisco dirigió el rezo del Ángelus y agradeció las palabras de Mons. Scicluna, quien previamente dio gracias al Pontífice por su visita a Malta.
El Papa también agradeció a los religiosos y fieles que le han acogido durante estos dos días y aseguró que, a su vuelta a Roma, se llevará con él “muchos momentos y palabras de estos días”.
“Sobre todo, guardaré en el corazón numerosos rostros, y el rostro luminoso de Malta. También agradezco a quienes han trabajado para esta visita y quisiera saludar cordialmente a los hermanos y hermanas de diversas confesiones cristianas y religiones que encontré durante estos días”.
El Santo Padre también se dirigió a los jóvenes, con quienes quiso compartir “lo más hermoso de la vida”: “Desgastarse en el amor, que nos hace libres”.
“Pero esta alegría tiene un nombre: Jesús. Les deseo la belleza de enamorarse de Jesús, Dios de la misericordia, que cree en ustedes, sueña con ustedes, ama sus vidas y no los defraudará jamás”, afirmó.
Además, los invitó a “no olvidarse de las raíces” y a “hablar con los ancianos y con sus abuelos”.
Por último, quiso recordar la tragedia de “la martirizada Ucrania” y la “guerra sacrílega” que sufre este país desde el pasado 24 de febrero.
“No nos cansemos de rezar y de ayudar al que sufre, que la paz esté con vosotros”, concluyó.
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